G728
ARRABON728
EL GOCE
ANTICIPADO DEL PORVENIR
de origen hebreo [H6162]; promesa, i.e. parte del dinero de compra o propiedad que se daba por adelantado como garantía:- arras.
Arrabon tiene uno
de los trasfondos más interesantes y humanos de todas las palabras del NT.
Unicamente Pablo la utiliza, y, al parecer, es una de sus palabras favoritas
porque la usa tres veces y siempre con relación a lo mismo. En 2 Co. 1:22, dice
que Dios nos ha dado el arrabon
del Espíritu Santo en nuestros corazones. En 2 Co. 5:5; habla también del arrabon del Espíritu Santo, y, en Ef.
1:14, se refiere al Espíritu Santo como el
arrabon de nuestra herencia. En cada uno de los tres casos, la
Versión Reina Valera Antigua traduce arrabon
con la palabra "prenda". La Versión Popular dice
"garantía", y, la Versión Reina Valera, revisión de 1960, traduce
"arras".
En el griego
clásico, arrabon significa
regularmente la señal en dinero que un comerciante tenía que depositar por
anticipado cuando cerraba un trato, dinero que perdía si la operación no se
llevaba a cabo. Era la primera entrega o plazo que se pagaba en señal y, a la
vez, garantía de que el resto sería amortizado a su debido tiempo.
La palabra
es muy común en los papiros, relacionada con documentos comerciales y
contratos. Milligan cita algunos usos muy interesantes de ella. Cierta mujer
estaba vendiendo una vaca y recibió mil dracmas como arrabon de que el resto del precio
sería pagado. Determinadas bailarinas fueron contratadas para las fiestas de un
pueblo; se les adelantó una cierta cantidad en dracmas como arrabon y se estipuló que dicha
cantidad sería tenida en cuenta cuando, tras la representación, cobraran. Y -un
ejemplo divertido- cierto hombre escribe: "Con relación a Lampón, el
cazador de ratones, le pagué para ti ocho dracmas, como arrabon, para que cace ratonas cuando
están preñadas". El anticipo se hace como garantía del pago completo, por
lo que Lampón proseguirá con la tarea de cazar ratones aun cuando el ritmo sea
bueno. Así, pues, en el griego secular contemporáneo del NT, arrabon es normalmente la parte de un
pago que se da como seguridad y garantía de que el resto se liquidará después;
es una entrega o plazo, pagado por adelantado que es prueba y señal de que la
suma total será abonada a su debido tiempo.
Ahora bien,
Pablo siempre usa la palabra en conexión con el Espíritu Santo. Por tanto, lo
que Pablo está diciendo es que la donación que Dios nos hace del Espíritu
Santo, aquí y ahora, es un plazo o entrega, una garantía, un goce anticipado de
la vida que el cristiano vivirá, algún día, junto a él.
Las palabras
del Apóstol tenían un trasfondo judío. Para un judío, el Espíritu Santo de Dios
tenía dos grandes funciones. (a) Dios se dirigía al hombre a través de su
Espíritu Santo. El profeta habló porque el Espíritu Santo del Señor estaba
sobre él. Fue el Espíritu Santo de Dios quien reveló a Simeón que, antes de
morir, vería al Ungido del Señor (Lc. 2:25). (b) Pero, también, era el Espíritu
Santo quien, morando en el corazón del hombre, capacitaba a éste para reconocer
la verdad de Dios cuando la oía. Los judíos creían que el Espíritu Santo de
Dios operaba desde fuera del
hombre, trayéndole la verdad, y,
desde dentro, capacitándolo para
reconocerla. El Espíritu Santo, para ellos, era a la vez revelador y piedra de
toque de la verdad.
Por eso,
cuando Pablo usa la palabra arrabon
respecto del Espíritu Santo, su pensamiento es que el conocimiento imperfecto
que los hombres poseen ahora es como el primer plazo de todo el conocimiento
que un día poseerán; que lo que Dios les ha dicho ahora es la señal y garantía
de que un día les dirá todo; que el gozo que viene al hombre ahora, en el
Espíritu, es la señal del perfecto gozo que habrá en los cielos. El Espíritu
Santo, para el Apóstol, es la garantía que Dios nos da de que, aunque ahora
veamos por espejo, oscuramente, algún día veremos cara a cara, y de que, aunque
ahora sólo conozcamos en parte, un día conoceremos como fuimos conocidos (1 Co.
13:12).