Mundo Hispano 2019-09-09
Éxo 19:1-25
(1) La llegada
a Sinaí, 19:1, 2. Después de viajar por casi tres meses, el pueblo llegó al desierto
de Sinaí (v. 1). La palabra “desierto” se refiere generalmente a un
lugar sin habitación, y aunque era un lugar inhóspito no carecía de toda vida
vegetal. Aunque incierto, parece mejor identificar el monte Sinaí con Jebel
Musa (“Monte de Moisés”) que está a ochenta y ocho kilómetros al norte del
extremo sur de la península de Sinaí. Alcanza una altura de 2.275 m. sobre el
nivel del mar y se eleva unos 790 m. sobre la meseta que lo rodea. Es un lugar
aislado, silencioso, árido y rocoso. Los visitantes hablan de un macizo de
granito rosado con el pico de Sinaí elevándose majestuosamente. Por todos sus
lados corren valles angostos y al nordeste está situado el monasterio de Santa
Catalina. Desde este lugar hay un caminito por el que se puede subir al monte
con comodidad en aproximadamente una hora u hora y media.
(2) El pacto
ofrecido, 19:3-9. El momento era dramático. Moisés, de regreso de Egipto, había traído
al pueblo consigo para acampar en el desierto frente al monte (v. 2).
La misión estaba cumplida (ver 3:10-12) por lo que subió el monte, al lugar
donde todo comenzó, para encontrarse una vez más con Dios (v. 3). Sin
duda pensaba que su tarea había terminado y que podía dejar al pueblo en manos
de Jehová . Era hombre mayor y recientemente se había reunido con su esposa e
hijos. La misión había sido ardua y, con la libertad de Israel lograda, soñaba
en días tranquilos cuando pudiera relajarse y gozar de un trabajo felizmente
terminado. No se daba cuenta de los largos años que todavía le esperaban
tratando de dirigir a una gente indisciplinada a constituirse en una comunidad
de fe ligada a su Redentor.
Una vez más Dios le habló,
dándole un mensaje para los hijos de Israel. El mensaje tenía dos partes: En
primer término, como en los tratados hititas, les recordaba sus grandes hazañas
hechas a favor del pueblo y el cuidado que les había dado durante el camino
desértico, cómo os he levantado a vosotros sobre alas de águilas y os he
traído a mí (v. 4). La meta de la liberación no era una montaña
distante y misteriosa, sino que era traer al pueblo a Dios mismo para que
tuviera una relación personal con él. Años más tarde Moisés empleaba la
metáfora en Deu_32:10-11 : Lo halló
en tierra desértica,... Lo rodeó, lo cuidó,... como el águila que
agita su nidada, revolotea sobre sus polluelos, extiende sus alas, los toma, y
los lleva sobre sus plumas.
Después le dio la parte principal
del mensaje: Dios les ofrecía la oportunidad de entrar en pacto con él. La
oferta se introdujo con palabras, Ahora pues, si... (v. 5). La
entrada de Israel en el pacto sería el resultado de su propia y libre elección.
Para poder elegir, era necesario escuchar la voz de Dios (v. 5: ver Rom_10:13-15; nótese que en el hebreo el verbo
“escuchar” [lit. oír] significa también “obedecer”. El oír
verdaderamente a Dios significaba obedecerle.). No obstante, una vez elegido,
el pacto tenía que ser observado de acuerdo con las condiciones establecidas
por Dios. Debe notarse que la liberación de Israel no era el resultado de su
obediencia, sino que su obediencia era el resultado de la liberación.
Por medio de aceptar y guardar el
pacto, Israel tendría una relación única con Dios. “Guardar” significa cuidar o
estar encargado de algo (ver Gen_2:15
[el jardín]; 1Sa_7:1 [el arca]; 1Sa_22:7 [una propiedad]; Gen_41:35; etc.). Aquí significa cuidar, o
guardar el pacto del Señor (ver Deu_29:9;
1Ki_11:11). Esto implica una responsabilidad
doble: guardarlo en el sentido individual de obedecer sus enseñanzas en la vida
personal, y estar encargado de él para compartirlo con los demás.
Tres características entran en
esta singularidad y están relacionadas con el propósito divino de elegir a
Israel: Debía ser un pueblo especial, debía ser un reino de sacerdotes y debía
ser una nación santa (vv. 5, 6). Debido a su importancia teológica, las
examinaremos más detalladamente.
Un pueblo
especial es la traducción de la palabra segullah H5459,
que puede significar un tesoro especial de un rey (ver 1Ch_29:3; Pro_2:8),
o puede referirse simbólicamente a Israel como un tesoro especial (ver Deu_7:6; Deu_14:2;
Deu_26:18; Job_135:4;
Mal_3:17). En la antigüedad, el rey era
considerado dueño de todo de su país; sin embargo, a él le daba poco placer
poseerlo en una forma abstracta. Entonces, tenía en su palacio un cuarto, o
tesorería, donde guardaba los tesoros más preciosos para él. Allí podía
tocarlos y satisfacerse al tenerlos a mano. Ese lugar era su segullah.5459
En cuanto a Dios, dijo que Israel sería para él un pueblo especial entre
todos los pueblos. Porque mía es toda la tierra (v. 5). El Señor no
renunciaba su derecho sobre las otras naciones. El llamamiento de Israel era
más bien porque toda la tierra le pertenecía. Dios tenía un propósito universal
en elegir a un pueblo para ser su tesoro especial. Se había declarado el mismo
propósito a Abram al llamarlo: ... Y en ti serán benditas todas las familias
[naciones] de la tierra (Gen_12:3b).
Por medio de Israel, el pueblo elegido, Dios quiso bendecir a todas las demás
naciones. Israel iba a ser un medio o un instrumento en las manos de Dios para
la redención de todas las naciones.
Un reino de
sacerdotes (v. 6). Esta frase aparece sólo aquí en el AT (ver Isa_61:6 para algo similar). La LXX la traduce
“un sacerdocio real”, y 1Pe_2:9 sigue
esta traducción (ver también Apoc. 1:6; 5:10; 20:6). Dos posibles
interpretaciones de la frase son: (1) Todos los israelitas iban a ser
sacerdotes. Así que todos tendrían derecho al acceso directo a Dios. Con la
madurez espiritual, no necesitarían más tener intermediarios para que lograsen
comunión con Dios. Después de Martín Lutero, cuando los protestantes hablan del
“sacerdocio de cada creyente”, se refieren a este principio. (2) Israel misma
iba a ser una naciónsacerdote. No es que Israel iba a ser una nación compuesta
totalmente de individuos que eran sacerdotes, sino que la nación colectivamente
iba a servir como una nación sacerdotal. Un sacerdote servía como un
intermediario entre los individuos y Dios y viceversa. Lo que hacía un
sacerdote individualmente entre las personas, la nación de Israel iba a hacerlo
entre las naciones. La nación debía ejercer un papel sacerdotal en beneficio de
todas las naciones; debía hacer intercesión por ellas, debía instruirlas en el
camino del Señor, y debía indicarlas el camino de la salvación. En este
sentido, el propósito divino era que Israel fuese una nación misionera al
mundo. De las dos posibles interpretaciones, la segunda parece la más indicada.
Una nación
santa (v. 6). La misión de Israel estaba fundada en el carácter moral. Un pueblo
especial para Dios y una nación sacerdotalmisionera tendría que reflejar la
naturaleza del Rey que representaba. Israel debía ser separada o apartada
porque pertenecía a Dios.
Por ejemplo, un día es santo
cuando se lo aparta de los demás días y se dedica al servicio de Dios. Un lugar
llega a ser santo cuando está relacionado con una revelación especial de Dios.
Una persona llega a ser santa cuando se consagra a Dios. En este sentido, la
santidad es un concepto positivo más bien que uno negativo; es decir, es por lo
que se hace en vez de por lo que no se hace. El ser separado no hace que una
cosa sea santa; el pertenecer a Dios y participar de su naturaleza lo hace.
Para Israel el privilegio de
pertenecer a Dios y vincularse con él por medio del pacto llevaba una
responsabilidad de ser santo. La santidad y el llamamiento a la vocación
redentora eran inseparables. El ser una nación especial y una naciónsacerdote
requería una entrega total a Dios. La entrega implicaba responsabilidad, y para
cumplir con ella la nación tendría que vivir una vida santa.
Dios no forzó el pacto y la
misión sobre Israel. Dijo a Moisés: Estas son las palabras que dirás a los
hijos de Israel (v. 6b). Moisés volvió y llamó a los ancianos
y les repitió las palabras del Señor (v. 7). Los ancianos eran libres de
aceptarlas o rechazarlas. Con entusiasmo, todo el pueblo respondió a una, y
dijo: ¡Haremos todo lo que Jehová ha
dicho! (v. 8; ver 24:3, 7) El pacto fue ofrecido libremente y aceptado
libremente.
Aunque el Señor lo sabía, Moisés
le informó de la decisión del pueblo. Entonces, Dios dijo que iba a acercarse
al pueblo en una densa nube para que el pueblo escuchase mientras hablaba con
Moisés. Por medio de la teofanía, el oficio de Moisés como el mediador
divinamente elegido sería confirmado (v. 9).
Sobre alas de
águila Las águilas construyen sus
nidos en precipicios escarpados de las montañas, en lugares libres del peligro
de animales rapaces. Al crecer los aguiluchos, los padres agitan la nidada
empujándolos al vacío, fuera de la seguridad del nido, para obligarlos a
intentar volar. Antes que el aguilucho, chillando y batiendo las alas caiga
sobre las rocas, la madre, en una bajada repentina lo recibe sobre su espalda
y, con la fuerza de sus alas enormes, lo lleva de vuelta a la seguridad del
nido. Sin embargo, repite la experiencia una y otra vez hasta que el aguilucho
aprende a extender sus alas y a volar sobre las corrientes de aire con
serenidad. Así es como aprende a elevarse por encima de las tormentas que
suelen abatir los picos y valles abajo.
Muchas veces el Señor tiene que
trabajar así con los suyos. Agita la nidada para que salgamos de la seguridad
del hogar o del compañerismo de la iglesia y vayamos al mundo para servirlo.
Protestamos y resistimos; sin embargo, abajo están sus brazos eternos (Deu_33:27).
(3) La
purificación del pueblo,Deu_19:10-15. Dios es
santo y mandó que el pueblo se santificara y se preparara para el tercer día,
cuando él descendería sobre el monte. El pueblo debía prepararse espiritual y
físicamente para el encuentro; debía prestar atención al corazón y a la
apariencia física. El Santo de Israel debía recibir el respeto que le
correspondía.
En primer término, debía lavar su
ropa (v. 10). La orden significaba llevar ropas limpias y dignas en el ejercicio
de lo sagrado (ver Gen_35:2; Lev_11:25, Lev_11:28,
Lev_11:40). En el desierto, con la
escasez de agua, no era fácil mantener los vestidos limpios; sin embargo, para
presentarse ante el Señor, aun con sacrificio, se debía hacerlo de la mejor
manera posible.
En segundo lugar, no debía
sobrepasar los límites puestos por Dios: no subáis al monte ni toquéis su
límite (v. 12). En el día del encuentro del pueblo con Dios, el
monte Sinaí se convertiría en un recinto reservado para la divinidad (ver más tarde
el lugar santísimo del tabernáculo). Dios era santo; no debían ser demasiado
familiares con él, tratando de llegar demasiado cerca de su presencia. No
debían ser demasiado curiosos, tratando de verlo de cerca, ni debían buscar
reliquias religiosas del lugar santo.
El ser humano prefiere vivir por
vista en vez de por la fe, y está dispuesto a transferir la devoción debida a
Dios hacia objetos materiales. Además, la tendencia humana es a ceder
fácilmente a la tentación de comercializar lo religioso con la venta de
supuestas reliquias santas. Guardaos. . . cualquiera que toque el
monte, morirá irremisiblemente (v. 12).
Finalmente, en cuanto a la
preparación, Moisés mandó que se abstuviesen de relaciones sexuales (v. 15; ver
Lev_15:18). No era que el sexo fuera
considerado malo o un pecado; al contrario, se lo miraba como una función buena
creada por Dios (ver Gen_1:28, Gen_1:31). El pecado del sexo no era su uso
debido, sino su abuso. El pueblo debía tener un propósito singular en
prepararse para el encuentro con Dios; consecuentemente, debía hacer a un lado
cualquier distracción que lo impidiera. Dios era santo; el acercarse a él era
asunto serio y debía cumplirse con reverencia.
(4) La venida
del Señor,Gen_19:16-25. El relato se
carga de drama, de emoción, de asombro y de terror. El día esperado llegó y el
Señor descendió al monte. La descripción del acontecimiento da la impresión de
una fuerte tormenta montañesa acompañada por acción volcánica. Había una densa
nube sobre el monte con relámpagos y truenos; además, había humo y temblores
(vv. 16, 18; ver Jdg_5:4-5; 1Sa_12:17; Job_18:7-15;
Job_18:29). A los truenos que
retumbaban por los valles se agregó el sonido misterioso de la corneta, y
todo el pueblo que estaba en el campamento se estremeció (v. 16).
En la época bíblica el toque de
la corneta significaba el llamado al culto, la advertencia de algún peligro, o
el arribo o la presencia de la realeza. No se indica en el texto cuál de los
tres significaba. Tal vez el autor quiso incluir los tres. Con todo, el pavor y
el terror sobrecogían a la gente en el campamento (v. 16), y Moisés les
hizo salir al encuentro de Dios. Entonces, se detuvo el pueblo al pie del
monte... y todo el monte se estremeció en gran manera (vv. 17, 18).
Mientras tanto, se intensificaba
el sonido de la corneta y Moisés hablaba, y Dios le respondía con truenos
(v. 19), y le llamó a la cumbre del monte y Moisés subió (v.
20). Dios le dijo a Moisés que bajase para advertir a la gente que no se
acercara demasiado al monte (v. 21); sin embargo, Moisés disintió de la
necesidad de tener mayor protección. Decía que el pueblo había sido instruido;
ya sabía que el monte era santificado (v. 23). Moisés, el profeta de
Dios, había llegado a ser un gran intercesor del pueblo ante Jehová ; llevaba
la causa del pueblo a Dios y la defendía ante él. Su ministerio iba aumentando,
y a los papeles de profeta y legislador se agregó él de sacerdote.
La indicación de santificar también
los sacerdotes (v. 22) probablemente se refiere a los cabezas de las
familias, o a los líderes de los clanes, que cumplían tal función en aquella
época (ver Gen_15:9-10, etc.). No se
había designado todavía a Aarón y sus hijos como sacerdotes (ver 28:1).
Después del intercambio,
Jehová le indicó a Moisés que
descendiera y trajera de vuelta a Aarón consigo. No obstante, los demás del
pueblo, incluyendo a los sacerdotes, no debían traspasar el límite establecido
para la zona de seguridad (v. 24).
Finalmente, todo estaba preparado
para la gran revelación del Señor, y Moisés volvió al pueblo y se lo dijo
(v. 25). ¿Qué fue lo que dijo? De acuerdo con el estilo literario,
parece que hace falta en el texto precisamente lo que Moisés dijo a ellos; sin
embargo, se supone que era la información de lo que el Señor le había dicho en
el encuentro. Con todo, se ha preparado el escenario para la revelación del
Decálogo.
Verdades
prácticas
1. El Señor demuestra quién es por lo que hace. Por medio de la
naturaleza de sus hazañas, tiene el derecho de hacer demandas morales como
estipulaciones del pacto.
2. Las estipulaciones morales del
pacto demuestran el amor de Dios hacia su pueblo: desea lo mejor para los
suyos.
3. Por medio de librar a Israel y
de exigir que fuera una nación santa, Jehová
mostró la naturaleza de su plan misionero. El es creador de todo el
universo y a él le pertenecen todas las naciones del mundo. El no quiso
obligarlas a reconocerlo como Señor por medio del poder, sino que optó por
formar al pueblo de Israel para revelar su santidad reflejándola en la vida de
la nación. Así entonces, eligió a Israel para ser una nación santa, es decir,
una nación misionera. La santidad refleja la naturaleza de Dios, y, a la vez,
es un poder activo en la redención mundial.