G578
APOBLEPEIN,578
APHORAN872 Y ATENIZEIN816
LA MIRADA
FIJA
de G575 y G991; mirar con exclusión de todo lo demás, i.e. (figurativamente) considerar intencionalmente:- poner la mirada.
Apoblepein se utiliza
sólo una vez en el NT y aphoran dos, pero son palabras tan sumamente
expresivas, que compensan el estudio más intenso. Sinónimas en todos los
sentidos, ambas significan lo mismo y participan con mucho de la misma
historia. Tanto blepein como horas significan "ver" o
"mirar", y apo, que es la primera parte de las dos palabras,
quiere decir "de lejos", y las dos partes unidas: "mirar algo de
lejos a fin de fijar nuestra mirada en una cosa en particular". La idea es
concentrar la atención en una parte de un todo y desentenderse de todas las
demás partes.
El ejemplo
importante de apoblepein está en
Hebreos 11:26, donde leemos que Moisés renunció al placer, al ocio y al lujo
del que pudo haber disfrutado en Egipto, a fin de identificarse con las luchas
y tristezas de su pueblo; y se dice que actuó así porque "miraba a la
remuneración". La Versión Reina Valera, revisión de 1960, traduce:
"porque tenía puesta la mirada en el galardón", la VP, "tenía la
vista puesta en la recompensa". El significado es que se despreocupó de
las recompensas de la tierra para concentrarse en las de los cielos.
El ejemplo
importante de aphoran está en
Hebreos 12:2, donde se nos manda "poner los ojos en Jesús". VP dice
"fijemos nuestra mirada en Jesús", y la Versión Reina Valera,
revisión de 1960, "puestos los ojos en Jesús". Moffat, en su
comentario sobre Hebreos, sugiere la traducción "no teniendo ojos nada más
que para Jesús". La idea es que hemos de apartar nuestra mirada de todo lo
demás para fijarla en Jesús.
Pero, a fin
de captar todo el contenido de estas palabras, veamos su uso en griego.
Primero,
consideremos apoblepein. Suidas,
el léxico griego, nos dice que apoblepein
es utilizada por Esquines como sinónima de
thaumathein, que significa "admirarse",
"maravillarse".
dice que
cuando Apolonio, el famoso sofista, desembarcó en Egipto, a medida que
avanzaba, la gente lo "contemplaba"
(apoblepein) como si fuera un dios. Cuando Jenofonte se refiere a
un hombre de cuyos servicios necesitaba el país, dice: tu patria se ha
"fijado" (apoblepein)
en ti. Filón cuenta que el albañil, cuando está edificando,
"examina" (apoblepein)
continuamente el modelo facilitado por el arquitecto. Jenofonte habla de una
persona tan vanidosa, que pasaba todo el tiempo "contemplándose" (apoblepein) en todo aquello que
reflejara su imagen. Platón afirma que la aspiración del amante es
"ver" (apoblepein) que
el amado le rinde en todo un completo amor y una absoluta dependencia. Cierta
inscripción efesia se refiere a uno que "miraba" (apoblepein) por la reverencia de los
dioses y por el honor de la más ilustre ciudad de los efesios. Teofrasto, en
su Caracteres, usa apoblepein para describir la mirada de
extática atención que el adulador fija en la persona que quiere impresionar.
Ahora,
consideremos aphoran. Luciano la
usa respecto de un hombre que está mirando atentamente a otro cuyo argumento
sigue. Epicteto utiliza esta palabra dos veces. Una, especificando las
aspiraciones que tiene para sus alumnos: "Por tanto, ahora yo soy vuestro
maestro, y vosotros estáis aprendiendo en mi escuela. Y mi propósito es hacer
de vosotros una obra perfecta: seguros contra la cohibición, la compulsión y el
impedimento; libres, prósperos, felices, teniendo en cuenta (aphoran) a Dios en toda obra que
iniciéis, ya sea grande o pequeña". Después presenta al gran héroe y
benefactor Hércules, que "contaba" con Zeus para todo lo que
emprendía. Josefo describe la muerte de Aarón y dice que la multitud lo
"miraba maravillada" (aphoran).
Todo este
contenido nos da una magnífica imagen de la forma en que el verdadero cristiano
ha de mirar la santidad de Dios y la maravilla de Jesucristo, esto es: con
absoluta fijeza y total concentración; con extraordinario asombro; como el que
contempla admirado un campeón y un salvador; como el que examina un proyecto
magistral que es modelo de vida; como el amado que mira arrobado a su amante;
como el hombre que mira a su amigo íntimo; como el hombre que mira a Dios
cuando Dios ha llegado a ser para él la única realidad de su vida.
Aphoran y
apoblepein describen el mirar de un alma que está "perdida en lo
maravilloso, en el amor y en la alabanza".
Hay otra
palabra en el NT que también implica fijeza en la mirada: atenizein, que significa "mirar
atentamente a". Esta es una de las palabras favoritas de Lucas. Aparece
catorce veces en el NT, con la distribución siguiente: dos veces en 2 Corintios
(3:7, 13), otras dos veces en el Evangelio según Lucas y, las diez restantes,
en Hechos. Se usa con relación a la gente que, en la sinagoga de Nazaret,
miraba a Jesús con atento azoramiento (Lc. 4:20). Se utiliza respecto de la
forma escrutadora en que la sierva del sumo sacerdote miraba a Pedro cuando
éste fue reconocido (Lc. 22:56). Se usa para indicar que los discípulos miraban
fijamente a Jesús en tanto ascendía a los cielos (Hch. 1:10). Se emplea con
referencia a la forma en que Pedro y Juan miraban al paralítico que estaba a la
puerta del templo (Hch. 3:4) y a la forma atónita en que las gentes los miraban
a ellos tras el milagro (Hch. 3:12). Se utiliza respecto de la forma de mirar
el Sanedrín a Esteban mientras él hablaba con elocuencia y controvertía con
poder (Hch. 6:15) y de la forma en que Esteban miraba al cielo en tanto caía bajo
las piedras de la chusma (Hch. 7:55). Se usa con relación a la atemorizada
mirada que Cornelio dirigió al ángel que le avisó de la venida de Pedro (Hch.
10:4) y a la forma en que éste miró a la visión del lienzo con las criaturas
(Hch. 11:6). Se usa respecto de la forma penetrante en que Pablo miró a Elimas,
el mago hostil (Hch. 13:9), de la mirada esperanzada del paralítico de Listra
(Hch. 14:9), de la penetrante mirada de Pablo al Sanedrín (Hch. 23:1) y de la
forma en que el pueblo miraba a Moisés cuando descendía del monte, o, más bien,
de la forma en la cual era imposible para ellos mirarlo porque la divina gloria
resplandecía en el rostro del gran líder (2 Co. 3:7, 13).
Por tanto,
puede apreciarse que la palabra arenizein
se refiere a esa forma de mirar en la que se combinan la perplejidad y el
pasmo; el escrutinio que acaba reconociendo (como sucedió con la sierva del
sumo sacerdote respecto de Pedro) y el estar maravillado, expectante y
esperanzado. Es esa forma de mirar con manifiesta e indiscutible autoridad.
Ahora bien, lo interesante es que cuando vamos a los escritos de Clemente de
Roma (hacia finales del siglo I d. de J.C.), primer padre apostólico y uno de
los más grandes líderes de la iglesia, notamos que no utiliza apobiepein ni aphoran, sino que es muy aficionado a
la palabra arenizein, la cual usa
en una triple y notable dirección.
(I) En
primer lugar, la usa en su primera carta a los corintios, cap. 36, donde
apremia al cristiano a mirar fijamente y con resolución (arenizein) a los cielos. En un mundo
hostil y tentador, la mirada del cristiano ha de estar puesta atentamente en
los cielos.
(II) En
segundo lugar, la usa respecto de Dios. En la misma carta, cap. 19, dice:
"Fijemos nuestra mirada (arenizein)
en el Padre y Creador del universo". Dios ha de ser el objeto del
pensamiento y de la contemplación del cristiano.
(Ill) En
tercer lugar, la usa con relación a Jesucristo. En la misma carta, cap. 7,
escribe: "Fijemos nuestra mirada (atenizein)
en la sangre de Cristo, y discernamos cuán cara es para su Padre, porque fue
vertida para nuestra salvación." El cristiano debe fijar sus ojos en el
malherido y crucificado Cristo.
La palabra
es diferente de apoblepein y
de aphoran, pero la idea es la
misma. En un mundo donde resultaba difícil ser cristiano; en un mundo donde la
sucia contaminación procuraba infectar a los cristianos de cualquier parte; en
un mundo donde cristianos ya habían muerto de forma terrible por su fe, lo
único necesario era mirar fija, resuelta y anhelantemente a los cielos, a Dios
y a Jesucristo. Sólo eso podía confortar y capacitar al cristiano para seguir
siéndolo -y todavía es así.