G4678
SOPHIA,4678
PHRONESIS,5428 SUNESIS4907
LA MENTE
EQUIPADA
de G4680; sabiduría (más elevada o más baja, mundana o espiritual):- sabiamente, sabiduría.
Los griegos tenían tres grandes
palabras que describían otras tantas grandes cualidades de la mente; y si un
hombre poseía estas tres cualidades, contaba con una mente bien equipada. Los
escritores del NT se apropiaron de las tres palabras, pues estaban convencidos
de que cuanto describen se encontraba en Jesús y sólo en Jesús.
La primera palabra es sophia. Generalmente, sophia se traduce
"sabiduría", pero sabiduría
de las últimas cosas. En los escritos griegos hay muchas y grandes
definiciones de sophia, pero la
más común dice que sophia es
"conocimiento de las cosas, tanto humanas como divinas, y de sus causas" (Clemente de
Alejandría, Stromateis 1.30.1).
Aristóteles la define como
"el más perfecto de los modos del conocimiento, no sólo de las
conclusiones, sino también de los principios primeros". Dijo que sophia era "conocimiento
consumado de los órdenes más exaltados" (Aristóteles, Etica a Nicómeco 1141 a 20).
Agustín dijo que sophia "pertenece al conocimiento
de las cosas eternas" (De Div.
Quaest. 22). Según Cicerón, sophia
-que él traduce sapientia-
"es conocimiento de lo humano y lo divino" (Tusculanas 4.26), y también dijo que
era "la principal de las virtudes" (Cicerón, De Officiis 1.43). Sophia es conocimiento último, i.e.,
conocimiento de Dios. Sophia
representa el rnayor alcance de la mente humana.
Debemos hacer constar que,
aunque sophia puede ser
convertida en algo nocivo, en sí es noble y siempre implica bondad. Platón
dijo: "Toda sabiduría (sophia)
que esté divorciada de la justicia y del resto de las virtudes es astucia, pero
no sabiduría" (Menexeno 19).
Jenofonte, citando a Sócrates, dice: "Justicia, y cualquier otra forma de
virtud, es sabiduría, sophia
(Memorabilia 3.9.5). Para el griego,
sophia, sabiduría, bondad y nobleza van juntas. No puede existir
la una sin la otra.
La segunda de las tres grandes
palabras es phronesis, que
usualmente se traduce "prudencia". La diferencia básica entre sophia y phronesis estriba en que sophia es teórica y, phronesis, práctica; sophia
tiene que ver con la mente del hombre; phronesis,
con la vida, conducta y acción del hombre.
Aristóteles definió phronesis como la "verdad ... que
se interesa en la acción y relación de las cosas que son buenas para los seres
humanos" (Ética a Nicómaco
1140b 20). También decía que phronesis
es "una virtud de la mente, mediante la cual los hombres toman decisiones
sabias sobre las cosas que son llamadas buenas o malas en relación con la
felicidad" (Aristóteles, Retórica
1366b 20).
Plutarco define phronesis como "esa virtud que
considera lo que debe hacerse y lo que no"
(De Virt. Mor. 440 sigte. Realmente, Plutarco está citando al
filósofo Aristo). Platón decía que phronesis
es la "disposición que nos permite juzgar qué es lo que nos conviene hacer
y qué lo que conviene evitar" (Definiciones
4.11).
Cicerón define phronesis -que él traduce prudentia- como "conocimiento de
las cosas que deben procurarse y de las que deben evitarse". Filón la
definía como "el correcto término medio entre astucia y bobaliconería" (De Proem. et Poen 14).
Phronesis es una virtud extremadamente
práctica. En un papiro, cierto escritor habla de la "phronesis, prudencia, que
aumenta las propiedades de un hombre". En otro papiro hay un poema
pesimista que reza así: "Quien piense que va a prosperar por medio de
la phronesis, prudencia, espera
en vano. Pues, en esta vida, todo sucede por la
tuche, suerte, y no por la
phronesis, prudencia".
Muy a menudo los escritores
clásicos contrastan y comparan sophia
con phronesis. Filón dice
que sophia se ocupa del servicio
de Dios, y, phronesis, de la
ordenación de la vida humana (De
Proem. et Poen. 14).
Aristóteles dice que sophia tiene que ver con todo lo que
es inmutable, y, phronesis, con
todo lo que está sujeto a cambio, con lo que es oportuno en cualquier
circunstancia (Magn. Mor. 1197a
34). Panecio, el filósofo estoico, decía que
sophia es conocimiento de las cosas humanas y de las
divinas, y phronesis es
conocimiento de las cosas buenas, de las malas y de las que no son ni buenas ni
malas (Diógenes Laercio, 7.29).
La tercera de las grandes
palabras griegas, que constituyen la buena dotación de la mente, es sunesis. Sunesis significa
literalmente "unión", "encuentro", confluencia; es,
ciertamente, la facultad de unir por
parejas. Aristóteles dijo que sunesis
se interesaba únicamente en el juicio (Ética
a Nicómaco 1143a 10). Para
Demóstenes sunesis era "eso
por lo que las cosas bellas y sencillas se distinguen". Cuando Tucídides
está describiendo cómo pueden calcularse las probabilidades en la guerra, dice
que "el conocimiento, sunesis,
fortifica el coraje" (Tucídides, 2.62). Es decir, una evaluación
inteligente de la situación da fundamento y fuerza al coraje. Cuando habla de
las naciones bárbaras, admite la fogosidad y fuerza que tienen, pero dice que
"no están a nivel con las otras razas en
inteligencia general, sunesis, y en las artes de la vida
civilizada" (Tucídides, 2.97). No tienen desarrollada la facultad del
juicio al estilo de las naciones civilizadas. Aristóteles dice que los niños
desarrollan sunesis. "Los
padres aman a sus hijos desde el momento en que éstos nacen, mientras que es
preciso que los niños, para amar a sus padres, hayan alcanzado una cierta
edad y hayan adquirido inteligencia, sunesis, o al menos
sensibilidad" (Aristóteles, Ética
a Nicómaco 1161b 26).
De todo lo dicho, podemos
concluir que, en esencia, sunesis
es crítica. Es la facultad de distinguir entre las diversas formas de acción
posibles según los diferentes valores de las cosas y las diversas situaciones y
relaciones que se dan entre las gentes. Sunesis
es la habilidad de probar, distinguir, criticar, evaluar y formar juicios.
Así, pues, apreciamos que la
mente equipada tiene una triple sabiduría:
(a)
la sabiduría que puede ver y entender lo último e
infinito de las cosas;
(b)
la
sabiduría que puede ocuparse en los problemas prácticos de la vida y el vivir
cotidianos;
(c)
la sabiduría que puede juzgar y someter a prueba
las diversas reglas de conducta, y escoger la mejor dentro de una determinada
situación.
Es interesante y necesario tomar
nota de que, una y otra vez, la Biblia auna la sabiduría teórica, sophia, con la sabiduría
práctica, phronesis y con la sunesis. Según el punto de vista
bíblico sobre la vida, un hombre precisa de ambas formas de sabiduría. Salomón
ora y pide sabiduría, sophia, y
entendimiento, phronesis, un corazón sabio y entendido (1 R. 3:12; 4:29).
En la versión de la misma historia, en Crónicas, David ora para que Dios dé a
Salomón sabiduría, sophia, e
inteligencia, sunesis, que es precisamente la misma oración de Salomón (1
Cr. 22:12; 2 Cr. 1:10). En Dn. 1:17, los cuatro muchachos tienen conocimiento,
inteligencia, entendimiento y sabiduría.
Sabiduría, sophia, y entendimiento, phronesis, requieren la
atención del hombre (Pr. 8:1). Guardar los mandamientos de Dios es señal
de sabiduría e inteligencia (Dt.
4:6). Isaías habla de la sabiduría
del sabio y de la inteligencia,
sunesis, del entendido (Is. 29:14).
El gran valor de todo esto radica
en que el hombre realmente sabio tiene sabiduría teórica y práctica. Anatole
France hablaba de eruditos que tienen tinta en las venas en vez de sangre y que
nunca se habían asomado a la ventana. Ciertamente, la imagen tradicional del
sabio es- la de un hombre encerrado en su estudio, sepultado en sus libros y
perdido en la investigación; un hombre sin contacto con la vida y,
consecuentemente, por completo inefectivo e ineficaz en la conducta del vivir
cotidiano; un hombre que es epitomado en el profesor distraído. Pero el griego
y la Biblia dirían que semejante hombre esincompleto, porque, aunque tenga sophia, carece de phronesis y sunesis. Por otra parte,
la imagen común del hombre pragmático es la del individuo que está siempre tan
ocupado con los negocios prácticos de la vida, que carece de tiempo e
inclinación para molestarse con la teología, la filosofía o, meramente, con el
pensamiento simple y llano.
Este hombre también es
incompleto, porque puede tener phronesis
y sunesis, pero adolece de sophia.
La Biblia ve al hombre como un
todo; al que es sabio en los asuntos de la eternidad y eficiente en los del
tiempo.
Ahora consideremos estas palabras
en el NT, y, juntamente con ellas, nos ocuparemos de sus correspondientes
adjetivos. E! adjetivo de sophia,
sabiduría, es sophos, sabio.
El de phronesis, prudencia,
es phronimos prudente. El de sunesis, inteligencia, es sunetos, entendido, inteligente.
(I)
La sabiduría es propiedad de Dios (Ap. 5:12).
Jesús habla de la sabiduría de Dios (Lc. 11:49); Pablo también habla de la
sabiduría de Dios (Ro. 11:33), la cual es multiforme (Ef. 3:10). La verdadera
sabiduría es conocer a Dios.
(II)
Sabiduría es la característica de Jesucristo (Ap.
7:12). Jesús crecía en sabiduría cuando, en Nazaret, era todavía un mozalbete
(Lc. 2:40, 52). Cuando predicó en esa ciudad, las gentes se preguntaban dónde
había adquirido la sabiduría que se patentizaba en sus palabras (Mt.
13:54; cf. Mr. 6:2). El mismo es
sabiduría de Dios (1 Co. 1:24, 30). En él están todos los tesoros de la
sabiduría (Col. 2:3). Jesús es sabiduría porque nos dio a conocer a Dios, que
es la única sabiduría que importa.
(III)
Sabiduría es la señal distintiva de los hombres
que han sido grandes. Salomón tenía sabiduría (Mt. 12:42; cf. Lc. 11:31). José tenía sabiduría,
que le mantuvo en el buen camino y le enalteció en Egipto (Hch. 7:10). Moisés
fue enseñado en sabiduría (Hch. 7:22). Los requisitos que habían de satisfacer
los primeros diáconos, los siete, eran estar llenos del Espíritu Santo y de
sabiduría (Hch. 6:3). Los judíos no podían resistir la sabiduría con que
Esteban hablaba (Hch. 6:10). Los profetas y sabios son clasificados juntos (Mt.
23:34). Un hombre es realmente sabio cuando conoce a Dios.
(IV)
Sabiduría es la señal del cristiano. Jesús
prometió a sus seguidores darles sabiduría con la cual pudieran enfrentarse a
sus enemigos y perseguidores (Lc. 21:15). La oración de Pablo es que Dios dé
sabiduría y prudencia a su pueblo (Ef. 1:8), que Dios les dé espíritu de sabiduría
(Ef. 1:17). Sabiduría es el objeto de las oraciones y la enseñanza de Pablo
(Col. 4:5). El hombre sabio es el que muestra su fe por las obras (Stg. 3:13).
El cristiano encuentra, en la sabiduría que Jesús le da, solución para sus
problemas y respuesta para sus oponentes. El cristiano ha de ser sabio para el
bien (Ro. 16:19).
(V)
La sabiduría está relacionada con la oración, el
Espíritu Santo y Dios. Los Siete habían de ser hombres llenos del Espíritu
Santo y de sabiduría (Hch. 6:3). Dios da sabiduría al hombre que carece de ella
(Stg. 1:5). La auténtica sabiduría es celestial (Stg. 3:15). Ya hemos visto que
Pablo ora para que Dios dé sabiduría a su pueblo (Ef. 1:17; Col. 1:9). La
palabra de sabiduría en la predicación es un don del Espíritu (1 Co. 12:8). La
única sabiduría que importa no es la que el hombre descubre, sino la aue Dios
da.
(VI)
Y sin embargo, aun siendo cierta la afirmación
que acabamos de hacer, la sabiduría puede ser enseñada, lo cual es el empeño de
Pablo (Col. 1:28). El hombre evoluciona merced a la sabiduría, pues el apóstol
habla sabiduría entre los cristianos maduros (1 Co. 2:6, 7). Hay un evidente
crecimiento en sabiduría. Aunque la sabiduría no es un descubrimiento de la
mente, tampoco puede ser obtenida sin la tenaz actividad del pensamiento. La
auténtica sabiduría viene cuando el Espíritu de Dios se encuentra con la
escrutadora mente del hombre, pero el hombre ha de tomar la iniciativa en la
búsqueda del conocimiento perfecto que procede de Dios. Dios no da sabiduría al
perezoso mental.
(VII)
La sabiduría interpreta el verdadero significado
de las cosas (Ap. 13:18; 17:9). Los mensajes de Dios van destinados al hombre
que tiene ojos para ver y mente para entender. Es bienaventuradamente cierto
que el hombre que busque, encontrará.
Pero siendo la sabiduría grande
como es, puede degenerar. Pablo tiene mucho que decir, especialmente en 1
Corintios, sobre la falsa sabiduría.
(I)
La sabiduría degenerada es la mundanal, la de
este mundo (1 Co. 1:20, 26; 2:6; 3:18). Es la sabiduría que sabe bien cómo
obtener y amasar riquezas de este mundo, pero que ignora lo que es realmente
importante.
(II)
Es una sabiduría palabrera que sólo sirve para
obscurecer la cruz (1 Co. 1:17). Pablo detesta predicar con palabras
persuasivas de humana sabiduría (1 Co. 2:1, 4, 5, 13). Cuando Pablo condena tan
inflexiblemente la palabrera sabiduría del mundo, se estaba inspirando en la
actitud de la sociedad de su tiempo. Los griegos siempre amaron las palabras; y
una de las figuras bien conocidas en el mundo griego era el sofista. Los
sofistas eran oradores tan famosos como estrellas de cine. Pero el sofista
estaba más interesado en cómo decía algo que en qué estaba diciendo. Su interés
primario consistía en adquirir destreza y habilidad en el uso de la palabra; su
principal anhelo radicaba en provocar el aplauso; su deseo más ferviente era
exhibirse. Dio Crisóstomo dijo de los sofistas:
"Se
quedaban boquiabiertos ante el murmullo de la multitud ... Como los hombres que
caminan por la oscuridad, se mueven en la dirección del palmoteo y el
griterío" (Dio Crisóstomo, Oración
33). Uno de ellos dijo a Epicteto: "Quiero que me alabes". "¿Qué
entiendes tú por que te alabe?", preguntó Epicteto. "Quiero que digas
¡¡bravo!!, ¡¡maravilloso!!, contestó el sofista (Epicteto, Discursos 3.23.24). Epicteto describe
la escena de cómo el profesor daba vueltas, tras el discurso que acababa de
pronunciar. ¿Qué te he parecido hoy?" "¡Por mi vida que estuviste
admirable!" "¿Qué pensaste de mi mejor pasaje?" "¿Cuál fue
ése?" "Donde describí a Pan y a las ninfas." "¡Oh!, lo
hiciste excesivamente bien" (Epicteto,
Discursos 3.23.11). Veamos otra escena descrita también por
Epicteto.
"Me
parece que el auditorio de hoy era más grande", dice el profesor.
"Sí, mucho más." "Unos quinientos, calculo yo." "¡Oh,
qué disparate!, no podían ser menos de mil." "iCa!, eso es más de lo
que Dio tuviera alguna vez; me admiro por lo que fue: ellos también apreciaban
lo que dije." "La belleza, señor, puede mover hasta las piedras."
Pablo conocía a los predicadores
y maestros que estaban más interesados en las frases que en la verdad, que no
deseaban sino exhibir su destreza y suscitar el aplauso de la multitud. Pablo
conocía al predicador y maestro que le preocupaba más lo que los hombres
pudieran pensar de él que lo que pensara Dios; que estaban más ansiosos por que
los hombres les miraran que por que les mirara Dios. He aquí lo que Pablo quiso
decir por sabiduría de este mundo. Sabiduría que, por cierto, aún no ha
desaparecido del todo.
(III)
Tal sabiduría no conoce realmente a Dios (1 Co.
1:21). Es más seductora que instructiva (1 Co. 2:4, 5). Es sabiduría del
hombre, no de Dios (1 Co. 2:13). Es sabiduría del hábil polemista, más
interesado en la exhibición de acrobacias mentales que en la búsqueda de la verdad
(1 Co. 1:20). Es vana en el sentido de que no ayuda a nadie ni conduce a nada
(1 Co. 3:20). Al final de los tiempos, será destruida por Dios y se demostrará
lo insensata y extravagante que realmente es (1 Co. 1:19, 27; 3:19).
La única sabiduría verdadera no
es consecuencia del orgullo, sino de la humildad. La única enseñanza sabia no
apunta hacia sí misma, sino fuera de ella. La predicación degenera siempre que
busca el aplauso. No hay sabiduría en el proceder del maestro y del predicador
cuya personalidad y métodos obscurecen a Cristo, antes degenera en esa necedad
que, en el fin de los tiempos, recibirá la convicción y condenación que merece.
Ahora veamos
las palabras restantes, phronesis y
phronimos, sunesis y sunetos.
Phronesis, el nombre, sólo se encuentra
dos veces en el NT, Lc. 1:17 y
Ef. 1:8, pero phronimos, su
adjetivo correspondiente, aparece con más frecuencia. Phronesis, como vimos, es la sabiduría
práctica que debe o no ser hecho en una situación dada. El que edificó su casa
sobre la roca era phronimos (Mt.
7:24). En el mundo, el discípulo debe ser
phronimos como una serpiente (Mt. 10:16). El mayordomo sabio que
organiza bien la casa es phronimos
(Mt. 24:45; cf. Lc. 12:42). Las
vírgenes que no olvidaron el aceite para sus lámparas eran phronimos (Mt. 25:2, 4, 8, 9). Cuando
Pablo se dirige a los corintios, como una apelación a su sentido común, dice:
"Como a sensatos os hablo" (phronimos)
(1 Co. 10:15).
A veces, esta sabiduría práctica
puede degenerar en arrogancia (Ro. 11:25; 12:16; 1 Co. 4:10; 2 Co. 11:29). Un
hombre puede llegar a impresionarse demasiado con su destreza. En la novela de
Barrie, Sentimental Tommy, cuando
Tommy había hecho hábilmente algo en la escuela, al ir a casa acostumbraba
decir a su admirada hermana: "¿No soy maravilloso?" Esta sabiduría
práctica puede llegar a ser como la de Tommy.
Hay dos pasajes que muestran
especialmente el significado de phronimos.
La serpiente que sedujo a Adán y Eva es llamada
phronimos (Gn. 3:1); y el mayordomo infiel, que primero estafó a
su señor, y después tomó medidas para salvaguardar su ocio y comodidad, es
llamado phronimos (Lc.
16:8). Phronesis es, sobre todo,
la habilidad para desenvolverse en una situación específica; la sagacidad para
descubrir qué necesita ser hecho y qué no; la sabiduría del hombre que nunca
está perplejo.
Sunesis y
sunetos no son muy frecuentes en el NT. El escriba contestó a Jesús que los
hombres han de amar a Dios con todo su corazón,
Su entendimiento, sunesis, su alma y sus fuerzas. Los rabies se
maravillaban de la sunesis de
Jesús, cuando estaba con ellos en el templo (Lc. 2:47). Sergio Paulo, el
gobernador romano, es descrito como sunetos
(Hch. 13:7). En Ef. 3:4, sunesis
describe el conocimiento de Pablo del misterio de Dios. En Col. 1:9, Pablo ora
para que los colosenses tengan sophia
y sunesis; y, en Col. 2:2,
sunesis puede traer certidumbre.
Pablo ora para que Dios dé entendimiento,
sunesis, al joven Timoteo. La
sunesis también puede convertirse en algo mundanal y afectado, y,
entonces, será destruida (1 Co. 1:19). Jesús dice que las grandes cosas están
escondidas de los sabios y los entendidos
(sophoi y sunetoi), y son reveladas a los niños (Mt. 11:25; cf. Lc. 10:21).
La esencia de sunesis es la facultad crítica que,
como Lightfoot apunta, "ve la índole de las cosas". Su esencia es
discriminación y juicio sabio. Puede prever las implicaciones de una acción y
su consecuencia última. No sólo ve cómo es algo en el momento presente, sino
también cómo será.
La dotación cristiana de la mente
es multilateral. Está la sabiduría teórica,
sophia, que ve las verdades últimas de Dios; está la sabiduría
práctica, phronesis, que
distingue lo que debe hacerse en una determinada situación; está la sabiduría
crítica, discriminante, sunesis,
que puede evaluar y ponderar la proyección de cualquier obra que haya de
emprender. El cristiano no es únicamente un soñador de largos pensamientos,
largos y desvinculados de la realidad del mundo; el cristiano no es solamente
el hombre afanado en los negocios que nunca piensa en las últimas cosas; el
cristiano no es simplemente un astuto evaluador de una política o una
situación. El cristiano es las tres cosas. No sólo tiene la visión de conocer a
Dios; dispone también del conocimiento práctico para convertir esa visión en
acción y, además, del sano juicio que le permite escoger la forma de acción
idónea para lograr su objeto. Unicamente el cristiano es soñador y, a la vez,
hombre de acción.