G5401
PHOBOS5401
EL TEMOR
RAZONABLE Y EL INSENSATO
del primario φέβομαι fébomai (ser puesto en temor); alarma, o susto:- respeto, respetuosa, temer, temor, miedo.
La palabra phobos significa "miedo",
"temor", y, en el griego de todas las épocas, ha sido considerada una
"palabra intermedia". Es decir, la palabra en sí es completamente
neutral, pero, según la forma en que se use y el contexto en que se encuentre,
puede tener significado positivo o negativo, y puede describir algo que es útil
y digno de elogio o, por el contrario, algo nocivo y despreciable. En griego, phobos, "miedo", puede ser
tanto la característica de un cobarde como de un hombre verdaderamente
religioso.
En el griego clásico, phobos tiene tres significados
principales.
(a)
Homero casi siempre la usa con el significado de
"pánico" o "fuga". "Sobrecogedora fuga -dice Homero-
compañera del glacial phobos,
terror" (lliada, 9.2). Phobos,
en el griego primitivo, siempre comporta la idea de fuga, de huir aterrorizado
de la batalla. La voz pasiva del verbo correspondiente, phobeisthai, significa "ser
puesto en fuga", y es lo opuesto a
hupomonein (del que procede hupomone),
que significa "aguardar a pie firme", "soportar". La
palabra expresa el fallo nervioso que hace a un hombre apretar los talones y
huir despavorido.
(b)
Generalmente, en el griego clásico, phobos significa "miedo" en
el más amplio sentido de la palabra, y es lo opuesto a tharros, que significa
"coraje".
(c)
Finalmente, en el griego clásico, phobos significa el "temor que se
tiene o la "reverencia" que se da a un gobernante de alto rango y,
especialmente, a un dios. Denota la profunda sensación de respeto que un hombre
experimenta en presencia de alguien que es infinitamente superior a él.
Phobos es muy común
en el NT, donde se encuentra unas cuarenta y siete veces. Veamos la palabra en
los evangelios sinópticos y en Hechos.
Se usa con referencia a la
reacción de los discípulos cuando vieron a Jesús andar sobre las aguas (Mt.
14:26) y cuando calmó la tempestad (Mr. 4:41). Se utiliza respecto de la
reacción de las gentes tras la curación del paralítico (Lc. 5:26), tras la
resurrección del hijo de la viuda de Naín (Lc. 7:16) y tras la curación del
endemoniado gadareno (Lc. 8:37). Se emplea respecto de la turbación de Zacarías
cuando vio al ángel del Señor junto al altar (Lc. 1:12), al temor de los que
estaban presentes cuando Zacarías recobró la palabra (Lc. 1:65), de los
pastores que oyeron el cántico de los ángeles (Lc. 2:9), de los guardas de la
tumba cuando el ángel removió la piedra (Mt. 28:4), de la forma en que las
mujeres volvieron a casa tras haber visto la tumba vacía (Mt. 28:8) y de las
sensaciones que experimentarán los hombres en medio de los impresionantes
eventos de los últimos días (Lc. 21:26).
En Hechos se usa con relación al
temor que sobrevino a las personas que presenciaban las señales y maravillas
que realizaban los apóstoles merced al gran poder que obraba a través de ellos
(Hch, 3:43). También se usa con relación a la actitud de los testigos de la
muerte de Ananías y Safira (Hch. 5:5, 11) y a los derrotados exorcistas e
idólatras de Efeso (Hch. 19:17). De la iglesia se dice que andaba en el phobos, el "temor", del
Señor (Hch. 9:31). Más de una vez, en los evangelios sinópticos y en Hechos, se
usa la palabra en sentido timorato. Y, en cada caso, describe el efecto
especialmente vivo que causa en el ánimo de un hombre el hallarse frente al
divino poder en acción. Siempre expresa lo que siente un hombre cuando se
encuentra frente a lo que Otto llamaba "lo enteramente otro", cuando
se encuentra cara a cara con algo que está fuera de él, que es diferente a él,
que lo trasciende, que no puede entender.
He aquí la gran verdad de que no
puede haber religión sin reverencia. Entre el hombre y Dios hay
"intimidad" pero no "familiaridad". Phobos describe el sentir del hombre
que está "perdido en lo maravilloso, en el amor y en la alabanza".
Describe el temor que experimenta la criatura en presencia del Creador.
Swinburne escribió esta ya famosa frase: "Gloria al hombre en las alturas,
pues el hombre es el dueño de las cosas."
Phobos es exactamente lo contrario, pues, en su sentido más
elevado, phobos es la reverencia
esencial del hombre en presencia de Dios.
En el resto del NT, phobos es una palabra mucho más
complicada. Tiene tanto el sentido positivo como el negativo. Comencemos por el
positivo.
(I)
En algunos casos, la Versión Reina Valera Antigua
traduce phobos con la palabra
"temor", donde el significado es, más bien, "reverencia".
Ya hemos visto que en Hch. 9:31 se dice que las iglesias "andaban en el
temor del Señor", esto es, los cristianos vivían reverentemente. Pablo
condenaba de los injustos que no hubiera "temor de Dios" delante de
los ojos de ellos (Ro. 3:18). Faltaban la reverencia y el respeto que deben
darse y guardarse a Dios. Pedro habla de conducirnos "en temor" todo
el tiempo de nuestra peregrinación (1 P. 1:17). En este sentido, phobos describe la condición de un
hombre que está viviendo a la luz de la eternidad, que siempre es consciente de
Dios, que nunca olvida que un día dará cuenta de sus hechos.
(II)
Este phobos,
esta "reverencia", esta "situación de enterado" con
respecto a Dios, es fuente de grandes logros, como lo es una "vida
casta" (1 P. 3:2). Conocer a Dios trae, necesariamente, una influencia
antiséptica a la vida.
(III)
Este phobos
es fuente de "santidad" (2 Co. 7:1). Porque Dios es santo, el hombre
de Dios también ha de ser santo. Es preciso que haya diferencia entre la vida
cristiana y cualquier otra, pero la fuerza motriz y la causa de esa diferencia
tienen que ser en el sentido de Dios.
(IV)
Este phobos
está relacionado con la "aflicción piadosa" que trae arrepentimiento
(2 Co. 7:11). Una de las raíces del arrepentimiento debe ser la sensación de
insuficiencia, de fracaso, de indignidad en presencia de la santa perfección de
Dios. Dicha sensación produce, de inmediato,
phobos, el sentido de pequeñez de la criatura ante el Creador.
(V)
Este phobos
es la fuente de la superación cristiana (Fil. 2:12). El cristiano debe ocuparse
de su salvación con phobos,
"temor" y temblor. El sentido del juicio con que se enfrenta, el
tener conciencia de la meta que puede perder, el sentido de la crucial
importancia de la vida y del vivir, la convicción de la necesidad de procurar
merecer el amor de Cristo, todo combinado, ha de llenar al cristiano de una
temerosa admiración, de un tembloroso anhelo, de una apasionada ansia de
superación.
(VI)
Este phobos
es la base del "respeto" y del "servicio" que los
cristianos están llamados a tenerse y a prestarse mutuamente (Ef. 5:21). Los
cristianos viven en presencia de Dios. Cada cristiano no debe ser sólo
consciente de su salvación personal, sino también de la salvación de su
hermano, por quien Cristo murió igualmente. Los cristianos, como consecuencia
de su reverencia a Dios, han de reverenciarse entre sí.
(VII)
Este phobos
puede ser "la fuerza motriz de la persuasión" (2 Co. 5:11). Pablo,
precisamente porque conoce el phobos
de Dios, procura persuadir a los corintios. Es del todo erróneo extirpar del
mensaje cristiano la amenaza que está presente en él. El cristianismo siempre
llega al hombre con una promesa y un ofrecimiento, pero cualquier promesa puede
no ser creída y cualquier ofrecimiento puede ser rechazado, lo cual, necesariamente,
tiene sus consecuencias.
(VIII)
Las Epístolas Pastorales contienen un ejemplo
especial de Phobos. La disciplina
cristiana debe ser aplicada públicamente para que los demás también
"teman" (1 Ti. 5:20). Es interesante esta idea cristiana de que no
sólo se aplique públicamente la disciplina por amor al que ha pecado, sino
también como advertencia a los demás para que se comporten rectamente.
Podemos ver fácilmente cómo el NT
define grandes obras para realizarlas en virtud de este phobos, de esta
"reverencia", de esta "conciencia" de la presencia de Dios.
Veamos ahora.
el lado negativo, malo, de phobos.
(I)
Primeramente, consideremos un par de acepciones
de phobos que en sí no son malas,
pero que podrían llegar a serlo. Phobos
describe la "huida natural" de cualquier tarea difícil. Así, Pablo
usa phobos respecto de su propio
sentir con respecto a la poco feliz situación que se había creado entre él y la
iglesia de Corinto (1 Co. 2:3; 2 Co. 7:5). Semejante phobos es natural e inevitable. Cuanto
más sensible sea un hombre, más experimentará esta clase de phobos. En sí, no es nada vergonzante,
pero puede llegar a ser fatal si logra impedir al hombre que lo experimenta que
cumpla su deber y que se enfrente con lo que, en conciencia, sabe debe
enfrentarse.
(II)
Phobos se usa con referencia al "respeto" que
ha de tenerse a la autoridad humana. Los corintios recibieron a Tito con phobos (2 Co. 7:15). Repetidamente el
NT impone se trate con el debido phobos
a todos aquellos que están revestidos de autoridad tanto en el Estado como en
la iglesia (Ro. 13:7; Ef. 6:5; 1 P. 2:18). Pero debemos tener muy en cuenta que
este respeto nunca ha de transformarse en culto. Hay que dar a César lo que es
suyo y a Dios lo que le corresponde.
(Ill) Ahora veamos
definitivamente el lado nocivo de phobos.
Hay un phobos que es,
característicamente, la emoción del hombre dañino (Ro. 13:3). Frente a la
autoridad, el hombre probo no tiene nada que temer. Phobos es la parte infantil del
malhechor.
(III)
Hay en el phobos,
el "temor", de la muerte (He. 2:15). Un periodista americano puso a
la cabeza de la lista de sus normas particulares de vida: "Nunca pensaré
en la muerte." El doctor Johnson declaró que el temor de la muerte estaba
tan arraigado en el ser del hombre, que la vida era un largo esfuerzo para
mantenerlo a raya. La esperanza cristiana libra al hombre de esta clase de phobos. El cristiano tiene razones
para no estar obsesionado por el temor de la muerte.
(IV)
Phobos y legalismo van de la mano. El legalismo reduce a
un hombre a la condición de esclavo en vez de exaltarlo a la de hijo, y el
sentir característico del esclavo es el phobos,
el "temor" (Ro. 8:15). Pablo creía que la religión dominada por la
ley no puede resultar nada más que en temor. Pero la fe del cristiano está
regida por la gracia, merced a la cual es hijo del amor y no esclavo de la ley.
(V)
La cura del
phobos, del "temor", es el amor (1 Jn. 4:16, 18). El
perfecto amor echa fuera de la vida el temor. El temor, dijo Juan, lleva en sí
tormento (1 Jn. 4:18). El temor tiene que ver con el castigo, pero el
cristianismo no enseña a pensar tanto en la venganza de Dios como en su amor,
no tanto en el castigo de Dios como en su perdón.
Aunando el pensamiento de Pablo
con el de Juan, llegamos a una conclusión muy interesante y sugestiva: el temor
es el distintivo de una religión inadecuada. Cuando el temor es la fuerza
motriz de la religión, quiere decir que el hombre está pensando en la religión
en términos de ley y de venganza de Dios. En el cristianismo hay ley y juicio,
pero, cuando ambos llegan a ser tan dominantes que echan fuera de los
pensamientos del hombre la gracia y el amor, resulta en una religión
inadecuada.
(VI)
Phobos, "temor", es lo que acobarda a un
hombre para que no dé el testimonio cristiano que se espera de él. Esta forma
de usar phobos es característica
del Cuarto Evangelio. El miedo a los judíos contuvo a los hombres de confesar
su fe en Jesús (Jn. 7:13), hizo que José de Arimatea permaneciera como
discípulo secreto (Jn. 19:38) y forzó a los discípulos a encerrarse después de
la crucifixión (Jn. 20:19). El temor es lo que, en tiempo de aflicción, impide
a un hombre proclamar quién es y a quién sirve (1 P. 3:14). Phobos destruye el heroísmo esencial
de la fe cristiana.
En el NT, phobos es una de las grandes palabras.
No puede haber religión sin el temor reverente de la criatura en presencia del
Creador. El sentir reverente, el tener conciencia de Dios, es, a la vez, la
profilaxis contra el pecado, la dinámica de la vida cristiana y la causa del
esfuerzo y la superación cristianos. Pero cuando la reverencia se vuelve temor,
en el sentido más vulgar del término, entonces la religión se torna raquítica e
inadecuada, ya que, por haber perdido la gracia, ha perdido la gloria.