Mundo Hispano 2019-09-02
Éxo 7:1-25
(d) La
comisión renovada, 6:28-7:7. Después de la tabla genealógica se reanuda la
narración. En tierra egipcia el Señor habla otra vez con Moisés y recalca su
misión (v. 29); sin embargo, Moisés todavía se siente inadecuado para la
tarea: yo soy un hombre falto de elocuencia... (v. 30). El Señor
le responde indicando más específicamente el papel que Aarón ha de jugar en el
proceso de la liberación: Mira, yo te he puesto como dios para el faraón, y
tu hermano Aarón será tu profeta. Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y
Aarón... hablará al faraón... (7:1, 2).
Estos dos versículos ilustran
aspectos vitales de la inspiración y la función de un profeta (nabi’ H5030)
de Dios: (1) El profeta, en primer término, no era tanto uno que predecía el
futuro, sino uno que “hablaba en lugar de otro”. Por cierto, si Jehová quería proyectar un mensaje hacia el futuro,
el profeta lo anunciaría. Normalmente tales oráculos indicaban las consecuencias
últimas de desatender el mensaje inmediato. (2) El profeta era el portavoz de
Dios que entregaba el mensaje divino a quienes el Señor le indicaba. Por
ejemplo, a pesar del valor eterno del mensaje, la tarea de Aarón en aquel
momento no era la de entregar un mensaje cuyo valor entraría en vigor en una
época futura, sino que era decir al faraón en aquel tiempo que dejara ir de
su tierra a los hijos de Israel (v. 2b). La palabra profética
anunciada demandaba una respuesta inmediata de parte del faraón. (3) La
inspiración profética no nacía del profeta mismo, sino del Señor. La
inspiración divina abarcaba tanto las actividades intelectuales y emotivas del
profeta como los elementos prácticos de la entrega del mensaje. (4) El Señor
que creó al hombre conoce a los suyos y utiliza los dones propios del elegido
para su gloria. Con la capacidad de Moisés y la elocuencia de Aarón, el Señor
formó un equipo humano para librar a Israel.
Una vez más el Señor les indicó
que endurecería el corazón del faraón, y que multiplicaría las señales y los
prodigios en la tierra de Egipto antes de lograr la libertad del pueblo (vv.
3, 4). A la vez, les reveló un propósito adicional en la confrontación con
el faraón: Así sabrán los egipcios que yo soy Jehová , cuando
extienda mi mano sobre Egipto y saque a los hijos de Israel de en medio de
ellos (v. 5). El propósito divino era más que simplemente guardar el
pacto hecho con los patriarcas y librar a Israel; Jehová quería, además, que por la experiencia los
egipcios conocieran personalmente que él es el Dios Soberano de todo el mundo.
La demostración de su naturaleza y poder sería un testimonio de su redención no
únicamente a Israel, sino a todos. El quería que los egipcios lo conociesen
también como Salvador.
Antes, cuando Dios llamó a Moisés
en la tierra de Madián, le había dicho que endurecería el corazón del faraón y
que éste no dejaría ir fácilmente al pueblo (4:21). Nueve veces repitió en el
libro que lo haría (ver 7:3; 9:12; 10:1, 20, 27; 11:10; 14:4, 8, 17). Basándose
exclusivamente en estos textos, algunos han sugerido que Dios predestinó al
faraón para que fuese una víctima en el drama del éxodo. Consecuentemente,
proponen una doctrina extrema de la predestinación que parece eliminar el libre
albedrío del hombre. Un estudio más detallado de todos los textos que tratan
del tema no concuerda con esta interpretación.
Además de indicar que el Señor lo
endureció, también se indica nueve veces en el texto que el faraón se endureció
a sí mismo (ver 7:14, 22; 8:15, 19, 32; 9:7, 34, 35; 13:15), lo cual indica
resistencia a la voluntad de Dios por parte del egipcio. En cuanto al texto
hebraico, se emplean tres verbos diferentes que se traducen “endurecer”, y un
análisis de ellos ayudará a aclarar la naturaleza de la confrontación entre
Jehová y el faraón y las implicaciones
teológicas.
El verbo usado con más
frecuencia, hazaq H2388 significa “ser fuerte”,
“ser firme”, “hacerse obstinado”, “apretar”, “exprimir”, y “aplicar presión”.
El uso significa “el agarrar a alguien, y sostenerle, o aplicarle presión”.
Jehová aplicó presión sobre el faraón
por medio de las plagas para que le obedeciera.
El segundo verbo, cavad H2513,
significa “ser pesado”, o “embotado”. En este sentido, al ponerse obstinado el
faraón, el Señor hacía más pesada su situación. Al rechazar el pedido de Jehová
, le era cada vez más difícil tomar la decisión de obedecer a Dios; mientras
tanto, Dios descargaba sobre los egipcios una plaga tras otra, hasta que el
faraón, sobrecargado con el peso de todo, mandó a Israel salir de su país.
La tercera palabra, qashah
H7185,
significa “endurecer”, “hacer rígido”, “hacer difícil”, o “hacer oneroso”.
Tomar algunas decisiones es fácil, mientras que otras son más difíciles. El
faraón era un monarca orgulloso. Su palabra era ley, no admitía oposición a su
voluntad y no quería perder un recurso económico de tanto valor como el que
tenía en Israel. Jehová no violó el
libre albedrío del faraón. El faraón tuvo que decidir; pero era un hombre
insensible y obstinado. Dios conocía su vanidad y que cada vez que tomaba una
decisión le era más difícil volverse atrás. Al correr el proceso el faraón
llegó a ser más oneroso y más rígido en su posición, aun frente al pedido de
sus consejeros de que dejara ir a Israel. Cada paso le hacía más difícil el
próximo, y el Señor seguía insistiendo.
Dios pudo haberle quitado la vida
al faraón en cualquier momento; sin embargo, siguió el proceso hasta que el
faraón tomó la decisión de dejar ir a Israel. Dios no violó el libre albedrío
del egipcio; sin embargo, conocía de antemano lo que éste haría, y se lo dijo a
Moisés. No obstante, el autor demuestra cómo Jehová cooperaba en el proceso; lo presionaba, lo
cargaba y le hacía cada vez más difícil la decisión. Lo endureció Dios, y el
faraón se endureció a sí mismo.
Hay varias observaciones más que
ayudarán en una evaluación del contexto: (1) El faraón endureció su corazón
antes de que Dios obrara. (2) No se trataba de la salvación del faraón, sino de
una decisión política de dejar ir a Israel. (3) El Señor usó múltiples medios
para que el faraón se rindiera: Hizo amonestaciones antes de enviar las plagas;
demostró su misericordia repetidas veces al hacer cesar las plagas al pedido
del faraón; y dos veces el faraón confesó la supremacía de Jehová antes de la muerte de los primogénitos. (4)
El pedido era justo. (5) El propósito era didáctico: Dios quería enseñar a las
futuras generaciones de su poder y redención (ver 10:1, 2; Deu_6:20-25; Rom_6:17).
(6) El corazón, en el pensar del AT, no representaba el centro de las
emociones, sino de la voluntad: se trataba de una decisión de la volición. (7)
En la época de Moisés, no había un concepto de causas secundarias. Se pensaba
que el Señor era responsable directo de todo lo que ocurría; entonces, cuando
el Señor endureció el corazón del faraón, fue para producir una situación en la
cual Jehová podía obrar con sus señales
y prodigios. En realidad, para Israel no había un problema teológico con el
endurecimiento del corazón del faraón.
Generalmente, el AT se refiere a
las plagas como señales y prodigios (Rom_7:3;
ver Deu_4:34; Deu_6:22; Job_78:4;
Job_105:27; etc.). Se incluyen
fenómenos naturales y hechos históricos que inspiran temor, misterio y asombro.
Siempre están relacionados estrechamente con la palabra de Dios y tienen el
propósito de enseñar algo. Nunca vienen simplemente para asustar o asombrar a
la gente. Las plagas tenían la misión de convencer al faraón que dejara ir al
pueblo y hacer recordar a Israel que su liberación no vino por el poder de
ellos sino por medio de la mano poderosa de Jehová .
Las plagas eran milagros de Dios;
eran hechos divinos maravillosos. Los hebreos no pensaban, como los griegos,
que la naturaleza era un orden controlado por leyes naturales. Para Israel, un
milagro era romper el orden normal de la vida en una manera extraordinaria; ni
aun tenían en su vocabulario una palabra que significaba “naturaleza”. Ellos
veían la mano de Dios en todos las cosas, aun en aquellas que hoy en día se
consideran el resultado de leyes naturales. Por ejemplo, para Israel el sol y la
luna eran señales (Gen_1:14-15), o
“milagros” de Dios: Cada día y cada noche eran señales de su poder y bondad.
Para entender mejor el concepto
de milagros en el AT, se hacen las siguientes observaciones: (1) Los milagros
eran hechos interpretados por la fe. (2) Los hebreos tenían el concepto de que
Dios estaba involucrado en todo. El era todo; no había una diferencia entre
leyes naturales y hechos sobrenaturales o milagros. (3) Los milagros no eran
tanto acontecimientos extraordinarios (o poco comunes), sino que eran hechos
predichos para momentos particulares con significados especiales. (4) Se
empleaban tres términos diferentes en Exodo que se puede traducir milagros
: ‘oth H226 o señal, significa un
acontecimiento o algo común en la vida ordinaria que, en circunstancias
especiales, tiene un significado excepcional. El segundo término, mopeth
H4159
se traduce frecuentemente “prodigios”, y representa algo extraordinario. Pueden
ser acontecimientos o elementos de la vida que son comunes; sin embargo, se
encuentran en situaciones excepcionales que son llamativas. Por ejemplo, si un
rayo cae sobre un árbol cerca, la interpretación de fe podría llamarlo un mopeth
H4159.
La tercera palabra, niphle’oth H6381 representa algo muy
especial y puede traducirse con la palabra “maravilla”. Es algo no
acostumbrado, y se acerca más al concepto griego de milagro. Por ejemplo, el
sanar a un leproso o el cambiar agua en sangre serían “maravillas”. (5) Los
milagros no son pruebas del poder divino, sino que son demostraciones de su
poder y de su propósito. No son conclusivos en sí; tienen que ser aceptados por
la fe. El faraón los vio y no creía. Israel los vio y creía; sin embargo, aun
ellos, se olvidaron pronto de la experiencia. (6) Los milagros señalan a un
significado más allá del hecho mismo; se pierde su valor si no se los entiende.
Entonces, son indicaciones del propósito salvífico del Señor. Dan evidencia de
la presencia y propósito del Dios soberano. (7) Tras lo milagroso de las plagas
se ve un problema moral: la opresión y esclavitud de un pueblo. Antes de las
demostraciones de su poder, el Señor dio amplia advertencia y oportunidades al
faraón para que librase a Israel y así evitara las plagas. (8) La fe de Israel
se basa en los milagros y el más grande de ellos es la redención (la salvación)
cuya prueba se encuentra en la libertad.
La historia de las plagas es un
relato de acontecimientos vistos por medio de los ojos de la fe. Varias de
ellas incluían fenómenos naturales que solían ocurrir entre los egipcios (por
ejemplo las ranas, los piojos, las moscas, las úlceras, el granizo, etc.) Sin
embargo, se ve lo milagroso en la rápida sucesión de los acontecimientos; en su
intensidad y severidad; en que fueron predichos por Moisés, y en que ocurrieron
precisamente en el momento histórico que resultó en la liberación de los
hebreos. La gente de fe afirma que estos señales y prodigios eran milagros
producidos por la mano de Dios.
La sección que tanto interesaba a
los sacerdotes termina dando las edades de Moisés y Aarón: 80 y 83 años
respectivamente. Nunca se llega a una edad demasiado avanzada para servir al
Señor, y en realidad se enseña que era Jehová
quien dio a Israel los dos líderes del éxodo. La historia no se dirige
por la casualidad. Al morir, Moisés tenía ciento veinte años (Deu_31:2; Deu_34:7).
Así que, se puede dividir su vida en tres etapas de cuarenta años cada una: en
Egipto (Act_7:23), en Madián, y como el
libertador y caudillo.
La elocuencia Moisés insistía en que era hombre falto de
elocuencia, y que por eso el faraón no le escucharía. Esto revela nuestra
tendencia humana de enfocar una debilidad que percibimos, pero que es problema
más bien para nosotros y no para otros. No hay referencia que indique que el
modo de hablar de Moisés era obstáculo para el faraón. La consagración completa
a la tarea que Dios le había encomendado es cualidad más evidente en la Biblia
que su falta de elocuencia. Dios espera que cada uno sea fiel a su llamado y él
proveerá lo necesario para el cumplimiento de esa misión.
La medida de
un líder Tres líderes se mencionan
aquí: (1) El faraón, líder máximo de los egipcios, está tambaleando en su
dirección de los súbditos porque está oprimiendo a los esclavos. Su soberbia no
le permite ceder para dar libertad a los israelitas. (2) Aarón, el líder que
ejecuta las órdenes de Dios y Moisés. Como profeta recibe el mensaje de Dios y
lo transmite al faraón. Sigue las órdenes de Moisés en las varias responsabilidades
diarias. (3) Moisés es el caudillo que está cumpliendo una misión encomendada
por Dios. Tiene que soportar la rebeldía del faraón y a la vez la vacilación
del pueblo que vino a liberar. La clave de su éxito está en su confianza con
Dios y su disposición de acudir a él para cada necesidad y en cada crisis.
(e) La señal
ignorada,Act_7:8-13. Conforme a
las costumbres de la época, el Señor les indicó a Moisés y a Aarón que el
faraón desearía ver las credenciales de ellos, o las señales de la deidad que
les envió (v. 9). En aquel entonces Jehová dijo que demostraría su poder triunfante
sobre los egipcios.
En cuanto a la función literaria
del trozo, sirve como una introducción a la sección de las plagas; fue
simplemente cuestión de tiempo que los egipcios reconocieran la autoridad de
Jehová .
La relación íntima entre la
palabra de Jehová y el milagro se ve en
los vv. 8-12. Dios no manda milagros solamente para diversión popular ni para
satisfacer una curiosidad escéptica. El milagro siempre tiene un propósito
redentor e instructivo. Cuando el faraón pidió que le mostrasen
"señales", o prodigios (heb. mopeth H4159
v. 9), el milagro de la vara tuvo dos propósitos: Uno fue el de convencer al
faraón que Jehová había enviado a Moisés para librar a su
primogénito; el segundo fue el de convencer a Israel de que la liberación
vendría por medio del poder divino y no por su propia capacidad.
La vara La vara era un objeto indispensable para el
pastor. Tenía varios usos: (1) Servía para suplementar la fuerza y el
equilibrio del pastor cuando tenía que escalar montañas o saltar piedras en
busca de algún animal extraviado. (2) Servía para separar a unas ovejas de
otras en ocasiones necesarias. Se utilizaba la curva para detener a una oveja
rebelde, y el palo servía como una pared para encerrar a varias. (3) Servía de
arma de defensa o de agresión. El pastor podría defenderse de los animales
silvestres con su vara, y podría utilizarla para matar víboras o animales
agresivos. (4) Servía como símbolo de autoridad. Se alzaba sobre el mar para
partir las aguas y permitir el paso de los israelitas en terreno seco (Exo_14:16). Se utilizaba para señalar el momento
de ataque para el ejército de Israel (Exo_17:9).
(5) Servía de instrumento de preservación de los israelitas, cuando Moisés
utilizó la vara para golpear la roca y salió agua para todos (Exo_17:6).
A petición del faraón Aarón echó
su vara delante de él y ésta se convirtió en una serpiente (v. 10). El
prodigio en sí llegó a tener un significado más allá del simple hecho de la
transformación; cuando el faraón llamó a los hechiceros, ellos con sus
encantamientos hicieron lo mismo (vv. 11, 12). Sin embargo, la vara de
Aarón se tragó las varas de ellos (v. 12b). El milagro tuvo un sentido
doble; la vara se convirtió físicamente en una serpiente y, al tragarse las
varas de los magos, declaró el poder victorioso de Jehová sobre los egipcios y sobre sus dioses.
El texto masorético cambia la
palabra serpiente usada anteriormente (Exo_4:3,
nahas H5175) por un término más
genérico (tannin H8577) que incluye el concepto de
un reptil en el sentido de un “monstruo marino” o hasta un “cocodrilo”, el
símbolo de Egipto (ver Eze_29:3). En
7:15 se vuelve a emplear otra vez la primera palabra (nahas H5175)
cuando se refiere al incidente. Evidentemente el autor usó deliberadamente el
término genérico en la introducción al relato de la plagas para asegurarse de
que su auditorio israelita entendiera el doble significado del milagro: el
poder de Jehová sobrepasaba al de Egipto
e iba a tragarlo.
La magia tenía gran acogida en la
vida egipcia (ver Gen_41:8), pero en
Israel era combatida estrictamente (ver Exo_22:18;
Deu_18:10; Jer_27:8-10;
etc.). Cuando la vara de Aarón se convirtió en una serpiente, aparentemente los
magos egipcios hicieron algo similar. Todavía en muchos países hay encantadores
de serpientes venenosas. Pueden producir rigidez en un reptil aplicando presión
en el cuello, la que cesa al soltarlo, por lo que deben recogerlo en tal caso
por el cuello y no por la cola (ver 4:4). Al tirar los magos sus varas
(¿serpientes rígidas?) al suelo, se convirtieron en serpientes (v.
12), y la vara verdadera (de Dios) se tragó las varas de ellos (v.
12).
A pesar del milagro, el
corazón del faraón se endureció (hazaq H2388), y no los escuchó, tal
como Jehová había dicho (v.
13).
c. Las plagas
: El señorío de Jehová , 7:14-11:10. La trama o tema central de
los caps. 7-11 trata de los eventos que llevaron a la liberación del pueblo.
Simultáneamente, en una forma magistral, se desarrollaron tres tramas
secundarias que aumentan el drama de los encuentros y ayudan a mantener el
interés en el relato: (1) El conflicto entre Jehová y los dioses (o la teología) de los egipcios.
Fue más bien una confrontación teológica y no tanto una demostración de poder
divino. (2) El cambio de actitud de los líderes egipcios hacia Jehová y su siervo Moisés. De despreciarlos,
ponerlos en ridículo y divertirse con ellos, poco a poco fueron llegando a
tomar en serio a Moisés y a la autoridad de Jehová . (3) La presión constante
de faraón para negociar con Moisés para reducir las demandas de Jehová . El
egipcio buscó un arreglo con Moisés para no perder su prestigio ni a Israel.
Quiso regatear con Dios. En todo esto se ve a Dios ablandando el corazón endurecido
de un tirano cruel.
Se ha hecho notar que las
primeras nueve plagas vinieron en tres ciclos de tres plagas cada uno (ver
Cassuto, Exodus, 92-93). La primera, la cuarta y la séptima vinieron
después de una advertencia hecha por Moisés al faraón en encuentros al aire
libre. El segundo ciclo, o sean la segunda, quinta, y octava plagas, vino
después de advertencias en encuentros con faraón en el interior del palacio. La
tercera, sexta, y novena plagas vinieron sin aviso previo. En la siguiente
tabla se ilustran los ciclos:
Primer ciclo (Advertencia
fuera de palacio)
1. Sangre
4. Moscas
7. Granizo
Segundo ciclo (Advertencia
en palacio)
3. Ranas
5. Ganado
8. Langostas
Tercer ciclo (Sin
advertencia)l
3. Piojos
6. Ulceras
9. Tinieblas
En el esquema se nota el
crecimiento dramático de la intensidad de las plagas: Comienzan como molestias;
progresivamente, por la terquedad del faraón, afectan la vida económica del
país, y finalmente vienen las tinieblas, el preludio a la muerte de los
primogénitos de los egipcios.
En el AT hay listas de las plagas
también en los Job_78:43-51 y
105:28-36; sin embargo, no concuerdan en todo con los detalles que se dan en
Exodo. Ninguna explicación de las diferencias presentadas hasta ahora es
completamente satisfactoria. Posiblemente la respuesta está en reconocer el
estilo poético de los Salmos, que procura más bien el ritmo para acompañar la
verdad teológica presentada en vez de seguir el orden estrictamente cronológico
de Exodo.
En cuanto al NT, hay referencias
a las plagas solamente en Apocalipsis 8 y 16. Aquí también se encuentran en una
forma modificada. En Apocalipsis 16 se trata de siete copas de juicios, y se
repite la frase pero no se arrepintieron (Apoc. 16:9, 11) como un
recuerdo de la resistencia obstinada del faraón a la obra de Jehová . Con la
literatura apocalíptica vale la pena recordar el significado hebraico de los
números. Estos juegan un papel importante en lo que un autor inspirado quiere
enseñar. El uso teológico de los números a veces puede explicar la razón de las
modificaciones encontradas en los textos: Tres es el símbolo de deidad; cuatro
representa el mundo; seis es el número de la maldad o lo imperfecto; siete es
el número perfecto; diez representa lo completo; y doce es el número ideal.
Los egipcios y los cananeos
consideraban la creación unida inextricablemente con la naturaleza de sus
dioses. Israel veía la naturaleza como la creación de Dios. Así pues, los
hebreos evitaban el peligro del panteísmo, el cual iguala a Dios y la creación,
y el deísmo, que niega el control de Dios sobre el mundo que ha creado. Las
Escrituras enseñan que Jehová mantiene
su señorío sobre la historia y la creación. Las plagas (mejor entendidas en
Exodo como “aflicciones” en vez de "enfermedades”) son demostraciones de
esto y reflejan claramente el conflicto teológico entre la fe bíblica y la
egipcia.
Las siguientes características de
las creencias egipcias (ver Honeycutt, Exodus, pp. 334, 335) muestran la
diferencia entre el concepto de Dios en el AT y el que tenían los egipcios: (1)
Los egipcios consideraban al faraón como un dios poseedor de poderes
sobrenaturales. Lo identificaban con Horus, el señor de los cielos, en su
autoridad absoluta, y con Re, el dios del sol —el dios creador—, en su poder.
(2) Con el clima prácticamente sin lluvia, el río Nilo era lo que hacía posible
la vida. Consecuentemente, los egipcios lo veían como la fuente de su
existencia y lo hacían objeto de adoración. (3) Además, los egipcios
reverenciaban toda vida animal (incluyendo los insectos). La veían como algo
sobrehumano y la deificaban.
Las plagas fueron actos
justicieros contra todos los dioses de Egipto (12:12b): fueron más que
simples juicios contra un rey obstinado. Sin embargo, las señales y prodigios (v.
3) atacaron la teología errónea de los egipcios acerca del faraón como un ser
divino, de las creencias acerca del sol y del río Nilo y de la reverencia
(deificación) de toda vida animal. Las plagas fueron demostraciones históricas
de la soberanía de Jehová sobre la
historia, sobre la creación y sobre todos los hombres (ver Honeycutt, Exodus,
p. 335).
(a) El agua
hecha sangre, 7:14-24. El faraón siguió su camino obstinado (v. 14);
por tanto, el Señor ordenó a Moisés que encontrara al faraón de mañana a la
orilla del Nilo (v. 15). Dramáticamente, Moisés demandó otra vez en
nombre de Dios que el faraón dejara ir al pueblo (v. 16). Para que se
conociera que era Jehová el que lo
mandaba, Moisés golpeó el agua del Nilo con la vara y la convirtió en sangre,
que apestó el río (vv. 17, 18). El Nilo, la fuente de la vida para los
egipcios, llegó a ser un instrumento de juicio, caos y muerte; fue contaminado
y los peces murieron.
Además, Aarón, por orden de
Jehová , alzó la vara sobre las aguas del Nilo y se convirtieron en sangre
todas las aguas de Egipto (v. 20), incluyendo las de los brazos
naturales del río, las de su red artificial de canales usados con fines de
irrigación agrícola, las de sus estanques, y las de sus depósitos (v. 19a).
El texto masorético indica
literalmente que habrá sangre en toda la tierra de Egipto, hasta en la madera
y en la piedra (v. 19b; Tr. del autor). El original no contiene las
palabras interpretantes “los baldes de” ni “las vasijas de”. Parece mejor
traducir el versículo sin agregar las palabras adicionales; es decir, la sangre
llegó hasta la savia de los árboles (madera) y salió de las fuentes (piedras).
Los dos, árboles y fuentes, eran elementos considerados sagrados en los lugares
apartados o designados para la adoración (ver los oasis sagrados). Si se
acepta esta interpretación, se evitará el problema acerca de dónde consiguieron
los magos su agua cuando hicieron lo mismo con sus encantamientos (v.
22).
La plaga duró siete días (v.
25). El faraón volvió al palacio y no quiso prestar más atención al
asunto (v. 23) ¿Tenía agua sin sangre en casa? La respuesta sería
que no, si se agrega al texto hasta en los baldes de madera y en las vasijas
de piedra. La gente común hicieron pozos alrededor del Nilo para beber...
(v. 24) : encontraron agua filtrada a través de la arena. Probablemente
de ahí los magos consiguieron el agua pura para obrar su arte de
encantamientos.
Algunos autores han sugerido que
posiblemente el Nilo no se convirtió en sangre literalmente, sino que el uso de
la palabra sangre indica lo que parecía el agua (comp. 2Ki_2:16-23). Dice Bartina: "No se trata de
la conversión del agua nilótica en sangre humana o animal, sino en una
coloración parecida a sangre" (LSE, p. 363).
Anualmente, cuando crece el río
(en julio o agosto), unos microcosmos conocidos como “flagelados” dan con sus
bacterias un tinte rojizo, o a veces púrpura a las aguas. En el verano, con el
sol caliente, el agua en el Delta puede parecer sangre; por eso los nativos lo
llaman el Nilo Rojo. En la interpretación de Bartina y otros, se sugiere que el
milagro no consiste tanto en el color sanguíneo, sino en el hecho de ser
predicho precisamente y en su intensidad.
De acuerdo con esta
interpretación se desarrolló una teoría interesante acerca de la plagas: Con la
contaminación severa del agua del Nilo llegó la mortandad de los peces. Las
ranas, la plaga segunda, se multiplicaron en el sedimento de las inundaciones;
después llegaron los insectos y se multiplicaron debido a la mortandad de los
peces y de las ranas; y los insectos producidos por las pestes atacaron al
ganado y a los hombres. Se sugiere que las tormentas y el granizo de febrero
destruyeron el lino y la cebada, dejando el trigo y la espelta para las
langostas. Las tinieblas, a su vez, serían el producto de una polvareda intensa
(ver el polvo depositado por la inundación) levantada por el viento (khamsin
H2822)
de marzo. Así, nueve de las plagas se relacionan con el control que Jehová tiene sobre la naturaleza. ¡Jehová es Señor, no los dioses egipcios!
De todos modos, independientemente
de las varias maneras de interpretar las plagas, las conclusiones acerca de
ellas son evidentes: (1) Ocurrieron en momentos oportunos escogidos, (2)
produjeron aflicciones severas en Egipto, (3) afectaron a lugares específicos y
(4) lograron el propósito de librar a Israel de la esclavitud egipcia.
Con todo, no existe ninguna duda
de lo que el autor enseña en cuanto a la primera plaga; el Nilo quedó bajo el
poder soberano de Jehová . Sin embargo, el hecho de que los magos aparentemente
también convirtieron agua en sangre dejó una duda en la mente del faraón acerca
del dominio absoluto de Jehová sobre
todo Egipto. No obstante, los magos únicamente pudieron aumentar la plaga; no
pudieron quitársela.
Una vez más el faraón se
endureció, y no los escuchó (v. 22), y esto era lo que Jehová había dicho que pasaría (2Ki_4:21; 2Ki_7:3).
Dios no lo endureció sino hasta la sexta plaga (2Ki_9:12).
Dios conocía de antemano lo que ocurriría. Sabía que el corazón del faraón
estaba endurecido desde el principio y que lo endurecería aun más y más.
Conoció Dios que últimamente se fijaría el corazón del faraón en el camino que
el monarca ya había elegido. ¿Quién es Jehová ? (2Ki_5:2) La pregunta llegaría a molestarle al
faraón durante toda su vida. Sin embargo, de acuerdo con el cap. 7, Dios no lo
hizo obstinado. Ya era hombre endurecido de antemano y por su propia voluntad.