Mundo Hispano 2019-09-02
Éxo 12:1-51
(a)
Establecimiento de la Pascua, 12:1, 2. La narración de las plagas es interrumpida para
dar atención detallada a la institución de la Pascua. Evidentemente el tema era
de suma importancia, no únicamente por lo que significaba para la salvación de
los primogénitos de Israel, sino también por lo que significaría para el futuro.
La Pascua, la fiesta más antigua
de Israel, y el éxodo, el momento del nacimiento de la nación, están ligados
inseparablemente. Cada vez que se celebra la Pascua, se recuerdan los poderosos
hechos divinos que iniciaron la historia nacional. Al pensar en la constitución
nacional, se recuerda la Pascua inicial.
Se ha sugerido que posiblemente
los israelitas ya conocían una fiesta religiosa de la primavera antes de la
institución de la Pascua. Moisés pidió permiso del faraón de dejar ir al pueblo
para que celebrara una fiesta a Jehová
en el desierto (5:1). Posiblemente hubiera tal fiesta; sin embargo, la
primera Pascua se celebró en Egipto en las casas, y el propósito no tenía nada
que ver con ritos primaverales de un pueblo nómada. El tema y propósito de la
Pascua inicial estaban basados sobre la esperanza de la salvación de los
primogénitos y sobre la esperanza de la liberación de la esclavitud egipcia. La
fe se concretó con la realidad histórica, y después se formalizó la institución
de la Pascua como fiesta anual.
Entre algunas tribus de Arabia
celebraban una fiesta de la primavera en la que aplicaban sangre a sus tiendas
para protegerlas de la entrada de los demonios. Si Israel conocía aquel rito
pagano, lo cambió totalmente. De todos modos, la Pascua era un rito practicado
exclusivamente por Israel en la época del AT, y lo llevó consigo al entrar en
la tierra prometida. El concepto de Israel de la revelación histórica era
único, y el recuerdo de los hechos salvíficos mantuvo la pureza de la fe revelada
frente al subjetivismo del paganismo contemporáneo.
El principio
de los meses (v. 2). De aquí en adelante, como otra gente semítica,
Israel tendría un calendario civil que comenzaba en el otoño (ver Exo_34:22; 1Sa_1:21),
y otro calendario religioso en el principio de la primavera: Este mes...
será para vosotros el primero de los meses del año (v.2). La palabra mes
significa “una luna llena”, y era el plenilunio del equinoccio de la primavera.
En Exodo, el nombre del mes de
Abib (1Sa_13:4; 1Sa_23:15; 1Sa_34:18),
o “espigas de granos”, evidentemente se refiere a la cebada que abre en la
primavera en Palestina. Años más tarde, durante el exilio babilónico, se cambió
el nombre del mes a Nisán (ver Neh_2:1;
Est. 3:7) para concordar con el calendario de sus vencedores. El mes
corresponde a un período que cae entre abril y mayo del calendario nuestro.
En efecto, Moisés dice que el año
comenzará en aquel mes, cuando su existencia real comience, es decir, el 14 de
Abib con el éxodo de Egipto. Desde aquella noche, se ha celebrado la Pascua
anualmente, y, de los festivales religiosos conocidos en el mundo de hoy, es el
más antiguo que se practica sin interrupción.
(b) El cordero
pascual, 12:3-5. Cada familia debía escoger un cordero o un cabrito el día décimo del
mes (v. 3). El animal debía ser sin defecto, y macho de un año (v.
5), lo que posiblemente significa que podría ser nacido dentro del año. El
animal debía ser guardado cuatro días, para verificar que fuese perfecto:
siempre se ha de ofrecer lo mejor a Dios. (Nótese que no dice nada acerca de
que sea primogénito.)
Una fiesta
familiar. En contraste con las otras fiestas principales de Israel, la Pascua
fue establecida como un festival familiar que se celebraba en el hogar (v.
3). Si la familia era demasiado pequeña, podía compartir el cordero con el
vecino inmediato, de acuerdo con el número de personas (v. 4). Parece
que el propósito de la ley era tener un número de gente suficiente para
consumir el cordero. Posteriormente, las autoridades judías estipularon que el
número mínimo que podía reunirse para celebrar la pascua eran 10. Sin embargo,
habitualmente los participantes eran mucho más numerosos, por lo que se
estableció que la porción mínima del cordero asado podría ser del tamaño de una
aceituna.
(c) La
preparación para la Pascua, 12:6, 7. El cordero debía ser sacrificado el día 14 del
mes, al atardecer (v. 6). Para los judíos el día empezaba por la
tarde; así que, el sacrificio ocurrió el día 14, y la cena se celebró aquella
noche, cuando ya era el 15 de Abib (Nisán), la fecha de iniciar la fiesta de
los panes sin levadura (v. 18). La palabra atardecer es una
traducción del hebreo que significa literalmente, “entre las luces”.
Probablemente se refiere al período entre la puesta del sol y la oscuridad (ver
Deu_16:6), y así lo entendían los
samaritanos; sin embargo, algunos lo interpretaban como el período entre el
mediodía y la puesta del sol, mientras que los fariseos, en el tiempo de Jesús,
evidentemente lo tomaban como el tiempo entre la media tarde y la puesta del
sol.
No se hace referencia a la
presencia de ningún sacerdote. El rito de inmolar al cordero era
responsabilidad de cada familia, y era un acto de fe y obediencia. Parece que
el sacrificio se hizo a la puerta de la casa (v.22), y con un manojo de
hisopo empapado en la sangre untaron el dintel y los postes de la puerta
de las casas en donde comerían el asado (vv. 7, 22). La sangre
simbolizaba la vida (ver Gen_9:4, Lev_17:11); la plaga que iba a venir era la de
la muerte, la cual amenazaba también a Israel. Por medio de la sangre del
cordero, el símbolo de la vida, puesta sobre los postes y los dinteles, las
entradas a la casas, Dios prohibió la entrada del destructor (ver 12:22, 23).
Para Israel, tanto como para los países vecinos, la entrada de la casa, se
consideraba un lugar sagrado (ver Deu_6:9;
Isa_57:8), por lo que buscaban medios
para evitar la entrada de espíritus malignos. La gracia divina se ve en la
sangre, la dádiva de la vida del cordero. Y todavía es así para el creyente:
por medio de la sangre de Jesús, el cordero de Dios, se impide la entrada de la
muerte espiritual y se encuentra la vida eterna.
(d) La comida
pascual,Isa_12:8-11. Hubo tres
elementos en la comida de Pascua: la carne asada al fuego, panes sin levadura y
hierbas amargas (v.8). Después de inmolar y limpiar el cordero, fue asado al
fuego, con su cabeza, sus piernas y sus entrañas (v. 9).
El comerlo era un acto de
identificación con el animal sacrificado: llegaba a ser parte de la vida del
participante. Debían comerlo todo, o quemar en el fuego lo que quedara (v.
10). Al ser dedicado al Señor, el cordero participaba de santidad, y lo
santificado nunca debía ser profanado. El principio se aplicaba tanto al animal
sacrificado al Señor como a las personas que se identificaban con él en su
comunidad de fe.
El cordero debía ser preparado lo
más rápidamente posible. No debía ser comido crudo ni pasado por agua, pues los
dos métodos tomarían demasiado tiempo. Debían comerlo apresuradamente, para
salir inmediatamente (v. 11). El pueblo de Dios debía ser un pueblo
peregrino, preparado siempre para marchar en cualquier momento.
Por razón de la prisa, el pan
debían ser sin fermentar y de fácil preparación. El pan era símbolo de la
aflicción sufrida en Egipto (ver Exo_1:13-14;
Deu_16:3). Las hierbas amargas (v.
8) también representaban la vida amarga que pasaron. Más tarde se
identificaron cinco hierbas que podían ser usadas para cumplir con el requisito
de guardar para siempre la Pascua (vv. 24, 25) : menta, serpentaria,
lechuga, achicoria y diente de león.
Con esperanza y un sentir de
urgencia, debían comer con las sandalias puestas, el bastón en la mano,
y los cintos ceñidos (v. 11). Los cintos ceñidos era una
expresión idiomática tomada de la vida diaria de la época. Cuando los hombres
descansaban en casa llevaban una túnica larga y suelta sobre su ropa interior.
Sin embargo, cuando tenían que moverse rápidamente, o trabajar, o ir de viaje,
la túnica les estorbaba. Entonces, se recogían las orillas del manto y las
metían bajo una faja ceñida alrededor de la cintura. Así podían moverse
libremente sin enredarse en los extremos sueltos de las túnicas. Se decía que
alguien listo para trabajar, o para la batalla, o para emprender viaje, tenía
los lomos ceñidos.
Así lo habréis
de comer:...es la Pascua de Jehová (v.
11). La palabra pascua (pasach H6453) proviene de un verbo
bastante debatido; sin embargo, parece que quiere decir “pasar de largo” o
“pasar por alto”. En el v. 13, se emplea el verbo: Yo veré la sangre y en
cuanto a vosotros pasaré de largo.... No se usa el mismo verbo en el v. 12,
pasaré por la tierra de Egipto.... Cuando Jehová pasó por Egipto pasó de largo, o por alto,
las casas de los israelitas.
(e) Los actos
justicieros de Jehová , 12:12, 13. Se repite la advertencia de
la venida de Jehová para ejecutar sus actos
justicieros contra todos los dioses de Egipto (v.12). Esta vez parece que
la palabra está dirigida a Israel con el propósito de reforzar la gravedad y la
finalidad del anuncio divino. Se acercaba el último golpe y la única esperanza
para Israel era la fe obediente en Dios. Aquella misma noche, el Señor
ejecutaría los actos justicieros.
Con el aviso finaliza el tema
principal de esta sección del libro: Jehová
salió victorioso sobre los dioses de los egipcios. Irónicamente, los
egipcios verán demasiado tarde la impotencia de sus dioses. Como una afirmación
y garantía de lo dicho, se encuentran las palabras Yo, Jehová (v. 12b). Otra vez se encuentra en el
estilo literario oral lo que representa la firma del que envió el mensaje (ver
Job 31:35).
Por medio del mensaje y la firma
se ve la naturaleza única del Señor: es un ser viviente cuya presencia y poder
son activos en el mundo; además, se revela a sí mismo en la historia (ver 7:17;
8:22; 10:2). Honeycutt sugiere que la frase Yo Jehová se encuentra principalmente en los textos que
tratan del éxodo de Egipto, y del período del exilio babilónico (nótese la
esperanza, en aquella época, de un éxodo nuevo; ver Isa. 40-45);
consecuentemente, parece que era una forma característica para afirmar la
naturaleza única de Jehová en el
contexto de otros deidades. (Honeycutt, BBC I, p. 352).
Más que las otras plagas, la
décima sería el clímax y revelaría con más claridad la naturaleza única de Dios
con su poder incomparable. Demostraría que Jehová es soberano sobre la naturaleza y la
historia, y es el que libraría a su pueblo del poder obstinado del faraón. Suya
sería la victoria, y por medio de ella, su nombre sería conocido el todo el
mundo (9:16).
(f) Detalles
nuevos, 12:21-28. Después de dar instrucciones acerca de la fiesta de los panes sin
levadura (15-20), Moisés volvió al tema de la Pascua. Agregó varios detalles
nuevos: El uso del hisopo, la actividad del destructor y la Pascua establecida
perpetuamente como un rito recordatorio.
El hisopo (v. 22)
era una planta matosa muy pequeña. Probablemente es la planta que hoy conocemos
como “mejorana”. Hay una referencia a ella en 1Ki_4:33,
donde dice que crece en la pared. Era usada con frecuencia en las
ceremonias de purificación (ver Lev_14:6-7;
Num_19:6, Num_19:18;
Job_51:7).
El destructor es identificado
como otro que no es Jehová (v.23); sin
embargo, se le atribuye a Jehová lo que
hace. Evidentemente se relaciona el ángel destructor con el de 2Sa_24:16 y 2Ki_19:35
(ver Isa_37:36). El destructor aparece
como un mensajero o agente de Jehová con
la tarea de matar a los primogénitos en las casas que no fueron marcadas con
sangre.
La Pascua
conmemorativa (vv. 24-27). La primera Pascua fue celebrada como un rito
que miraba hacia la misericordia divina que los libertaría (vv. 21-23). Al
establecerla como ley...para siempre (v. 24), fue convertida en
un rito conmemorativo de la salvación obrada por la mano poderosa de Jehová .
Debían celebrarla en la tierra que Jehová os dará (v. 25). El Señor
también ordenó instruir a los hijos acerca de los principios básicos de la
salvación y de la libertad. La celebración era una conmemoración (ver 1Co_11:23-26), y los padres eran los
responsables de dar la instrucción religiosa a sus hijos (ver Deu_4:9; Deu_6:7,
Deu_6:20-25; Jos_4:6-7, Jos_4:20-24).
La adoración y
obediencia (27b-28). El pueblo, al escuchar las palabras de Moisés, se
inclinó y adoró (ver 4:31), e hizo de acuerdo con las instrucciones
divinas. Se destaca la nota de sumisión, y la escena está preparada para la
noche triste de la décima plaga; sin embargo, antes de tratar de ésta, hay que
mirar a la fiesta de los panes sin levadura, que es una extensión de la Pascua.
b. La fiesta
de los panes sin levadura, 12:14-20; 13:3-10. Originalmente la fiesta de los
panes sin levadura era una fiesta agrícola a la cual fue agregada la de la
Pascua. Técnicamente, la Pascua era más bien un rito de tipo pastoral, y aunque
se hizo la preparación para ella el día 14 de Abib (Nisán), se la celebró
aquella noche, el 15 de Abib. Así pues, la fecha de la Pascua coincidió con el
comienzo de la fiesta de los panes sin levadura (ácimos). La fiesta de los
panes sin levadura duraba siete días (ver Exo_12:15-20;
Lev_23:6-8; Num_28:17-25).
La expresión este día en 12:14
es una referencia al 15 de Abib, la noche de la Pascua y el día del éxodo. Los vv.
1-13 tratan de un orden cronológico, mientras que los vv. 14-20
tratan de la duración de la celebración. El trozo entero, vv. 1-20, interpreta
las dos fiestas como un evento que celebra el rescate de Israel de la opresión
egipcia. Las partes tienen enfoques diferentes: La Pascua era una fiesta
familiar, mientras que la fiesta de los panes sin levadura era para la
comunidad en asamblea (v. 16), o una fiesta de peregrinación.
Las instrucciones detalladas para
la fiesta y para quitar la levadura de las casas, parecen referirse a una
práctica futura. Por lo menos, no pudieron observarlas por siete días en
Egipto: salieron aquella noche apresuradamente. Además, se trata de leyes de
una sociedad agrícola, y por 40 años, desde la salida de Egipto, Israel vivió
como seminómada. Tan pronto entraran en la tierra prometida podrían cumplir con
las indicaciones. Probablemente durante la peregrinación en el desierto
solamente observaron la Pascua, y una vez establecidos en Palestina pudieron
poner en práctica la ley de los ácimos.
Los panes sin levadura (massot
H4682)
son similares a tortillas hechas de cereal nuevo (cebada especialmente) sin la
levadura de una masa vieja. Probablemente la fiesta se originó para celebrar el
fin de la cosecha de la última estación y el comienzo de la cosecha nueva. Era
una fiesta celebrada también por los cananeos en Palestina antes de la
conquista de la tierra por Israel.
La gente consideraba la levadura
como un poder misterioso y vivo. Debido al poder que tienen los cereales para
fermentarse y contaminar una cosecha buena, se la miraba como un elemento
destructivo, o maligno, y en la Biblia llegó a ser a menudo un símbolo de
corrupción (ver Mat_16:11; 1Co_5:6-8). Además de este festival, se usaba el
pan sin levadura en otras comidas sagradas (ver Lev_2:4-5;
Lev_29:2, Lev_29:23;
Num_6:15). Evidentemente, el pan
simbolizaba quitar lo perverso de la vida.
El texto hebraico dice
literalmente, Habréis de conmemorar este... (v. 14a; se entiende la
palabra día). Lo que era el memorial no era el día, sino el quitar la
levadura de las casas y la celebración abarcaba la semana entera. Para
mantenerse viva la fe producida por el rescate, se ayudaba a la memoria por
medio de una celebración anual dedicada a recordar el evento.
Durante la semana de la
celebración no debían comer pan con levadura, y debían quitar la levadura
totalmente de la casa (v. 15). La pena de desobedecer la ley era que la
persona era excluida de Israel (v. 15b), o ser excomulgado. Más
tarde los rabinos especificaban los elementos producidos por cereales que
debían ser sacados de la casa: cerveza, vinagre, potaje, almidón, cosméticos de
las mujeres, la pasta usado por los escribas, etc. (ver, Honeycutt, I, 360).
Era una semana de descanso (un
sábado) del trabajo normal. Sin embargo, se permitía la preparación de la
comida necesaria (v. 16). Específicamente, el pan sin levadura
simbolizaba el éxodo real de Egipto (v. 17), mientras que la Pascua
recalcaba más bien la liberación efectuada por medio de la plaga de muerte que
azotó a los egipcios.
Al repetir las instrucciones en
13:3-10, Moisés agrega a la prohibición de no comer pan con levadura la frase, no
comeréis nada que tenga levadura (v. 3). Se deriva la palabra levadura
de un verbo que quiere decir, ser agrio.
La fiesta recordatoria sería de
suma importancia una vez que la gente llegara a la tierra de Palestina para
enfrentar a pueblos con prácticas religiosas diferentes (vv. 5, 6).
Debían recordar su raíces para no ser llevados por los cultos paganos. El
sincretismo siempre fue una amenaza para Israel. En Egipto Israel sobrevivió
como una subcultura. A partir de la formación nacional en el desierto, se
desarrolló una cultura sencilla, de un pueblo nómada con una fe monoteísta y
una ética elevada. Al llegar a Canaán, esa cultura simple y elevada chocó con
una vida pagana y sensual. Además, el problema se agravaba el problema por
encontrarse el pueblo en contacto con una cultura más desarrollada técnica y
económicamente. La fe de Israel iba a ser puesta a la prueba, y la semana
conmemorativa de su salvación era de suma importancia (v. 8). El Señor,
en su sabiduría, dio a Israel, por medio del culto, el camino que preservaría y
extendería su fe.
La tradición oral jugaba un papel
importante en la transmisión de las verdades espirituales. Los israelitas
debían contar a los hijos la historia de la fe para que la aceptasen también, esto
ha de ser para ti como una señal sobre tu mano y como un memorial entre tus
ojos (v. 9). La verdad debía formar parte integral de cada persona.
Era para ti, para tu mano, y para ser entre tus ojos.
En aquellos tiempos muchas tribus
se identificaban con un tatuaje en la frente. Además, los esclavos eran
marcados para que los fugitivos pudieran ser reconocidos. Jehová lo prescribió en un sentido figurativo que los
suyos se identificaran con la marca de su amo. De este texto y del Deu_13:16 (ver 12:24), nacieron las filacterias
que llevaban los fariseos (ver Mat_23:5;
también Deu_6:8; Deu_11:18). Estos hicieron cajitas cúbicas
dentro de las cuales metían trozos pequeños de pergamino en los cuales estaban
escrito Exo_13:1-10, Exo_13:11-16, Deu_6:4-9
y 11:13-21. Los fariseos llevaban puestas las filacterias especialmente a la
hora de la oración matutina.
Lo que el Señor quería al dar las
instrucciones no era una demostración externa de religiosidad, sino una vida de
fe dinámica y evidente por la que el mundo lo reconocería a uno como ciudadano
del Reino. La premisa atrás de la identificación no era la elevación orgullosa
de uno mismo para que el mundo pudiera ver un modelo de piedad y virtud, sino
la de magnificar a Jehová por medio del
cual vino el rescate por su mano poderosa (v. 9b). La vida
personal debiera reflejar en todo sentido lo que hizo él (ver 15:1 y 6; Isa_9:12, etc.).
c. La décima
plaga : la muerte de los primogénitos,Isa_12:29-32. La historia
de la muerte de los primogénitos egipcios se trata dentro del material relativo
a la Pascua. Se relata con simpatía, no con un sentido de jactancia racial. Se
duelen los hebreos con el sufrimiento de los egipcios. La estructura literaria
es solemne y dramática; muchas de las palabras hebraicas son cortas y simples
de entender.
Finalmente llegó el golpe
culminante. Fue una noche dramática e inolvidable para Israel. En tres
versículos seguidos se hace referencia a la noche (vv. 29, 30, 31): a la
medianoche Jehová mató a los
primogénitos de los egipcios, desde el mayor, del faraón, hasta los menores,
los presos, y todo primerizo del ganado (v. 29; ver 4:23). Sólo los
israelitas escaparon; aquella noche se levantó un gran clamor en todo el país (v.
30), e inmediatamente, el faraón llamó a Moisés y Aarón (v. 31). Con
temor y pavor, retirando su amenaza anterior (10:28), les ordenó salir, tal
como ellos habían pedido (v. 32), echándoles por completo de la tierra,
tal como Jehová había dicho (6:1; 11:1).
El golpe final llegó con un milagro que está más allá de cualquier explicación,
y quedaron derrotados todos los dioses de los egipcios. Jehová había demostrado sin duda que era soberano en
todo el mundo.
La entrevista terminó con el
pedido del faraón, bendecidme a mí también (v. 32b). Esta vez no
era una súplica sarcástica, sino la manifestación del orgullo derrotado del
monarca. Sin darse cuenta, el pedido del rey llevaba un significado más allá de
aquel momento: siglos antes, cuando Jacob llegó al país, el patriarca bendijo
al faraón aquel (Gen_47:7-10). Los
tiempos eran muy diferentes: José y su familia habían encontrado el favor del
monarca y Egipto prosperó con tal relación. Sin embargo, Israel había caído del
favor del faraón y la historia egipcia también reflejaba tal acontecimiento.
Además de la bendición de Jacob,
hubo una palabra más antigua aún que Dios había dicho a Abram: Bendeciré a
los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré. Y en ti serán benditas
todas las familias de la tierra (Gen_12:3).
La palabra de Dios era fiel, y para Israel el pedido del faraón era un desafío
a que la nación renovara su fidelidad a la palabra del Señor, no únicamente la
que les había librado de su esclavitud, sino también a la del propósito
histórico para el cual el Señor los había elegido (ver Exodo, p. 62, para algo
similar).
d. La salida
de Egipto,Gen_12:33-42. La hora tan
esperaba había llegado. Los egipcios, incluido el faraón, temiendo que la
suerte de los primogénitos sería la de todos, apremiaban a los hebreos, apresurándose
a echarlos del país (v. 33). Llevaba la masa que aun no tenía
levadura y sus artesas envueltas en sus mantos (v. 34). Además, los
israelitas pidieron de los egipcios vestidos y objetos de oro y plata (v. 35;
ver el comentario sobre 11:2 y 3:21, 22). En cuanto a los egipcios, Jehovah, el
Dios de Israel les había demostrado su poder supremo en el mundo; sería un
insulto si dejaran salir a su pueblo con las manos vacías. En cuanto a Israel,
con la ley semita de indemnización, no veía ningún problema de ética en pedir
de los egipcios. Más tarde los obsequios serían de bendición y de maldición:
serían una fuente para la ofrenda para el tabernáculo (25:1-8), y también para hacer
el becerro de oro (32:1-3).
La salida fue triunfal; lo tenían
todo preparado, y con regocijo, partieron los hijos de Israel de Ramesés
a Sucot. (Para la discusión de la ruta que tomaron, ver la introducción al
libro.) Childs hace notar que Israel no huyó de Egipto, sino salió como un
ejercito victorioso que había despojado a sus opresores (ver The Book of
Exodus, p. 201).
Nuestra versión indica el número
de israelitas de a pie que dejaron Egipto: como 600.000 hombres sin
contar las mujeres y los niños (v. 37; ver también Num_1:46
y 11:21). En un sentido matemático parece ser exorbitante: con mujeres y niños
serían como unos tres millones de individuos los que salieron aquella noche.
Tal número presenta algunos problemas: (1) La cifra sería más que la población
de Palestina durante el reinado de David, (2) sería difícil acomodar tal
población en el desierto de Sinaí, o acamparla enfrente del monte Sinaí, (3)
parece que cruzaron el mar de noche, lo que sería improbable con un número tan
elevado (14:20-24), (4) la Biblia indica que no podían ocupar la tierra
prometida por ser pocos (23:29, 30), y (5) Ramsés II tenía un ejercito de
20.000 hombres en su batalla más grande contra los hititas en Kadesh; Israel
tendría 30 hombres contra cada egipcio.
Honeycutt ha sugerido una
interpretación basada sobre las investigaciones de George Mendenhall (ver BBC,
pp. 350, 351). El texto hebraico dice literalmente que partieron unos 600
(eleph) de a pie (v. 37). La palabra ‘eleph H505 se
traduce “mil”, “clan”, o “familia”. Se trata de una subdivisión de un grupo
tribal con el propósito de servicio militar (ver Num_1:20-46).
Tradicionalmente los traductores optaron por el uso de la cifra mil :
era más impresionante. Sin embargo, con frecuencia el contexto indica que se
trata del clan o de la familia: Ahora pues, presentaos delante de Jehová por vuestras tribus y por vuestros
millares (‘eleph H505, 1Sa_10:19).
Los vv. 20-24 tratan de la tribu y de la familia. Parece mejor traducir
‘eleph entonces como “familias” y no con la cifra máxima “millares”.
A la luz del análisis, se sugiere
que la lista era para el propósito de servicio militar: Moisés tuvo a su
disposición 600 unidades militares, o posiblemente había 600 “clanes” en el
éxodo. Probablemente, hubo unos 2.500 hombres o un total de hasta 25.000
personas en el éxodo.
Si se aplica el mismo análisis a
Números, los resultados concuerdan con lo sugerido arriba. Como ilustración, la
tribu de Simeón tenía 59 unidades militares (‘elephim H507)
con 300 hombres (Num_1:23); Gad tenía
45 unidades con 650 hombres (Num_1:25),
y Benjamín tenía 35 unidades con 400 hombres en vez de 35.400 soldados (Num_1:37).
Con los israelitas salió también una
gran multitud de toda clase de gente (v. 38). Entre ellos había
elementos étnicos diferentes. Había egipcios casados con israelitas (Lev_24:10), una mujer cusita casada con Moisés (Num_12:1), un populacho... entre ellos (Num_11:4), madianitas que se les juntaron (Num_10:29), queneos (Jdg_1:16),
calebitas (Jos_15:13), y probablemente
otros esclavos y fragmentos de grupos étnicos sojuzgados por los egipcios. El
pertenecer a Israel no era asunto de raza, sino de fe: Cualquiera que aceptara
el señorío de Jehová podría ser incluido
en la lista de los que salieron libres de Egipto. No había una separación
rígida sobre las líneas étnicas.
El tiempo que
los hijos de Israel habitaron en Egipto fue de 430 años (v. 40).
Sin duda es difícil presentar una cronología precisa cuando los datos son
escasos y muchas veces generales. Hay dos posibles maneras de interpretar los
años: (1) Gen_15:13 indica que el
período de esclavitud sería 400 años (ver Act_7:6);
probablemente se lo expresa en términos redondos. Exo_6:16-20
(ver Gen_15:16) implica un período más
corto de cuatro generaciones; sin embargo, es posible que se presenta una
genealogía seleccionada y no una completa. La LXX de Gen_12:40 lee en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán,
que implica tal vez la inclusión de la época patriarcal en los 430 años. (2)
Génesis indica 215 años desde la salida de Abram de Harán hasta la llegada de
Jacob (Israel) a Egipto: Abram tenía 75 años cuando salió (Gen_12:4); 25 años más tarde nació Isaac (Gen_21:5); Isaac tenía 60 años al nacer Jacob (Gen_25:26), y Jacob tenía 130 cuando tuvo su
entrevista con el faraón (Gen_47:9;; Gen_47:25+60+130=215). Tomando los 430 años como
el tiempo de la permanencia en Egipto, y la fecha del éxodo acerca de 1280 a.
de J.C., indicaría la época de 1710 para la entrada en Egipto; el llamamiento
de Abram sería cerca de 1925. Las fechas concuerdan bien con los datos
arqueológicos y son los preferidos para este estudio. No implica errores de
parte de la primera posibilidad, sino que su perspectiva es de genealogías
seleccionadas para propósitos teológicos y no cronológicos.
La noche de la salida fue una noche
de guardar en honor de Jehová (v.
42). Lo dicho anteriormente de la salida daba una esperanza para un rescate
futuro. La Pascua egipcia ocurrió antes de la muerte de los primogénitos
(miraba hacia el futuro), y aunque se anticipó el establecimiento de una
celebración para siempre, se la confirmó como una fiesta recordatoria
después del hecho (miraba hacia el pasado). Esto se subrayó en el versículo: a
través de sus generaciones, deben guardar esta noche en honor de Jehová (v. 42b). En el futuro, siempre habrá
una tensión: el redimido esperará su redención final en el futuro; sin embargo,
el rescate (pasado) dará esperanza de la victoria final.
e. Los
participantes en la Pascua, 12 : 43-51. La Pascua egipcia fue una celebración familiar
para los hijos de Israel. Puesto que salió con ellos una gran multitud de toda
clase de gente (v. 38), hubo la necesidad de reglamentar la práctica
futura de la celebración. Los esclavos y los extranjeros residentes podían
participar de la Pascua después de identificarse personalmente con la comunidad
de pacto: cada varón de la familia tendría que ser circuncidado. En esto, la ley
era igual para los naturales tanto como para los extranjeros (v. 48).
Los dos estaban sujetos a las mismas reglas y gozaban de los mismos derechos
(ver Lev_19:34; Lev_22:18; Lev_24:16;
Num_35:15). Se establecía la
participación sobre una base religiosa y no sobre la de raza.
La prohibición en cuanto a los
extranjeros trataba de tres categorías de personas: extranjero y mercenario
(toshab H8453 v. 45) era más bien un
transeúnte; extranjero que reside (ger H1481, v. 48), y esclavo
comprado por dinero (v. 44). Se excluía únicamente al toshab
por ser transeúnte y no un residente permanente.
La prohibición de no quebrar
ningún hueso del cordero (v. 46; ver Num_9:12;
Job_34:20) trataba posiblemente de la
creencia primitiva en la acción simbólica: el animal sacrificado simbolizaba a
todos los animales y dañarlo más allá de su muerte vicaria sería un presagio de
aflicción para los demás animales durante el año entrante. Sin embargo, en la
historia de la salvación, la prohibición llegó a tener un sentido mucho más
amplio. Juan, en su Evangelio, observa que no se le rompieron las piernas a
Cristo, el Cordero de Dios, para hacerle morir antes del "gran
sábado". Juan escribió: Porque estas cosas sucedieron así para que se
cumpliese la Escritura que dice: ’Ninguno de sus huesos será quebrado’ (Joh_19:36; ver 1Co_5:7).
Jesús fue el Cordero de Dios que llenó en todos sentidos los requisitos de la
ley pascual, y aún los sobrepasó: el cordero pascual era una víctima
involuntaria e inocente escogida para ser sacrificada; El Cordero inocente se
dio voluntariamente como sacrificio para el pecado del mundo. No se rompieron
sus piernas y esto quedó como un símbolo y promesa a todos los del rebaño
humano, de la salvación posible por medio de él. Su sacrificio era perfecto aún
en la manera en que cumplió con la regla pascual.
Verdades
prácticas
1. (1Co_12:2)
La fecha del éxodo era el principio del año calendario para los israelitas.
Para los cristianos, nuestra verdadera vida comenzó cuando Cristo entró a
nuestra vida personal y fuimos liberados de la esclavitud del pecado.
2. La enseñanza bíblica correcta
es esencial para que la celebración de la Cena del Señor y el bautismo no
pierdan su sentido evangelizador. Sin enseñanza bíblica la gente se queda con
el rito y le concede poder salvador, ignorando a Cristo, quien, con su
sacrificio, representado en los ritos, es el que da la salvación.
3. La liberación de la esclavitud
en Egipto era voluntaria. Cada israelita, de acuerdo con su decisión, podía o
no cumplir con las instrucciones pascuales de Jehová y ser liberado o permanecer en Egipto.
Nuestra aceptación de la salvación ofrecida por la gracia del sacrificio
expiatorio de Cristo es también voluntaria. Cada persona ha de decidir
individualmente si recibe a Cristo o lo rechaza.