G2605
KATAGGELLEIN2605
LA PALABRA DE
AUTORIDAD
de G2596 y la base de G32; proclamar, promulgar:- enseñar, anunciar, divulgar.
La palabra kataggellein significa anunciar o proclamar; pero su matriz
característica es que el anuncio o la proclamación se hace con autoridad. En el griego clásico se
usa con referencia a una proclama de
guerra o al anuncio de un festival.
En los papiros, cierta viuda hace
una declaración oficial con
relación al nombramiento de un administrador que le cuidara la hacienda. La
palabra también se usa para el anuncio de la ascensión del emperador al
trono. Kattaggellein siempre
comporta gravedad y autoridad.
En el NT, este vocablo se utiliza
varias veces. Se usa respecto de los profetas
prediciendo la venida de Cristo y los eventos de los primeros
días (Hch. 3:24). Se emplea con relación a la obra de Jesús para anunciar luz al pueblo y a los
gentiles (Hch. 26:23). Pablo da gracias a Dios porque la fe de la iglesia
romana se divulga por todo el
mundo (Ro. 1:8). De las palabras y acciones referidas a la ordenanza de la Cena
se dice que anuncian la muerte de
Cristo (1 Co. 11:26).
Pero el principal interés de la
palabra radica en el hecho de ser una de las más importantes del NT para
expresar la idea de predicación.
En Hch. 15:36 se nos dice que Pablo y Bernabé planeaban revisitar las iglesias
en que habían predicado
(kataggellein).
Ahora bien, el tal interés queda
en el examen de lo que era predicado,
que es lo que se proclamaba con
autoridad. Así, pues, ¿qué era lo que aquellos predicadores anunciaban con
autoridad, con certeza, como parte del inalterable y autoritativo mensaje de la
fe cristiana?
(I)
Proclamaban
la palabra de Dios. Se dice que Pablo y Bernabé anunciaban (kataggellein) la palabra
de Dios en las sinagogas de Chipre (Hch. 13:5), y que, en Berea, la anunciaba
Pablo (Hch. 17:13). Predicar no es proclamar las opiniones particulares del
predicador ni airear sus dudas, sino proclamar la palabra de Dios.
"Háblame de tus certidumbres -dijo Goethe- que ya tengo yo bastantes
dudas".
(II)
Proclamaban a
Cristo. A Pablo no le preocupa cómo se predique mientras Cristo
sea el anunciado (Fil. 1:16, 18).
Era a Cristo a quien él anunciaba
(Col. 1:28). En los primeros días, los predicadores no se ocupaban de todo
aquello que pertenecía a la periferia de la fe; proclamaban el hecho de la
vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Su ferviente deseo era confrontar a
los hombres con Cristo.
(III)
Proclamaban, a través de Jesús, la resurrección de entre los muertos
(Hch. 4:2). El mensaje del predicador era la derrota de la muerte. Predicaban a
Cristo resucitado y la vida imperecedera.
(IV)
Proclamaban
el mesiazgo de Jesús. El mensaje de Pablo era que "este
Jesús, a quien yo os anuncio, es
Cristo" (Hch. 17:3). El mensaje de los predicadores primitivos era que las
promesas de Dios se cumplían en el hombre Jesús, que la eternidad ha invadido
al tiempo, que el gobierno celestial ha empezado.
(V)
Proclamaban que
estaba expedito el camino hacia Dios, a quien los hombres habían
buscado siempre pero nunca encontrado. La proclamación de Pablo a los
atenienses consistió en llevarles noticias del Dios que para ellos había sido
siempre desconocido (Hch. 17:23). El tiempo de adivinar y de andar a tientas
había pasado, y el tiempo de conocer había venido. El tiempo de buscar había
terminado, y el tiempo de encontrar había empezado. George Borrow cuenta que,
en cierta ocasión, fue rodeado por un grupo de gitanos que gritaban:
"¡Danos a Dios! ¡Danos a Dios!" No sabiendo qué hacer, Borrow buscó
en sus bolsillos algunas monedas, pero ellos las rechazaron e insistieron:
"No queremos tu dinero, ¡queremos a Dios!" Los predicadores
primitivos aseguraban a las gentes poderles dar a Dios.
(VI)
Proclamaban
el evangelio. El predicador anunciaba el evangelio; las buenas
nuevas (1 Co. 9:14). Es falsa cualquier predicación que, al final, deprima al
hombre, pues, si bien la predicación ha de empezar quebrantando el corazón del
hombre, haciéndole ver la realidad de su pecado, debe finalizar conduciéndole
al amor, al perdón y a la gracia de Dios.
La misma palabra, kateggellein, que tan a menudo se usa
para expresar la idea de predicación, demuestra que en la proclamación
primitiva no había nada apologético, ni apocado, ni obscurecido por las dudas o
empañado por la incertidumbre. Era una predicación con autoridad; y lo que
entonces se predicaba con autoridad es todavía la base del mensaje del
predicador de hoy. Otras citas (He. 13:38; 16:7,21; 1 Co. 3:1).