Mundo Hispano 2019-09-02
Éxo 9:1-35
(e) La peste, 9:1-7. Moisés, por orden de Jehová , se presentó nuevamente ante el faraón para pedirle que permitiera ir al pueblo o, en caso contrario, tendría que enfrentar una terrible peste que acabaría con todos sus ganados. Le especificó un plazo para responder y le indicó que habría una distinción entre el ganado de Israel y el de Egipto, pues sólo el de los egipcios moriría. Al día siguiente murió el ganado de Egipto. A pesar de todo, el corazón del faraón se endureció otra vez y no dejó ir a Israel.
La plaga cayó sobre el ganado doméstico en general. El caballo fue introducido en Egipto por los hiksos. El camello no era tan común en aquella época como lo es hoy en día en Egipto; sin embargo, lo usaban los mercaderes en sus caravanas tanto como los nómadas que habitaban los desiertos adyacentes. Gradualmente llegó a ser un animal importante en la vida económica de Egipto. Los asnos, las vacas y las ovejas eran comunes.
La plaga tocó dos elementos vitales de Egipto: (1) La teología egipcia que adoraba la vida animal, y (2) la economía nacional. Hasta ahora las plagas habían sido más bien molestias para los egipcios. Con el quinto azote Jehová los apretó económicamente. Las plagas anteriores eran más bien golpes emocionales que afectaban la vida particular. Esta tocaba el nervio económico nacional, que era más sensible. Lentamente el Señor intensificaba su severidad.
Por medio de esta señal el autor demostró otra vez la humanidad del faraón: no había nada que podía hacer para evitar la plaga sin dejar ir a Israel. Además, no había posibilidad de entrar en ninguna clase de negociación con Moisés, porque la plaga llegó repentinamente y se murió todo el ganado de Egipto (v. 6) que estaba en el campo (v. 3). Esta vez no hubo necesidad de fijar un plazo para quitarla, pues se terminó con la muerte de los animales. Lo único que el faraón pudo hacer fue verificar la distinción hecha entre el ganado de los israelitas y el de los egipcios (vv. 4 y 7). No había duda en cuanto a la palabra de Dios entregada por medio de Moisés: Era un milagro.
No es posible especificar la naturaleza de la plaga. El texto dice simplemente que era una terrible peste (v. 3). El uso de la palabra en el AT significa una pestilencia en general. La sugerencia de que la plaga era de ántrax es interesante, pero no puede ser probada. El texto dice simplemente que Jehová lo hizo al día siguiente... y murió todo el ganado de Egipto (v. 6). Parece que los animales murieron aquel día por causa de una plaga sobrenatural y no por una infección contagiosa que acabara paulatinamente con ellos. Se entiende mejor la muerte de todo el ganado de Egipto (v. 6) a la luz de lo que estaba en el campo (v. 3). La séptima plaga caería también sobre el ganado (9:13-27). Además, se debe recordar que la psicología semítica tendía a emplear expresiones hiperbólicas. Todo aquí indicaba la magnitud del hecho en comparación con lo que quedaba; los animales sobrantes eran pocos en comparación con la cantidad original. Para ellos, al ser afectada una zona por una calamidad, “todo el mundo” (de la zona) era víctima. De todos modos, el texto incluye todas las especies nombradas del ganado de los egipcios en el campo (v. 3) sin entrar en una computación matemática.
(f) Las úlceras, 9:8-12. La sexta plaga también fue de transformación. Otra vez por orden de Jehová , Moisés esparció hacia el cielo puñados de hollín de un horno, el cual se convirtió en polvo que produjo úlceras en los hombres y en los animales en toda la tierra de Egipto. Nuevamente los magos fueron impotentes para duplicar el milagro, y ellos también fueron heridos como todos los demás egipcios. Esta vez Jehová fue el que endureció el corazón del faraón, tal como lo había dicho.
Aunque el relato es breve, incluye varios elementos críticos en el desarrollo teológico del conflicto entre Jehová y los dioses egipcios. (1) Se demuestra el poder del Señor por medio de un milagro de transformación doble: el hollín es convertido en polvo y el polvo causa sarpullido que produce úlceras; (2) se termina el conflicto de Moisés (Jehová ) con los magos; (3) la estabilidad económica y religiosa del país se deteriora profundamente; y (4) se dice por primera vez que Jehová endurece el corazón del faraón, tal como dijo que lo haría.
El hollín era de la clase que se encontraba en los grandes hornos para cocer cal o cerámica. Una vez esparcido en el aire por Moisés y Aarón, se convirtió en polvo fino. Al caer sobre los hombres y los animales producía ampollas, las cuales al reventarse producían úlceras (v. 11).
En Deuteronomio 28 se indica que el Señor advertía al pueblo de las consecuencias de la desobediencia con un recuerdo de la experiencia de los egipcios. Entre otras aflicciones, serían víctimas de úlceras malignas en las piernas y en las rodillas, y desde la planta de pie hasta la coronilla (Deu_28:35). Jehová te afligirá con úlceras de Egipto, con tumores, con sarna y con comezón, de los que no puedas ser sanado (Deu_28:27).
Al tener úlceras (shechin H7822 ver Job 2:7; Isa_38:21), existía la posibilidad de que fuera lepra (comp. Lev_13:18-23); si no fuera, podrían ser contagiosas, lo que requería que el enfermo fuera aislado por algún tiempo (ver Lev_13:4-6). Consecuentemente, la plaga no sólo produjo una situación física incómoda para los egipcios, sino que resultó en una desorganización total del gobierno, de la vida económica y de la vida religiosa. Todos se pusieron en cuarentena, y no había quienes verificaran la sanidad de los demás. ¡Ninguna clase de huelga podía haber paralizado el país más completamente que la plaga de úlceras!
Se han propuesto varias posibles enfermedades que pueden explicar una infección de esta naturaleza, pero no es posible determinarla con exactitud. Algunos la relacionan con el ántrax, mientras que otros sugieren que la plaga tiene mejores indicaciones de ser un brote de viruela, la cual da fiebre, produce ampollas y comezones y afecta tanto los animales como al hombre (ver LSE, p. 373).
Por primera vez el texto dice que Jehová endureció el corazón del faraón (v. 12). Los hebreos no trataban con causas secundarias; todo lo que pasaba lo relacionaban finalmente con Dios. Además, reconocían que la acción de Dios era consistente con la naturaleza malvada del faraón y que Dios obraba con él dentro del contexto de su libre albedrío. Por lo tanto, el propósito aquí, según la interpretación de Honeycutt (BBC, p. 342), era demostrar la soberanía de Jehová hasta para influir directamente en la voluntad obstinada del faraón.
Según el AT, esta verdad no viola la libertad del hombre; la tensión nunca produce un determinismo que niega la responsabilidad del hombre por sus decisiones y acciones. El v. 12 hace resaltar que el Señor es soberano, y ningún ser humano, aunque fuese un rey egipcio que se había deificado a sí mismo, puede desbaratar finalmente la voluntad divina. Dios conocía al faraón y podía obrar en él aunque el faraón no lo reconociera (comp. 2Sa_17:14; 1Ki_12:15; Isa_44:28; etc.).
(g) El granizo,Isa_9:13-35. Con la séptima plaga se inicia el tercer ciclo de azotes divinos. Es el más largo de los relatos, y en ella se demuestra la habilidad artística del autor: Se prepara al lector para la intensidad creciente de las plagas; se explica teológicamente el significado de las mismas, el cual está implícito; se demuestra con claridad la misericordia de Dios, aun hacia los egipcios; se demuestra el pecado y el proceso gradual del ablandamiento del corazón duro del faraón; y se indica la duración de la plaga, la cual se la relacionará con la que sigue.
Una vez más Moisés entrega la palabra de Dios al faraón. Anuncia el envío de todas las plagas (maggefah H4046) sobre el monarca, sus siervos y el pueblo (v. 14). Por primera vez en el libro emplea como sustantivo esta palabra, la cual significa “un golpe”, “una matanza”, “una pestilencia”, o “una plaga”. Gráficamente, la plaga sería un golpe para todo el país. En otros lugares la palabra es empleada para una matanza de la guerra (1Sa_4:17), para castigos divinos sobrenaturales (ver Num_14:37,Num_25:8-9, Num_25:25; Zec_14:12), y para un golpe de muerte (Eze_24:16). Moisés dice que este golpe será tan intenso como muchos juntos: está aumentando la intensidad del conflicto. El desarrollo del tema indica la mano de un artista literario que prepara a su auditorio para el juicio final de Jehová sobre el faraón. El egipcio había dicho que no conocía a Jehová (Eze_5:2); entonces, el Señor se presentó a sí mismo por medio de las plagas (Eze_7:5, Eze_7:17; Eze_8:10, Eze_8:22; Eze_9:29). El propósito de ellas era demostrar la unicidad de Jehová : No hay otro como yo en toda la tierra (v. 14). El Señor podía haber quitado la vida al faraón (v. 15), pero no lo hizo para mostrarle al egipcio su poder y para que su nombre fuera conocido en todo el mundo (v. 16). Aun el juicio de Jehová era redentor, y su trato con el faraón era una demostración de su misericordia.
A pesar del propósito y la gracia del Señor, el faraón siguió en su camino obstinado; consecuentemente, Moisés le advirtió que una tormenta de granizo como nunca lo hubo en Egipto azotaría al país el día siguiente, precisamente a estas horas (v. 18). Se agregó un elemento nuevo en el encuentro; por compasión hacia los egipcios y su ganado sobreviviente, Jehová les indicó cómo salvarse del granizo (v. 19). A pesar de la incredulidad del faraón, algunos de sus servidores temieron a Dios y creyeron en su palabra; consecuentemente, hubo algunos que salvaron a sus criados y su ganado (v. 20).
El autor llama la atención a la influencia creciente de Moisés entre los egipcios en general, y el respeto que tienen ellos para la palabra divina. Antes se había indicado una división entre Gosén, la tierra que ocupaba Israel, y la de los egipcios. Ahora se nota una división entre los egipcios mismos: los temerosos de Dios son eximidos de las consecuencias fatales de la tormenta, mientras que los incrédulos sufrirían los daños totales (vv. 21-26).
Con la plaga el Señor oprime más al faraón y le hace más difícil su resistencia a la palabra divina. El granizo no es común en Egipto y el faraón queda impresionado. Al milagro de la rareza del granizo en Egipto se agregan su severidad y el anuncio previo del tiempo preciso de su llegada. Con este golpe se nota en el faraón un leve cambio de actitud personal y un deseo de negociar a un nivel más serio. Entonces llama a Moisés y Aarón, confiesa que ha pecado esta vez, admite que él y los egipcios son culpables, y reconoce que Jehová es el justo (v. 27). Por tanto, pide que rueguen a Jehová para que cesen los truenos... y el granizo, y yo os dejaré ir... (v. 28). Ofrece dejar ir al pueblo sin condiciones.
La plaga tocó profundamente tres aspectos de la vida egipcia: (1) La teología egipcia (sus dioses no pudieron proteger ni a las personas ni a la siembra), (2) la vida de algunos incrédulos que ignoraron la advertencia divina, y (3) la economía nacional (cada vez más afectada).
Por causa del prodigio, el faraón admitió el control de Jehová sobre la naturaleza; sin embargo, no estuvo dispuesto a aceptar el control del Señor sobre su vida personal. Aun reconociéndolo así (vv. 29, 30), Moisés rogó a Jehová y el Señor cesó la tormenta (v. 33). Con esto, una vez más el corazón del faraón se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel... (v. 35).
El paréntesis de los vv. 31, 32 es preparatorio para la siguiente plaga y ayuda para estimar el tiempo razonable para las plagas. El lino y la cebada se cosechan a fines de enero y al comienzo de febrero. Los cereales tardíos, el trigo y el centeno, maduran en marzo. Así pues, el granizo no destruyó los últimos, mientras que los primeros se perdieron totalmente. Si se acepta la posibilidad de relacionar la primera plaga con la inundación anual del Nilo y que existe una relación de causa y efecto entre algunas de las otras plagas con la primera, se puede calcular un período de unos ocho meses desde el comienzo de las señales en el verano hasta la del granizo en enero.