Mundo Hispano 2019-09-02
Éxo 8:1-32
(b) Las ranas,
7:25-8:15. Siete días después de azotar a Egipto con la primera plaga
Jehová mandó a Moisés volver y anunciar
una plaga de ranas si el faraón rehusaba dejar ir a Israel. Aunque no eran
comunes en Palestina, las ranas eran una parte de la vida egipcia. Se las
asociaba con la diosa Heqt, quien, según la creencia, ayudaba a las mujeres
durante el parto; consecuentemente, las ranas eran consideradas la
personificación de un poder que daba vida.
La plaga no representó una
amenaza a la vida de los egipcios, sino que era una molestia y una gran
inconveniencia. El faraón no prestó mucha atención a la primera plaga (7:23);
sin embargo, las ranas sí llamaron su atención.
El dedo de
Dios Un autor hizo una observación
buena acerca de la revelación de Dios por medio del uso de la frase el dedo de
Dios. La expresión se encuentra cuatro veces en las Escrituras. El uso aquí
resultó en la liberación del pueblo de la esclavitud egipcia. En Exo_31:18, la ley de Sinaí fue inscrita en
tablas de piedra por el dedo de Dios. El Job_8:3
indica que los cielos son obra de los dedos de Dios, y en Luk_11:20 se dice que Jesús echó fuera demonios
por el dedo de Dios. Al poner las cuatro referencias en conjunto, se ve la
manifestación de Dios a través de su dedo en la creación, en el éxodo (la
libertad), en la dádiva de la ley en Sinaí y en la encarnación. ¡Qué grande es
el dedo de Dios!
Tal como sucedería con muchos de
los profetas futuros (ver Amo_7:2; Jer_27:18, etc.), el faraón llamó a Moisés y a
Aarón y les pidió que intercedieran ante el Señor: Rogad a Jehová para que quite las ranas de mí y de mi
pueblo, y dejaré ir al pueblo para que ofrezca sacrificios a Jehová (v. 8).
Con la petición entra un cambio
en el relato; lentamente comienza a disminuir la resistencia del faraón ante la
presión de Jehová . Por cierto, el propósito principal de las plagas es el de
glorificar el poder y la autoridad del Señor al lograr la libertad de Israel;
sin embargo, se indica ahora que las plagas tendrán una dimensión adicional al
lograr la victoria de Jehová sobre la
teología egipcia.
Además del conflicto con la
teología egipcia se inicia el tema de las negociaciones. El faraón era un
político astuto: hizo su primera oferta, aunque pronto se retractó (vv. 8,
15). Posteriormente volvería a repetir la oferta interpretándola por medio
de condiciones que la calificaban (Jer_8:25,
Jer_8:28; Jer_10:11,
Jer_10:24). Astutamente, la primera vez
no indicó ninguna condición en cuanto al lugar para servir a Jehová ni quienes podrían ir. Las condiciones las
reservó para negociar más tarde.
Por su parte, Moisés se mostró
igualmente astuto en su participación en las negociaciones; conocía bien al
faraón. Aunque Moisés era el mensajero de Jehová , el Señor no le quitó la
libertad para negociar. Por cierto, Dios lo guió en el trato (ver la promesa de
estar con él siempre en 3:12); no obstante, se ve el principio claramente en la
respuesta de Moisés al pedido del faraón: Dígnate indicarme cuándo he de
rogar por ti... para que las ranas sean quitadas... y solamente queden en el
Nilo (v. 9). El texto masorético es un poco más explícito.
Literalmente dice: Te doy la ventaja. Fija el tiempo necesario para ti, para
tu siervos y para tu pueblo, para que saque las ranas de ti y de tu casa, para
que queden solamente en el río (tr. del autor). Al ofrecer al faraón la
ventaja, Moisés le pidió que le indicara cuándo debieran ser quitadas las
ranas. El faraón señaló el día, pero no pidió que las ranas fueran devueltas al
río. Moisés clamó a Jehová , y sucedió tal como el faraón pidió (vv. 12, 13).
El autor demuestra cómo Moisés salía ganando en las negociaciones, aun dando la
ventaja al faraón: Jehová hizo
conforme a la palabra de Moisés. Murieron las ranas... Las juntaron en muchos
montones, y la tierra apestaba (vv.13, 14). Irónicamente, de acuerdo con la
palabra del faraón, se quitaron las ranas, dejándolas muertas en el lugar donde
estuvieron. ¡El faraón recibió un dividendo inesperado! No obstante, al
terminar la plaga se escucha un informe familiar: con el alivio, el faraón endureció
su corazón y no lo los escuchó (v. 15).
(c) Los piojos
8:16-19. Sin anunciarlo de antemano, Jehová
dijo a Moisés que mandara a Aarón que extendiera la vara y golpeara el
polvo para que se cubriera la tierra de Egipto con insectos pequeños. Esta vez
los magos no fueron capaces de duplicar la señal por medio de sus
encantamientos y admitieron ante el faraón que la plaga era del dedo de Dios
(v. 19). Sin embargo, el faraón endureció su corazón y no los
escuchó, tal como Jehová lo había
dicho (v. 19b).
La palabra hebrea kinnim H3654
se refiere a un insecto pequeño que no ha sido identificado con exactitud. La
palabra ha sido traducida como “piojos”, “jejenes”, “mosquitos”, “pulgas”, y
hasta “antojos”. De todos modos, con su clima caluroso y seco, Egipto siempre
ha sido víctima de muchas clases de insectos pequeños. Probablemente el vocablo
“piojos” es el más adecuado y llena bien los requisitos textuales.
Esta plaga es otro de los
milagros de transformación. Tal como con el agua del Nilo, se empleó la vara, y
al golpear el polvo de la tierra el país se llenó de piojos. No significa que
literalmente todo el polvo del país se convirtió en piojos (v. 17b),
sino que las grandes nubes de ellos parecían brotar del suelo como las
tormentas de polvo que solían llegar con los vientos fuertes del desierto.
Los magos, al no poder reproducir
nada similar con sus encantamientos, esta vez tuvieron que admitir que la plaga
era obra del dedo de Dios (v. 19). Por primera vez el autor
explica cómo se puede distinguir entre un milagro verdadero y un milagro falso.
La verdad finalmente eliminó el engaño, y los magos mismos lo confesaron. Es
dudoso aquí que los magos hayan reconocido a Jehová como el Dios único; más bien se refieren al
milagro como la obra de un dios poderoso, que no podría ser otro que Jehová , a
quien Moisés representaba. Además, es posible que pensaran de la vara como el
dedo de Dios, porque era un símbolo para ellos, y para Israel más tarde, del
poder divino.
(d) Las
moscas, 8:20-32. Jehová mandó a Moisés que se
presentara ante el faraón cuando éste saliera al río. Esta vez el Señor le
amenazó con una nube de moscas si no dejaba salir al pueblo. Al desatender él
la palabra de Dios, vinieron tantas moscas que la tierra quedó devastada
(vv. 20-24).
El faraón llamó a Moisés y a
Aarón y, para quitar la plaga, ofreció permiso para que el pueblo ofreciera
sacrificios a Dios dentro del país. Moisés rechazó la oferta diciendo que esto
sería una abominación para los egipcios. Entonces el faraón concedió permiso
para que fueran al desierto a ofrecer sacrificios, con tal de que no fueran
demasiado lejos. Moisés oró a Jehová y
el Señor quitó la plaga de moscas. Sin embargo el faraón se endureció otra vez
y no dejó ir al pueblo (vv. 25-32).
El texto hebreo dice que la
cuarta plaga era de ’arob H6157. La palabra significa “un
enjambre”, o una “multitud”, o “una nube de insectos” (ver Job_78:45). No se especifica qué clase de
insectos era; sin embargo, el griego de la LXX traduce como “mosca de perro”.
Esta era un mosquito feroz que atacaba a sus víctimas hasta sacar sangre de
ellas. En muchos lugares de las Américas la llamarían “tábano”. Parece bien la
identificación (el tábano); concuerda con la evidencia del texto que se refiere
a la molestia extrema de ellas, su llegada como una densa nube (v.
24) y su devastación de la tierra.
Por primera vez Jehová hace una distinción entre Israel y los egipcios;
el pueblo de Dios no sería víctima de la plaga. Los hijos de Israel habían
sufrido las consecuencias de las primeras tres plagas. Ahora Jehová haría una excepción de la tierra de Gosén,
donde habitaban los hebreos, a fin de que sepas que yo, Jehová , estoy
en medio de la tierra (v. 22). El Señor estaría con su pueblo. Se
conocería que Jehová es el Señor de todo
el mundo, incluyendo la tierra de los egipcios. El Señor puede dividirla,
azotarla y controlar toda la vida que en ella habita. ¡El es Jehová ! La
magnitud del milagro se ve en la cantidad desacostumbrada de las moscas, en su
limitación geográfica, en el anuncio preciso del tiempo de la llegada y la
salida y en su propósito teológico.
El faraón reanudó su esfuerzo por
negociar con Moisés y Aarón; los llamó y les dijo que el pueblo podía ir a
ofrecer sacrificios a Jehová dentro del
país (v. 25). Moisés sagazmente rechazó la oferta diciendo que su
sacrificio sería una abominación a los egipcios y podría producir represalias
contra ellos (v. 26). No explicó la razón por su observación (ver Gen_46:34), pero pudiera ser la de que los
egipcios consideraban sagrados a los animales, o consagrados a sus dioses,
aunque ocasionalmente los ofrecían como holocaustos en sus cultos. Es posible
que el faraón, reflexionando sobre la respuesta de Moisés, pensara que el
sacrificio de animales por los hebreos podría provocar el enojo de los dioses
egipcios y producir mayores calamidades que las que habían recibido de la mano
de Jehová . Sea como sea, aceptó el argumento de Moisés y le ofreció otra
alternativa: Yo os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificios... en el
desierto, con tal que no os vayáis demasiado lejos. Rogad por mí (v. 28;
comp. 8:8). Evidentemente Moisés estuvo de acuerdo en salir al desierto, y prometió
rogar a Jehová para que quitara la plaga
de moscas la mañana siguiente. Al mismo tiempo advirtió al faraón que no
fallara en el trato, no dejando ir al pueblo para ofrecer sacrificios a
Jehová (v. 29). Sin embargo,
al encontrarse aliviado de la plaga, el faraón endureció su corazón otra vez, y
no dejó ir al pueblo (v. 31).
El Nilo se llenó de ranas y la
casa del faraón se llenó con ellas; estaban en su dormitorio y en su cama. Se
metían en las casas de su siervos y hasta en los hornos bien secos y en sus
artesas de amasar. Al sentarse el faraón se le subían, y lo mismo ocurría a
todos los habitantes del país (vv. 3, 4, 6). No había manera de escaparse de
las ranas. ¡De veras el Señor consiguió la atención del faraón!
Una vez más los magos egipcios
mostraron que ellos también tenían poder y produjeron ranas (v. 7); sin
embargo, el problema no era producir más de ellas, sino quitárselas, y los
sabios egipcios no pudieron hacerlo. Según el parecer del faraón, ¡simplemente
aumentaron la plaga y la molestia! ¿Qué clase de sabios son éstos? Con esto
entra en el estilo literario una nota de humor irónico.
Verdades
prácticas
1. V. 9: "Mostrad
señales". La gente quiere ver señales de Dios en nuestra vida. Es fácil
presentar un concepto nuevo de la salvación para la gente que sigue tradiciones
religiosas, pero la gente quiere pruebas, señales, evidencias de la legitimidad
de nuestro evangelio. Vidas cambiadas y en continuo poder son señales que no
pueden ser refutadas.
2. Ante la predicación cristiana
la gente opone sus propios dioses, los que le producen alguna forma de placer,
bienestar y poder. Ellos muestran las señales del poder de sus dioses. ¿Qué
señales muestra usted del poder de su Dios?
3. Hay iglesias que están
ansiosas de milagros para atraer a los perdidos. Lo triste es que mucha gente
busca los milagros sin interés en el Dios todopoderoso que los realiza. Otros
quieren manejar a Dios como al genio de la lámpara, que está a su disposición
para servirles, y no al contrario.
4. Los milagros no son infalibles
para abrir el corazón de los impíos. Muchos se convencen de los milagros, pero
no se convierten, porque eso significa sumisión, y la soberbia de su corazón no
se doblega.