Mundo Hispano 2019-09-16
Éxo 24:1-18
(1) El pacto
ratificado, 24:1-12. Al concluir la dádiva de la ley (20:21), el
Señor indicó a Moisés lo que el pueblo debía hacer para sellar el pacto. Había
dos elementos principales en la ceremonia: el rociamiento de los ancianos con
la sangre del pacto (v. 8) y una comida compartida ante el Señor (v.
11). La ceremonia era importantísima porque confirmó públicamente lo que
había sido aceptado en forma particular por la gente.
El Señor le dijo a Moisés: Subid
ante Jehová , tú, Aarón, Nadab, Abihú y setenta de los ancianos de
Israel (v. 2). Moisés bajó del monte y refirió al pueblo todas
las palabras (diberai H1697) de Jehová y todos los decretos (mishpatim H4941),
y todo el pueblo respondió... “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho“ (v. 3).
Nadab y Abihú eran hijos de Aarón
(6:23); desgraciadamente, después de su consagración al sacerdocio, no fueron
fieles en el ejercicio del oficio y perdieron sus vidas al poner fuego extraño
en sus incensarios delante de Jehová
(Lev. 8; 10:1, 2). Setenta de los ancianos de Israel fueron escogidos (ver
18:21) para la ceremonia y fueron representantes de la nación (ver Num_11:16-25). Un anciano era el mayor de una
familia y tenía la autoridad jurídica sobre ella fundada sobre el concepto
tradicional del mayorazgo. Los números tenían valores simbólicos: siete era el
número perfecto; diez era el número completo. Setenta, siete por diez, llegó a
ser considerado simbólicamente como el número ideal para gobernar o llevar a
cabo el ministerio de Dios.
Probablemente las palabras
(v. 3) son una referencia al Decálogo, y los decretos se refiere
a las leyes que se encuentran en el Libro del Pacto (Num_20:22,Num_23:33;
ver la discusión anterior).
Moisés
escribió todas las palabras de Jehová (v. 4).
¿Cuáles eran? No es del todo claro. Por cierto es la segunda referencia a la
actividad literaria de Moisés (ver 17:14); sin embargo, es la primera
referencia a su trabajo de poner por escrito material legal. Más tarde el Señor
prometió dar a Moisés las tablas de piedra con la ley y los mandamientos
(escritos por Dios mismo, v. 12). Posiblemente Moisés escribió lo que había
escuchado en el monte (v. 4) y después el Señor le entregó la copia
oficial, o las tablas que contenían los Diez Mandamientos (v. 12).
Había dos actos en la ceremonia
de sellar el pacto; uno fue la consagración de los representantes del pueblo y
el otro fue la ratificación del pacto. En la ceremonia de ratificación del
pacto había varios elementos importantes: (1) Moisés y unos jóvenes sirvieron
de sacerdotes (v. 5). Antes de establecer oficialmente el sacerdocio,
cualquiera podía hacerlo, especialmente si representaba a la familia. Es de
interés notar que Moisés incluía a jóvenes en la ceremonia; no era
exclusivamente para los ancianos. (2) La sangre, considerada la fuente de vida,
era tratada con sumo cuidado. La vida del animal del sacrificio era don de
Dios; se debía tratarla con sumo cuidado. El pacto era don de Dios; debían
recibirlo libremente y tratarlo con sumo respecto. (3) Solían sellar los pactos
con sangre. Moisés, al esparcir la mitad de la sangre sobre el altar (v. 6)
y la mitad sobre el pueblo (v. 8), simbólicamente unía a Jehová y al pueblo. Lo central en la ceremonia era
el hecho de rociar al pueblo con la sangre y, de alguna manera misteriosa, la
sangre simbolizaba la purificación y el perdón provistos por el Señor (ver Mat_26:27-28; 1Co_11:25).
La palabra pacto (berith H1285) significaba “unir” o
“formar un lazo de unión”. Se formalizaba un contrato (un acuerdo o un pacto)
por medio de matar un animal y dividirlo en dos partes (ver Gen_15:9-17; Jer_34:15-18).
Después, los participantes en el pacto pasaban entre las dos partes y
simbólicamente daban su voto de guardarlo fielmente. Si uno lo quebrantaba,
sería muerto como el animal sacrificado. De la práctica se decía que el
confirmar un acuerdo era “cortar un pacto.” (4) La comida era una parte vital
en la ratificación del pacto. Había varias clases de sacrificios ofrecidos por
los hebreos. Los holocaustos (v. 5) eran sacrificios totalmente
consumidos por el fuego del altar (ver Lev. 1). El simbolismo era el de una
entrega total a Dios (ver Rom_12:1).
Los sacrificios de paz (v. 4) eran aquellos que incluían una
comida fraternal entre los participantes. Se comían la carne del animal
sacrificado y ofrecían la sangre y la gordura a Dios. La ceremonia simbolizaba
la paz y el compañerismo entre los participantes mismos y entre ellos y Dios;
entonces, se ratificó el pacto en Sinaí con un sacrificio de paz.
El Señor Jesucristo tomó el
concepto de la ceremonia y, antes de su crucifixión, lo desarrolló con aún más
claridad. En el aposento alto, la última vez que estuvo con los discípulos,
después de darles el pan les dio la copa y les dijo: Bebed de ella todos;
porque esto es mi sangre del pacto, la cual es derramada para el perdón de
pecados para muchos... (Mat_26:27-28;
ver Mar_14:24; Luk_22:20; 1Co_11:25;
Heb_9:20; Heb_10:29).
En la ratificación del pacto, el
texto indica que vieron a Dios (vv. 10 y 11). El v. 10
emplea el verbo ra’ah H7200; el v. 11 emplea
otro vocablo, chazah H2372. Se emplea ra’ah
normalmente para ver con el ojo físico y chazah significa más bien
contemplar algo visto en una visión. A la luz Deu_33:20,
ningún hombre me verá y quedará vivo, posiblemente se trata aquí de una
experiencia que era difícil poner en palabras humanas. Ellos no levantaron los
ojos porque la única cosa que vieron era algo como un pavimento debajo
de sus pies (v. 10; ver Eze. 1). Era como algo trasparente y azul comparable
solamente en pureza al mismo cielo (v. 10). Con el encuentro, se
dieron cuenta de quién era, y al entenderlo, tal como al comprender una idea,
decían que vieron (v. 10) a Dios porque contemplaron la
grandeza de la visión parcial de él que se les concedió. De todos modos, vieron
a Dios y milagrosamente, no murieron: no extendió su mano contra los
principales de los hijos de Is-
rael... y
comieron y bebieron (v.11).
(2) Moisés
sube al monte de Dios,Deu_24:13-18. Al concluir
la ceremonia de ratificación, el Señor les prometió dar el Decálogo por escrito
a Moisés (vv. 14-18). La entrega de las estipulaciones del pacto servía así
para confirmar los mandamientos entregados oralmente, y se los preservaba como
requisitos para el renuevo del pacto con las generaciones futuras. Sin la
renovación por cada generación, quedaría el pacto anulado e inválido.
Entonces
Moisés subió al monte... La gloria de Jehová
posó sobre el monte Sinaí... Y la apariencia de la gloria de Jehová en la cumbre del monte era como un fuego
consumidor ante los ojos de los hijos de Israel... Y estuvo Moisés en el monte
cuarenta días y cuarenta noches (vv. 15-18).
La narración histórica de la
entrega del Decálogo se interrumpe hasta el capítulo 34. Mientras tanto, el
autor dirige la atención hacia el culto y la legislación que tratan de la
adoración a Dios.