Mundo Hispano 2019-07-17
Génesis 26
2. EL PACTO DE
DIOS Y LAS PRUEBAS DE ISAAC, 26:1-28:9
El desarrollo de la vida del
patriarca Isaac es muy pacífico. Sin embargo, en dos ocasiones enfrenta pruebas
bastantes importantes que le obligan a tomar decisiones al respecto. Algunas
son equivocadas, otras son respuestas de confianza y obediencia a Dios.
(1) Dios
confirma su pacto a Isaac, 26:1-5. A pesar de que Isaac ya había recibido la
bendición de Dios después de la muerte de Abraham, todavía no tuvo una
confirmación personal del pacto. Esta confirmación llega en un momento bastante
crítico en la vida de Isaac ya que por el hambre éste estaba a punto de
abandonar la tierra de Canaán. La confirmación se desarrolla en el contexto de
un hambre en la tierra que obliga a Isaac a salir de Beerseba y buscar un lugar
más propicio. Su primer intento es establecerse alrededor de Gerar, pero por
temor a la hostilidad de Abimelec y los filisteos (v. 7) y por la
escasez generalizada, decide ir a Egipto. La situación actual y la experiencia
familiar (Abraham fue a Egipto) indicaban que ese era el paso correcto.
Posiblemente en respuesta a la
oración de Isaac, Dios se le aparece y le indica claramente lo siguiente:
Primero, Isaac no debe descender a Egipto, sino permanecer en Gerar, aun con la
presencia de los filisteos y en medio de la escasez. La ida a Egipto ponía en
peligro el derecho de reclamo de la tierra y más aún con la presencia de los
filisteos que también se estaban posesionando paulatinamente de la tierra y
quienes más tarde, en la época de la conquista, masivamente intentan
posesionarse de Canaán. El hambre, por otro lado, hacía peligrar la
sobrevivencia de la familia. Segundo, Dios le promete su presencia y su
bendición en contraste con la escasez y el peligro de hostilidad. Más adelante
esa presencia se manifiesta en protección y la bendición en abundancia de
bienes materiales. Tercero, la razón de permanecer en Canaán es porque Dios
decide confirmar el pacto a Isaac. Las bases de la transición del pacto a Isaac
son el juramento de Dios a Abraham y la obediencia y fidelidad de éste a toda
la revelación de Dios. Las promesas de posesión de tierra, descendencia
incontable y el ser instrumento de bendición a todas las naciones son
transferidas a la descendencia de Isaac. Este obedece a la indicación de Dios y
permanece en Gerar, confiado en las promesas inmediatas de Dios y en el
cumplimiento del propósito último de Dios para él y su descendencia.
Los hijos
aprenden de los padres Los
hijos aprenden de sus padres. Desafortunadamente los hijos no son selectivos
acerca de lo que deben aprender, pues no aprenden las cosas buenas y olvidan
las malas. El pasaje (26:6-11) demuestra lo que Isaac aprendió de su padre,
Abraham. Sin duda que Isaac había escuchado de las ocasiones cuando sus padres
habían mentido para protegerse a sí mismos (12:10-20; 20:1-18). Es
impresionante cómo el modelo del pecado de los padres frecuentemente se repite
en nuestra vida. Muy a menudo las debilidades de nuestra familia se repiten
generación tras generación. Isaac bien pudo actuar sabiamente y decirle a
Abimelec la verdad y a su vez confiar en que Dios lo protegería. La confianza
en Dios es una de nuestras mejores armas para pelear contra los modelos
negativos que hemos recibido de nuestros mayores.
(2) Isaac teme
a Abimelec, 26:6-11. Al residir Isaac en Gerar surge el temor de ser
muerto por los filisteos a causa de la hermosura de Rebeca a quien con
seguridad el rey y los hombres codiciarían como candidata a su harén. Gerar era
una de las ciudades de los filisteos. Estaba localizada en el extremo noroeste
del Néguev, cerca de Gaza y a pocos km. del Mediterráneo. La integridad y
sobrevivencia de la familia patriarcal queda expuesta así al peligro de
aniquilación. Ante este temor, Isaac declara que Rebeca es su hermana, un plan
de sobrevivencia usado anteriormente por Abraham en dos ocasiones (12:10-20;
20:1-18). Pero con el correr del tiempo, el rey mismo descubre que realmente
Rebeca es la esposa de Isaac y lo confronta enérgicamente. La simulación de
Isaac pudo haber sido ocasión de culpabilidad para los filisteos. Isaac explica
el motivo de su actuación y Abimelec ordena, bajo pena de muerte, que nadie
moleste a Isaac o a su esposa.
Este episodio es similar a la
experiencia de Abraham (20:1-18) con Abimelec antes del nacimiento de Isaac. Es
decir, tuvieron que pasar más de 60 años entre un incidente y el otro. Más
adelante se repite una alianza entre Abimelec e Isaac. Muchos dudan que sea el
mismo rey del tiempo de Abraham. Pero el testimonio bíblico parece indicar que
es el mismo rey por las siguientes razones: Primero, ante la declaración
primera de Isaac, Abimelec actúa con mucha prudencia. No se precipita en tomar
a Rebeca y llevarla a su harén. Segundo, una vez conocida la verdad, Abimelec
con toda energía y autoridad ordena que nadie moleste a Isaac o a Rebeca. Esto
lo hace basado en la experiencia anterior con Abraham, recordando las
consecuencias y reconociendo la relación especial de Abraham con Dios. Tercero,
la acción de Abimelec es consecuente con el pacto que él mismo hiciera
anteriormente con Abraham en el cual estaba incluida la descendencia de ambos.
Cuarto, más adelante se menciona a Ficol, quien también había acompañado a
Abimelec en su alianza con Abraham. La edad normal de los hombres de ese tiempo
indica que Abimelec bien pudo reinar por aproximadamente 100 años o más, tiempo
suficiente en cubrir los dos episodios con Abraham e Isaac.
Aunque Dios no interviene
directamente en este episodio, es su presencia la que sirve a Isaac de
protección y permite que la familia patriarcal mantenga su integridad y
sobrevivencia.
No temas Aquella noche se le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios de tu padre
Abraham; no temas, porque yo estoy contigo (26:24). Isaac tenía
muchas buenas razones para sentir temor. Estaba rodeado de vecinos hostiles que
deseaban robarle todo, incluyendo los pozos que abría. Además no tenía un lugar
al cual ir y decir: "me voy a casa"; todo lo que tenía era aquel
cementerio que su padre había comprado y donde había sepultado a sus padres.
Vivía como huésped en Gerar. Fue en esas circunstancias que Dios le dice: No
temas, porque yo estoy contigo. Puede ser que muchas veces nos sintamos
igual que Isaac de que no pertenecemos a ningún lugar ni a ninguna familia
importante. Puede ser que ni siquiera conozcamos el lugar que ocupamos en la
sociedad, es más puede ser que veamos a nuestros vecinos como enemigos. Pero
aún cuando las cosas están de mal en peor, necesitamos hacer nuestras las
palabras del Señor: No temas, porque yo estoy contigo.
(3) Dios prospera
a Isaac, 26:12-22. Además de la hostilidad, se debía sobreponer el
problema del hambre. Confiado en la promesa de bendición de Dios, Isaac toma
los siguientes pasos para asegurar su sobrevivencia en el lugar de residencia.
Primero, decide sembrar la tierra. La prudencia indicaba que ninguna siembra
sería factible, dado la sequía que asolaba el lugar. Pero Isaac siembra. Esto
indica su confianza en las promesas de Dios. Además, indica que el estilo de
vida de Isaac era más sedentario y con conocimiento avanzado de agricultura,
algo no visto en su padre. Aparentemente lo sembrado era para alimento de la
familia y del ganado que poseían. Segundo, a falta de lluvia para regadío,
Isaac busca el recurso de aguas subterráneas. Aquí él usa la experiencia adquirida
en vida con su padre. Rehabilita todas las fuentes de agua que Abraham había
abierto y que los filisteos habían cegado, posiblemente para ahuyentar a
pobladores que se querían asentar en esos lugares. Es interesante que Isaac
denomina a esos pozos con el mismo nombre que su padre les había puesto. Este
incidente ilustra la vida de bendición de los patriarcas. Además de construir
altares para fortalecer su relación con Dios y proclamar las verdades
espirituales, ellos construían también obras que beneficiaban social y
económicamente a la comunidad. Sus logros espirituales y sus obras sociales
hacían a la tierra más habitable. Pero Isaac no se conforma con sólo
rehabilitar los pozos antiguos. Se empeña también por encontrar nuevos pozos
para suplir la creciente necesidad poblacional.
Rejobot, Jehová nos ha hecho ensanchar
Por haber tenido que alejarse de
Abimelec, Isaac tuvo necesidad de abrir pozos en busca de agua para las
personas y los rebaños (v. 18). Inmediatamente que abría uno y había
agua los pastores de la región venían para tomarlo. El primero fue llamado riña
(v. 20); el segundo fue llamado contención. En cada caso Isaac evitó la
pelea y se alejaba hacia el valle y abría otro pozo. Una linda lección para los
creyentes, en aras de la paz muchas veces tenemos que ceder nuestros derechos.
Isaac abrió otro pozo que tenía abundante agua. Este fue denominado pozo del
juramento en memoria de la ratificación del pacto que Dios le hizo la noche
anterior a Isaac y el juramento de paz hecho con Abimelec. Dios prospera a sus
hijos cuando ellos son "hacedores de paz" (ver Mat_5:9).
El resultado de la diligencia y
dedicación de Isaac es la prosperidad. Dios derrama su bendición sobre el
empeño y el esfuerzo del hombre. Aquí vemos que la bendición de Dios está
relacionada estrechamente con el trabajo y el empeño del hombre. Vemos además
que la prosperidad material y las riquezas son también bendiciones de Dios. La
prosperidad de Isaac crea envidia en los filisteos quienes manifiestan su
hostilidad abiertamente. Primero, piden a Isaac que se aleje de ellos. Así lo
hace Isaac en procura de una vida de convivencia pacífica. Segundo, los
filisteos reclaman como suyos los nuevos pozos que Isaac descubre. Isaac los
concede, manteniendo una actitud pacífica y sigue buscando más pozos hasta que
llega el momento en que la contención se acaba. Los nombres que da Isaac a los
pozos reflejan las condiciones bajo las cuales son abiertos y la seguridad de
protección y cuidado de Dios. Nuevamente vemos en este patriarca su empeño, su
conocimiento y su confianza en Dios para sobrevivir en la tierra. Además, se
destaca su actitud pacífica y generosa para mantener una convivencia pacífica
con los pobladores locales.
(4) Isaac hace
alianza con Abimelec,Mat_26:23-33. A pesar de
sus esfuerzos de convivencia pacífica, la hostilidad de los filisteos no cesa e
Isaac tiene que alejarse de Gerar y volver a la zona de Beerseba, la zona
oriental del Néguev. Ante su temor de sobrevivencia, tres acontecimientos significativos
le dan la tranquilidad y la paz necesarias. Primero, Dios se le aparece
asegurándole su presencia y protección constantes, su bendición y su fidelidad
permanente. Aquí vemos nuevamente la dirección y orientación constante de Dios
a los patriarcas, especialmente en tiempos de crisis. Aunque la Biblia no lo
menciona específicamente, las manifestaciones de Dios eran respuestas a la
oración y el clamor de los patriarcas. La edificación de altares indica esa
actitud permanente de clamor a Dios y el reconocimiento constante de la
necesidad de dirección divina. Segundo, Abimelec acude a Isaac en busca de una
alianza de paz. Al igual que con Abraham, Abimelec reconoce la relación
especial de Isaac con Dios y pide una alianza solemnizada con los rituales y
juramentos correspondientes. La alianza se concreta y Abimelec y su comitiva
regresan a su tierra. Vemos que la convivencia pacífica es resultado de la
intervención de Dios y del empeño del patriarca en mantenerse en paz con todos.
Tercero, los siervos de Isaac encuentran un pozo lo cual asegura la posibilidad
de sobrevivencia en aquel lugar. Consistente con su práctica anterior, Isaac
nombra al pozo con el mismo nombre dado por su padre Abraham anteriormente (Mat_21:25-31) y en referencia también al juramento
de paz que él logra con Abimelec.
La sobrevivencia en la tierra
está garantizada ahora por la posibilidad de alimento y por la alianza de paz
con los pobladores locales. Asimismo, se confirman a Isaac la presencia y la
promesa de Dios. Todo indica que la continuación del pacto está asegurada.
3. LA
CONTINUACIóN DEL PACTO Y SUS CONFLICTOS, 26:34-28:9
Todo lo anterior hace pensar que
las condiciones de cumplimiento del pacto serían fáciles. Pero tal vez en esta
sección es donde surgen los conflictos más peligrosos, en el lado humano, para
la continuación del pacto.
(1) Esaú
emparienta con los cananeos, 26:34, 35. El primer conflicto que surge en la
continuación del pacto en esta familia patriarcal es el casamiento de Esaú con
mujeres heteas, es decir, de la población de Canaán. Este emparentamiento hace
peligrar la identidad propia de la descendencia patriarcal por el peligro de
asimilación con la población local. Además, aun en caso de que no se concrete
ninguna asimilación, sería difícil la tarea de destrucción de un pueblo por
otro dado el emparentamiento. Obviamente el casamiento no fue del agrado de
Isaac y Rebeca por dos razones: Una, al mencionarse la edad de Esaú se indica
que éste actúa por su propia cuenta sin el consentimiento ni arreglo propio de
sus padres. Por la experiencia anterior de Isaac en obtener esposa (cap. 24) y
por su consejo posterior a Jacob (28:1, 2), ambos casamientos de Esaú estaban
en contra de la voluntad y propósito patriarcales. Además, se hace patente que
las relaciones con las nueras eran muy tensas y conflictivas (27:46). Las
diferencias culturales y religiosas hacen imposible un matrimonio estable y de
propósito común si ambas partes se determinan a mantener su propia identidad y
lealtad cultural y religiosa. Y esta es la situación de Esaú y sus esposas
hititas. Se presentan otros casos de matrimonios “mixtos”, pero donde la
“extranjera” adopta por completo la lealtad religiosa y cultural del hebreo
(Judá con Tamar, José con Asenat). Sin embargo, estos casamientos mixtos son
por circunstancias especiales y permanecen como las excepciones a la norma
patriarcal.
La bendición Y yo te bendiga antes que muera
(27:4). La bendición era el instrumento legal por el cual se transmitían tres
elementos del padre al hijo: (1) El liderazgo, (2) la herencia o patrimonio
familiar y (3) el patrimonio cultural y espiritual.