G3952
PAROUSIA3952
LA VENIDA DEL
REY
del presente participio de G3918; estar cercar, i.e. adviento (a menudo, retorno; específicamente de Cristo para castigar a Jerusalén, o finalmente a los malos); (por implicación) fís. aspecto:- advenimiento, presencia, venida.
La palabra griega parousia se ha naturalizado en
castellano como vocablo técnico para significar la segunda venida de Cristo. El
uso de esta palabra en el griego secular contemporáneo del NT es extremadamente
interesante.
(I)
En el griego clásico, significa simplemente la
"presencia" o "venida" de personas o cosas. Puede usarse en
frases como la "presencia" de amigos o la "presencia" de
desgracias. Un hombre jura, en presencia de los hermanos y los pastores,
cumplir cierto deber. Muy a menudo, Pablo usa
parousia en este sentido simple y no técnico. El apóstol se
regocija con la parousia, la
"venida", de Estéfanas (1 Co. 16:17); se consuela con la parousia de Tito (2 Co. 7:6); exhorta
a los filipenses a ser tan obedientes en su ausencia como lo habían sido
durante su parousia con ellos
(Fil. 2:12). Los corintios le dicen el improperio de que, por muy duras que
sean sus cartas, su parousia
corporal es débil (2 Co. 10:10).
(II)
Pero, característicamente, en el NT, parousia es la palabra que significa
la segunda venida de Cristo (Mt. 24:3, 27, 37, 39; 1 Ts. 2:19; 3:13; 4:15;
5:23; 2 Ts. 2:1, 8, 9; Stg. 5:7, 8; 2 P. 1:16; 3:4, 12; 1 Jn. 2:28). Estudiemos
su uso secular contemporáneo del NT, para ver qué clase de imagen dirigía las
mentes de los primeros cristianos.
En los papiros y en el griego
helenista, parousia es la palabra
técnica que se usaba respecto de la venida de un emperador, de un rey, de un
gobernador, y, en general, de una persona importante, a la ciudad o a la
provincia. Tal visita requería una serie de preparativos. Por ejemplo, se
imponían tributos para regalar al rey una corona de oro. Con motivo de la
visita de Ptolomeo Soter a la villa de Cerceosiris, debían recogerse ochenta
artabes de maíz. La venida de un rey exige siempre que todo esté a punto para
recibirle.
Posteriormente, una de las
costumbres más comunes de las provincias consistía en datar una nueva era a
partir de la parousia del
emperador. Esto es lo que hizo Cos respecto de la parousia de Cayo César (4 d. de J.C.)
y Grecia respecto de la parousia
de Adriano (124 d. de J.C.). Un nuevo tiempo comenzaba con la venida del rey.
Otra práctica común era acuñar
monedas para conmemorar la visita del rey. Conocemos los viajes de Adriano
merced a esta costumbre. Cuando Nerón visitó Corinto, se imprimieron monedas
para conmemorar su adventus, su
adviento, que es la palabra latina equivalente a la griega parousia. Es como si con la venida del
rey hubiera brotado una nueva serie de valores.
Parousia se utilizaba a veces respecto de la invasión de una
provincia por un general. Así es como se usa cuando, por ejemplo, Asia fue
invadida por Mitrídates. En estos casos,
parousia describe la entrada en escena de un nuevo poder
conquistador.
Finalmente, parousia expresaba la visita de un
dios. Por ejemplo, Esculapio, dios de la sanidad, visitaba y sanaba en su
templo a los enfermos que iban hasta él. En el sentido político, la parousia del rey, del gobernador o del
emperador, significaba a menudo la ocasión de hacer peticiones y de enderezar
entuertos. Aquí la palabra describe una visita curadora y correctiva.
Reteniendo en
mente todo lo dicho, vayamos al NT y veamos cómo se usa parousia en él.
(I)
Se utiliza como la base de la demanda de
conservar inmaculada nuestra vida para la venida del Rey, debiendo hacerse toda
clase de preparativos (1 Ts. 3:13; 5:23; 1 Jn. 2:28).
(II)
Se utiliza como una razón para la paciencia (Stg.
5:7, 8). La venida del Rey se acerca y él corregirá los abusos.
(III)
Se habla de la
parousia como digna de desear y de orar por ella (2 P. 34, 12).
R. L. Stevenson cuenta de un vaquerizo que decía no hastiarse de su trabajo tan
poco atractivo porque "el que tiene algo en el más allá no necesita
aburrirse". El que espera a Cristo tiene ese algo más.
Deissmann dice que la palabra
expresa precisamente el texto: "He aquí tu Rey vendrá a ti" (Zac.
9:9; Mt. 21:5). El cristiano es uno que aguarda a un Rey.