G3316
MESITES3316
EL MEDIADOR
de G3319; intermediario, i.e. (simplemente) un mediador, o (por implicación) reconciliador (intercesor):- mediador.
Mesites,
"mediador", es uno de los títulos más grandes de Jesús. Proviene de
la palabra griega mesos, que, en
este caso, significa "en medio"; por tanto, mesites quiere decir "un hombre
que media para unir dos partes". En el NT se usa en Gá. 3:19 respecto de
Moisés, y en 1 Ti. 2:5; He. 8:6; 9:15; 12:24, respecto de Jesús. Job clama con
toda su alma por una persona así cuando, sumido en la desgracia, dijo de él Y
de Dios: "No hay entre nosotros árbitro,
mesites" (Job 9:33).
En el griego clásico, la palabra
en sí no es común; pero la idea, sí. Cuando el vocablo y sus equivalentes
aparecen tienen dos significados principales.
(I)
Significan "árbitro". Tanto la ley
griega como la romana creían profundamente en el arbitramento. En Atenas había
un cuerpo de hombres llamado Los Cuarenta, por componerlo cuatro individuos por
cada una de las diez tribus, cuya misión era la siguiente: cuando, por ejemplo,
dos hombres o partidos disputaban eran llevados a Los Cuarenta, y éstos
designaban un árbitro o mediador que los conciliara. Los árbitros eran
escogidos entre los ciudadanos atenienses que contaban sesenta años. Un árbitro
no podía negarse a prestar esta ayuda, Y tenía la obligación de hacer cuanto
fuera posible para poner de acuerdo a los que estaban en litigio. En Roma había
un conjunto de hombres llamados arbitri.
Cuando algún caso concernía por entero a la ley era visto por un juez, judex, pero cuando se trataba de una
cuestión de equidad, por ejemplo de daños y perjuicios o algo similar, era
zanjado por un "árbitro", cuyo deber consistía en poner punto final a
la disputa. Por tanto, un árbitro, un mediador, un mesites, es, fundamentalmente, una persona
cuyo cometido estriba en conciliar dos partes que se han privado mutuamente del
trato y comunicación que tenían entre sí, y en borrar las diferencias que
ocasionaron el distanciamiento de ambas partes. Esto es lo que Jesús hizo entre
nosotros y Dios.
(II)
Significan "fiador",
"garante", "padrino". Se llamaba así al hombre que
respondía por la comparecencia de otro ante los jueces. Pero las palabras se
usan especialmente respecto de garantizar el pago de una deuda o dar fianza. Si
un hombre deseaba solicitar un préstamo del banco, necesitaba de alguien que
saliera fiador por él, i.e., de un mesites.
El mesites era el hombre que
estaba dispuesto a pagar la deuda de su amigo. Jesús es el mesites idóneo respecto de nuestra
deuda con Dios.
El mesites es siempre la persona que
media para conciliar dos partes opuestas. Los judíos atribuían esta función a
Moisés. En la Asunción de Moisés (1:14), se dice que el gran caudillo,
refiriéndose a Dios, habló así: "El me designó y me ideó, y me preparó
antes de la fundación del mundo, para que yo fuera el mediador de su
pacto." Moisés era el eslabón que unía a Israel con Dios. Posteriormente,
los judíos creían que las oraciones de los hombres eran llevadas a Dios por los
ángeles. El Testamento de Dan (6:2) dice: "Acércate a Dios y al ángel que
intercede por ti, pues él es el mediador entre Dios y el hombre". El
cristiano no precisa de un mediador humano o angélico. Cristo es el eslabón que
lo une a Dios.
Así, cuando llamamos mesites, mediador, a Jesús, recordamos
que:
(I)
Jesús es el intermediario de Dios; el enlace
entre Dios y el hombre. Es el mensajero del Rey, el que media entre Dios y el
hombre, no para separarlos, sino para unirlos.
(II)
La gran función del mediador es conciliar dos
partes discordes entre sí. Una y otra vez los papiros hablan del nombramiento
de un mesites para que ponga de
acuerdo a dos individuos o partidos que se extrañan los unos de los otros. La
obra de Jesús es derribar el muro que media entre Dios y el hombre.
(III)
Para ser efectivo y eficaz, el mediador debe
representar perfectamente a cada una de las partes. Ireneo describe a Jesús con
laspalabras: hominibus ostendens
deum, deo autem exhibens hominem, esdecir, mostró a Dios a los hombres, y
exhibió a los hombres ante Dios.
La misma palabra nos presenta el
gran misterio de Cristo, que es, a un tiempo, verdadero Dios y verdadero
hombre. He aquí la razón por la que él, y sólo él, es el único mediador entre
Dios y el hombre.