Mundo Hispano 2019-09-19
Éxo 29:1-46
III.
INSTRUCCIONES PARA EL CULTO DE ADORACION, 25:1-40:38
1.
INSTRUCCIONES PARA EL TABERNáCULO Y EL SACERDOCIO, 25:1-31:18; ver
35:1-40:38
En el mundo de Moisés no había
ateos. Creían en la existencia de dioses malévolos y benévolos; a estos
trataban de aplacarlos o complacerlos por medio de sus cultos y formas de
adoración. Para ellos, todo el mundo era sacramental: no había una división
entre lo religioso y lo secular, sino que la religión gobernaba la totalidad de
la vida. Por más equivocadas que estuvieran, las naciones tenían sus cultos.
Tal como los otros pueblos de la
época, antes de Sinaí, Israel adoraba a Dios por medio de un culto antiguo.
Muchos años antes de Moisés y la dádiva de la ley, los patriarcas tenían sus
prácticas religiosas y, debido a la larga estadía en Egipto, el pueblo recibió
una influencia negativa del país de los faraones (ver, p. ej., la adoración del
becerro de oro en Exo. 32). Además, dentro de pocos años el pueblo iba a entrar
en conflicto con la adoración cananea que tenía algunos aspectos en común con
la de Israel (p. ej. ba’al H1167 en hebreo significaba
"Señor"; se llamaba a Jehová ba’al.
En Canaán era un dios de la naturaleza); sin embargo, era un culto radicalmente
diferente en la teología y en la ética de la fe de los patriarcas.
Dios ya había librado a Israel de
la esclavitud egipcia y había demostrado que era el Señor de la naturaleza y la
historia. Apenas había pactado con el pueblo en una alianza solemne, cuando les
reveló la naturaleza magnífica de la constitución moral que los gobernaría: era
Señor de la vida. El pueblo tenía una libertad nueva, una ley nueva, una nación
nueva y ahora se necesitaba una adoración nueva. Era tiempo de recibir otra
revelación: Jehová era Señor de la
adoración.
Israel no necesitaba un culto
nuevo de la misma naturaleza de los de otros pueblos semitas, sino que
necesitaba una adoración nueva diferente en forma y calidad. No sería algo
evolutivo del pueblo mismo; ¡el culto israelita era el del becerro de oro del
estilo de los egipcios (32:1-19)! El culto revelado a Moisés en el monte dio un
nuevo significado a ciertas prácticas antiguas e introdujo elementos nuevos con
un sentir de moralidad y de enseñanza simbólica profundos. Al bajar del monte
Moisés llevó consigo un diseño del Señor y, para mostrar su importancia, se
dedicaron trece capítulos del libro para explicarlo. Ciertamente Dios era Señor
de la adoración.
El tabernáculo era central en el
culto nuevo, pues formaba el núcleo de la vida civil, moral y religiosa del
pueblo. La adoración tocaba toda la vida de Israel, y con ella se enseñaban
verdades eternas en forma simbólica: Israel era la nación visible que Dios
había elegido para ser su representante en el mundo; el tabernáculo era el
lugar donde el Dios invisible manifestaba su presencia al pueblo, y la
ceremonia de adoración en el tabernáculo estaba formada de lecciones objetivas
que enseñaban a Israel lo esencial de la adoración.
El tabernáculo jugó un papel muy
importante temprano en la vida nacional de Israel. Al detenerse durante la
marcha hacia la tierra prometida, las tiendas del pueblo se ponían alrededor
del tabernáculo. ¿Con qué propósito? En primer término, el texto responde: Que
me hagan un santuario, y yo habitaré en medio de ellos (25:8); ... a la
entrada del tabernáculo de reunión,... me encontraré contigo para
hablarte allí... Yo habitaré en medio de los hijos de Israel, y seré su Dios. Y
conocerán que yo soy Jehová su
Dios, que los saqué de la tierra de Egipto para habitar en medio de ellos. Yo,
Jehová , su Dios (29:42-46).
En segundo lugar, el tabernáculo,
una tienda portátil, servía como símbolo de la presencia de Dios que les
acompañaba en el viaje. Kelley escribió: "La presencia de Dios en medio de
su pueblo fue lo que más que ninguna otra cosa constituyó a Israel en una
nación y la distinguió de todas las otras naciones" (Exodo, p.
142). Con Kelley se puede afirmar que Israel no tuvo que hacer viajes de vuelta
a Sinaí para tener contacto con su Dios. El destino final del pueblo no era
Sinaí, sino Canaán, la tierra prometida a los patriarcas. Jehová no era un Dios localizado: era Señor de todo
el mundo y su propósito en elegir a Israel era la salvación mundial. Para
ayudarles en la tarea, Dios peregrinaba con los suyos. El tabernáculo era un
lugar especial de encuentro entre el pueblo y su Dios viviente y presente.
Como se notará con más detalles
en los capítulos siguientes, el tabernáculo también tenía un propósito
didáctico. Israel, como nación, estaba en su "jardín de infantes". No
tenía experiencia en gobernarse ni en la responsabilidad que la libertad
involucraba. No estaba preparada para recibir conceptos filosóficos acerca de
la naturaleza de Dios y de una adoración puramente espiritual. Entonces, por
medio del tabernáculo el Señor les reveló formas prácticas y visibles que
representaban verdades espirituales más profundas. Más tarde, al aclararlas, no
las invalidó. Simplemente se explicaba el significado de las "lecciones
objetivas" (ver la relación de Hebreos con Levítico).
La información acerca del culto
de adoración se encuentra en dos lugares: 24:15-31:18 contiene las
instrucciones dadas a Moisés por Jehová
para la construcción del tabernáculo y la consagración de los sacerdotes;
35:1-40:38 relata el proceso de llevar a cabo la obra. Conviene estudiar las
dos secciones juntas para notar con más claridad algunos detalles (p. ej.
tiempos y personas de algunos verbos) y aclaraciones del texto. En el estudio
de los caps. 35-40 se incluirá lo paralelo de los caps. 25-31.
1.