Mundo Hispano 2019-07-23
Gén 31:1-55
3. DIOS ORDENA
A JACOB A REGRESAR A CANAáN, 31:1-55
El peligro todavía persistente en
el cumplimiento del pacto era la imposibilidad de Jacob de regresar a Canaán.
Su permanencia en Harán haría reversible y nulo el llamado de Dios a Abraham
(12:1). La descendencia, la prosperidad material, la hostilidad continua entre
Jacob y Labán y sus hijos no fueron suficientes motivos para que Jacob saliera
de Harán. La palabra final para la partida viene de Dios quien en su momento
oportuno llama a Jacob a regresar a la tierra prometida.
Dios siempre trató a Jacob mucho
mejor de lo que se merecía. Dios lo bendijo a pesar de su conducta manipuladora
y oportunista. Dios también lo hace así con nosotros. El está dispuesto a
bendecirnos de muchas maneras aunque nosotros realmente no lo merecemos, pues
hemos fallado en muchas maneras; sin embargo, Dios nos provee su ayuda y nos
restaura cuando lo buscamos con fe.
(1) Jacob y su
familia deciden partir para Canaán, 31:1-16. En la decisión de regresar a
Canaán intervienen varios factores. Primero, Jacob reconoce la hostilidad que
los hijos de Labán expresan hacia él. La acusación era grave ya que culpaban a
Jacob de despojo de la riqueza material de Labán. Por más que Labán procuraba
mantener pobre a Jacob y enriquecerse más él, Jacob seguía prosperando.
Segundo, Jacob reconoce que el mismo Labán muestra una actitud diferente y poco
favorable hacia él. Tercero, Jehová
mismo ordena a Jacob a regresar a Canaán. Este último factor es el
decisivo y el determinante.
Joya bíblica Entonces Jehová dijo a Jacob: "Vuelve a la
tierra de tus padres, a tu parentela, y yo estaré contigo" (Gen_31:3).
Y ahora, ¿qué hago? Jacob encara una situación difícil con Labán,
su suegro, y con toda la familia (v. 1). Labán mismo ya no lo miraba con
agrado. Jacob estaba en medio de una crisis. En esas condiciones aparece el
Señor de nuevo. Es interesante observar que durante todas las crisis en la vida
de Jacob, Jehová se le aparece. Dios le
da instrucciones acerca de lo que tiene que hacer. Dios le da a conocer a Jacob
el siguiente paso de su divino programa como si fuera una necesidad. Dios
siempre está presente para ayudarnos durante nuestras crisis, sin embargo,
necesitamos aprender a dejar de hacer lo que estamos haciendo y escuchar lo que
él tiene que decirnos.
Por el aspecto de descendencia,
la familia de Jacob era fundamental para su regreso. Por ello Jacob procura
obtener el respaldo y la lealtad total de sus esposas en la decisión de
regresar a Canaán. Note que Jacob no ordena a sus esposas. El usa la persuasión
basado en estos argumentos: Primero, consulta en forma conjunta a Lea y a
Raquel y en forma privada. Aquí se declara la unidad familiar y la separación
del clan de Labán. Segundo, Jacob expone su relación con Labán y el cuidado de
Dios en todo momento. La relación familiar con Labán se caracterizaba por
hostilidad ya que éste había cambiado radicalmente con Jacob desde la mención
del regreso a Canaán. Pero esa hostilidad lo supo soportar por la presencia de
Dios con él. En cuanto a relación laboral, Jacob les recuerda que había
trabajado con todas sus fuerzas para Labán. En los vv. 38-41, Jacob describe
detalladamente su trabajo. Todos sus esfuerzos resultaron en mucha prosperidad
y riqueza. Labán, sin embargo, no le correspondía en igualdad, ya que le
engañaba repetidamente con el salario establecido. Cuando Labán veía que los
animales acordados como salario de Jacob nacían en más cantidad, cambiaba el
criterio de recompensa sucesivamente. Sin embargo, al final Jacob no sufre
ningún daño ya que la intervención de Dios fue siempre providencial y de apoyo a
Jacob en su lucha por hacerse de bienes materiales para su regreso a Canaán.
Jacob se esfuerza en explicar a sus esposas que no fue una acción engañosa ni
egoísta la que él realizó, sino que Dios le estaba cuidando y dirigiendo en
todo. Fue su confianza en Dios y su decisión firme de volver a Canaán,
cumpliendo con el propósito de Dios, la que lo había llevado a prosperar
materialmente.
Tercero, Jacob anuncia a sus
esposas que “el Dios de Betel”, el Dios de su experiencia personal y a quien se
había comprometido con un voto, era quien le ordenaba regresar. Era un
llamamiento en medio de una situación hostil y en medio de circunstancias
desfavorables para Jacob. Pero el llamamiento de Dios era claro y final.
Las esposas responden
positivamente a Jacob decidiendo la separación legal y emocional de la casa de
sus padres. Además, ellas deciden ser leal y apoyar en todo a Jacob en
respuesta al llamado de Dios. Así, la decisión de regresar a Canaán es ahora
una decisión familiar que es muy importante en la continuación de la
descendencia patriarcal.
La familia
ante las decisiones importantes:
En uno de los momentos más críticos de su vida, Jacob consultó con sus esposas.
Su decisión de volver a Canaán encontró oposición en su suegro y mucho peligro
por parte de sus cuñados, pero fue firmemente apoyado por su familia directa.
Qué hermoso ejemplo. La familia que consulta entre sí las grandes e importantes
decisiones, no sólo hará decisiones sabias, sino quedará más unida y así
alcanzarán lo que se propongan.
Nuestra
familia es primero: Evidentemente la familia de Jacob no había
logrado funcionar adecuadamente por causa de las constantes intervenciones de
Labán, su suegro. Las mujeres de Jacob se dieron cuenta que a menos que se
separaran de su padre, su familia seguiría con conflictos. Así que animaron a
Jacob a alejarse. Algunas veces la familia en la cual nacimos y crecimos es
fuente de problemas, dolor y confusión para nuestra propia familia. En tales
casos, es prudente que nos alejemos físicamente a fin de poder construir
nuestra nueva familia en una atmósfera más saludable y positiva.
(2) Jacob
parte secretamente para Canaán,Gen_31:17-21. Aunque Jacob
tenía todo el respaldo de las esposas, toma todas las precauciones necesarias
para concretar su regreso a Canaán. En primer lugar, parte en secreto, sin
avisar a Labán quien con toda seguridad impediría que sus hijas partieran con
Jacob como un medio de retenerlo (v. 31). Segundo, aprovecha que Labán
estaba lejos, por lo menos a tres días de distancia, esquilando sus ovejas.
Tercero, se asegura de llevar consigo a sus esposas, sus hijos, su ganado y
todas sus posesiones adquiridas, incluyendo los siervos y las siervas. Sin
saberlo Jacob, Raquel hurta los ídolos de la casa paterna, cuya posesión,
además de su significado religioso, implicaba ciertos derechos de herencia.
Labán luego acusa a Jacob del robo de estos ídolos.
(3) Dios
protege a Jacob de la persecución de Labán,Gen_31:22-55. Tan pronto
como Labán se entera de la huida de Jacob, toma provisiones para ir tras él y
lo alcanza en la región montañosa de Galaad, al este del río Jordán. Pero la
protección de Dios prometida a Jacob al regresar a Canaán hace posible que
Labán no impida el viaje en unidad familiar a la tierra prometida. La
protección de Dios se manifiesta, primero, en que Dios se le aparece en sueños
a Labán y le advierte que no haga daño a Jacob. Segundo, aunque Labán acusa a
Jacob de haber huido a escondidas, de llevar a sus hijas cautivas y de haber
robado los ídolos, no le hace ningún daño. Al contrario, acepta la advertencia
de Dios y la explicación de la huida en secreto: El temor de que no permitiera
a sus hijas acompañar a Jacob. En cuanto a los ídolos o cualquier otra cosa
robada, el que lo haya hecho sería culpable de muerte. Jacob no sabía que
Raquel lo había hecho. Y ella misma actuando con astucia los esconde, de modo
que Labán no puede probar esta acusación. Tercero, Jacob tiene la oportunidad
de afirmar que su protección y prosperidad se deben a la presencia continua del
Dios de los patriarcas. Dios hizo posible que Jacob no cometiera transgresión
en su relación con Labán por los 20 años que le sirviera. Sin embargo, Labán
había actuado engañosamente con él. Además, Dios prosperó a Labán a través de
Jacob y su trabajo diligente, responsabilidad impecable y sacrificio extremo.
¿Podemos cambiar? Raquel hurtó los ídolos de su padre. Además
Jacob engaño a Labán el arameo al no decirle que se iba (Gen_31:19-20). Aunque Dios estaba muy activo y
presente en la vida de Jacob y de Raquel, los viejos hábitos aún persistían.
Las malas costumbres no se pueden cambiar de la noche a la mañana, ni siquiera
los nuestros. El cambiar un estilo de vida defectuoso por uno virtuoso es un
proceso que exige consciencia de los defectos y la búsqueda intencional del
Señor para que él nos ayude y facilite el cambio paso a paso.
Finalmente, Labán explica que en
el sistema patriarcal, todo lo de Jacob, sus esposas, hijos, bienes, le
pertenece, pero él renuncia a todo ello y propone un pacto de reconciliación y
compromisos mutuos a Jacob. Cabe notar una característica pacífica en Labán. En
ocasiones de ira por parte de Jacob y por las circunstancias, él siempre toma
la iniciativa de encontrar una solución pacífica y que salvaguarde la
integridad de todos. Para sellar el pacto, establecen un testimonio visible, el
cual recibe doble nombre: en hebreo y en arameo, indicación de la diferencia
políticoétnica presente y futura. Luego participan de un sacrificio y una
comida ceremonial. Los términos del pacto, jurados bajo la garantía del Dios de
los patriarcas, consisten en acuerdos de carácter político y familiar, ambos de
sumo interés para Labán. Políticamente, ambos se comprometen a un tratado de no
agresión y reconocimiento de soberanía territorial. Este acuerdo se hace
mirando al futuro, cuando ambas descendencias se constituyan en naciones
poderosas. Los arameos vienen de la descendencia de Labán y los israelitas de
la de Jacob. La historia bíblica confirma la estrecha relación entre israelitas
y arameos. Este pacto histórico no siempre fue respetado. El acuerdo familiar
consiste en que Labán compromete a Jacob a no maltratar a sus esposas —hijas de
Labán— ni a tomar otras esposas que pongan en peligro la fidelidad conyugal.
Con esto Labán reconoce la identidad familiar de Jacob y que sus hijas estarán
ya sin la protección de él. Finalmente, Labán se despide emotivamente de sus
hijas y nietos y los bendice al partir nuevamente hacia Harán.
Conflicto y
conciliación 1. Hagamos un pacto entre
tú y yo (v. 44). Labán toma la iniciativa en llegar a una
conciliación familiar en el presente y territorial en el futuro (entre arameos
y hebreos, vv. 51, 52). El pacto era un compromiso mutuo entre dos partes y
tenía en sí una obligación religiosa que no se debía quebrantar. Tenía
elementos visibles que servían de testimonio a ambas partes (en este caso un
montón de piedras, vv. 45, 46). También se participaba en comidas ceremoniales (v.
54), y se especificaban los términos y alcances del pacto invocando a Dios
como testigo y garante de los juramentos hechos (v. 53).
2. Si tu maltratas a mis
hijas, o si tomas otras mujeres además de mis hijas, aunque nadie esté con
nosotros, recuerda que Dios es testigo entre tú y yo (v. 50). Vemos
una sana preocupación de Labán por sus hijas. Sin embargo, es muy elocuente el
hecho que Labán reconoce que nada se puede esconder del Señor y que por lo
tanto la fidelidad conyugal es un pacto entre tres: Dios, el esposo y la
esposa. A todos nos hace bien recordar cada día que: Dios es testigo entre tú y
yo.
3. Labán acaba de enseñar a Jacob
una gran lección acerca de la reconciliación. Labán tomó la iniciativa,
estableció condiciones que Jacob sí podía cumplir y luego celebraron con
alegría la experiencia de la unidad familiar. Más tarde Jacob tendrá que
reconciliarse con Esaú, su hermano; tendrá que animar a José a reconciliarse
con sus hermanos en Egipto. Sin duda que aquella lección, valía la pena
aprenderla de una buena vez, le fue muy útil a lo largo de su vida.
4. Es interesante que Pablo en 2Co_5:18-20 dice que a nosotros, los creyentes,
nos fue dado el ministerio de la reconciliación. Asumamos con responsabilidad
nuestra oportunidad de ser "embajadores en nombre de Cristo".