G2003
EPITAGE2003
EL MANDAMIENTO
REGIO
de G2004; mandato o decreto; por implicación autoridad:- mandamiento, mandar, mandato.
En el NT, la palabra epitage es peculiar de los escritos
paulinos - si incluimos las Epístolas Pastorales entre ellos. Pablo hace dos
usos de este vocablo.
(I)
Hay cuatro pasajes en que lo utiliza con
referencia al mensaje, a la instrucción y al consejo que está dando. En 1 Co.
7:6, donde habla de ciertos problemas y costumbres de la vida matrimonial,
contrasta lo que es por concesión
con lo que es por epitage; lo que
es opinión humana con lo que es mandamiento de Dios. Contrasta lo que
simplemente es aviso práctico con lo que es consejo de Dios, y, por tanto,
consejo perfectivo.
(II)
En 1 Co. 7:25, dice que no tiene epitage concerniente a las vírgenes.
De nuevo aclara que está dando su parecer, por lo que no debe considerarse
mandato divino lo que diga. En 2 Co. 8:8 se expresa de la misma forma. Cuando
escribe a Tito, le indica que hable, exhorte y reprenda con todo epitage, es decir, con toda la
autoridad que se desprende de la divina palabra de Dios.Hay tres pasajes en que
Pablo utiliza esta palabra respecto de la acción de Dios. En Ro. 16:26, habla
de la manifestación de Cristo a los gentiles de acuerdo con el epitage, el divino mandamiento, de
Dios. En Tito 1:3, declara que la palabra que predica le es encomendada por
el epitage de Dios.En el griego
secular, epitage se usa con
relación a los decretos de la ley. Diodoro Sículo (1.70) tiene un interesante
pasaje sobre la vida de los reyes egipcios: "La forma de vida de los reyes
de Egipto no era como la de otros autócratas, que hacían lo que les parecía sin
que nadie les pidiera cuentas, sino que todos sus actos eran regulados por
las prescripciones (epitagai) de
la ley". Evidentemente, epitage
proviene y habla de una autoridad que
está por encima de todo y de todos. Aquí es donde tenemos que añadir la
evidencia de la Septuaginta,en la cual aparece cinco veces la palabra. En tres
ocasiones se utiliza con relación a un mandato o decreto real. En Est. 1:8 se
usa respecto de un mandato de Asuero. En Dn. 3:16, Sadrac, Mesac y Abed-nego se
niegan a obedecer el epitage, el
mandato real, de Nabucodonosor de que adoraran la imagen del rey.
En Sabiduría 14:16, describiendo
el tiempo de la degeneración nacional, se dice: "Por los decretos (epitagai) de príncipes
se da culto a las estatuas. En los otros dos ejemplos, la palabra está
conectada con Dios.
En Sabiduría 18:16, la espada de
la palabra es el irrevocable
mandamiento (epitage) de Dios. En Sabiduría 19:6 se dice que cada parte de
la nueva creación servirá a los
mandatos (epitagai) de Dios. Obviamente,
epitage tiene en sí toda la majestad del divino mandamiento.
Pero es en el griego de los
papiros donde la palabra adquiere su sentido característico. Ahí se usa
respecto de una orden o un mandato, pero, especialmente, respecto de un
mandamiento divino. Cierto Isías dedica un altar a la madre de los dioses,
según el epitage, el mandamiento,
de Cibeles, que le vino en sueños. Varius Pollio erige un pilar en honor de los
dioses, obedeciendo el epitage, el
mandamiento, de Dios. Epitage
se hace la palabra significante del mandamiento divino.
He aquí, pues,
dos grandes verdades.
(I)
El mensaje del predicador es un mandamiento
divino. Cuando está realmente predicando, está hablando por Dios. No está
llevando a los hombres lo que él piensa, sino los mandamientos de Dios.
(II)
La comisión del predicador es de Dios. Pablo era
consciente en sumo grado de que su tarea como misionero a los gentiles y su
oficio como apóstol para la iglesia le vinieron por mandamiento divino, por
el epitage de Dios.
Pablo tiene otra forma de
decirlo. A menudo habla de sí como apóstol por la thelema, la voluntad, de Dios (1 Co.
1:1; 2 Co. 1:1; Ef. 1:1; Col. 1:1) y como separado por Dios para su tarea ya
desde el vientre de su madre (Gá. 1:15). Habla de la necesidad de predicar que
le era impuesta (1 Co. 9:16). Pablo jamás sintió que él había escogido a
Cristo, sino, siempre, que Cristo le había escogido a él. Siempre pensó de sí
que era un hombre comisionado por el Rey. Para el Apóstol el ministerio no era
una profesión, sino una vocación. No era un oficio, sino un llamamiento. No
acudió al llamamiento porque lo hubiera escogido como carrera, sino porque Dios
lo escogió a él y lo llamó al ministerio.
Robert Robinson, el gran ministro
bautista de Cambridge, cuenta que, tras su experiencia de conversión, hubo
muchas personas que le animaban a entrar en el ministerio de la iglesia. El
dijo: "Señor, sea hecha tu voluntad en todo lo que tengo que decir. Pero, Dios, impide que vaya antes de ser
enviado': La palabra epitage
guarda como reliquia el que ningún hombre puede arrostrar la tarea del
ministerio sin estar completamente seguro de que el Rey lo ha comisionado para
ello.