Mundo Hispano 2019-07-30
Gén 38:1-30
3. JUDá Y SU
FAMILIA, 38:1-30
En esta historia que concierne a
Judá, la integridad de la descendencia corre peligro. Pero la acción arriesgada
de una mujer previene que la descendencia de Judá sea cortada. El hecho es
significativo porque de esta descendencia viene el rey David y Jesucristo.
No se nos dice el tiempo exacto
en que Judá se aparta de sus hermanos y forma su propia familia
independientemente. Pero todos los incidentes narrados en la historia indican
que transcurren en un tiempo de por lo menos dos a tres décadas. El problema
surge ante el impedimento de continuación de la descendencia. En un sistema
patriarcal, la descendencia del primogénito es crucial para la identificación y
dirección del clan. Para proveer en casos en que el primogénito moría sin dejar
hijo se establece la ley del levirato. Esta ley permitía que el hermano del
primogénito muerto sin hijo, le hiciera concebir a la viuda. El hijo nacido era
entonces la cabeza del clan (Deu_25:5-10).
Y este es el caso de Judá. Su hijo mayor muere sin hijos. Y aunque él aplica la
ley del levirato con su segundo hijo, éste también, por razones egoístas, muere
sin dejar hijos. Judá teme que el mal está en la mujer y engañosamente le
promete su tercer hijo, aunque ya decide no darlo en casamiento.
Al final Judá también queda
viudo, poniendo en peligro aun más la sobrevivencia de su línea patriarcal.
Aquí es donde aparece Tamar, la dos veces viuda y personaje principal en el
desarrollo de esta historia. Ella hace varias cosas para ser el instrumento de
descendencia de este patriarca. Primero, espera un tiempo suficiente para el
cumplimiento de la promesa de casamiento con el tercer hijo. Pero pronto se da
cuenta que ello no ocurriría. Segundo, toma la decisión de quedar encinta del
mismo Judá. El relato bíblico no menciona la motivación de esta decisión tan
riesgosa y de dudosa moralidad. La explicación que se desprende de la historia
es que ella toma el privilegio de la descendencia con mucha seriedad y
responsabilidad, mucho más que el propio Judá, recipiente directo de la promesa
patriarcal. Ella, aunque extranjera, acepta que esta es una descendencia
especial y necesaria en los planes de Dios. Es aquí, como en el caso de Abraham
al ofrecer a Isaac, que un valor supremo se antepone ante otro de menor
trascendencia. Hay similaridad de decisión en la aceptación de embarazo de
María arriesgando toda su integridad moral y social y aún su misma vida al
convertirse en instrumento del plan de Dios (Luk_1:30-38).
Para llevar a cabo su decisión se disfraza de prostituta ritual, costumbre
social y religiosamente sancionada en la cultura cananea. Así logra tener
relación con Judá, de quien concibe hijos mellizos, uno de los cuales (Fares)
continúa la línea de descendencia de Judá hasta el mismo Jesucristo (Mat_1:1-14).
Tragedias
amontonadas 38:1-30
Este capítulo nos presenta una
serie de acontecimientos, todos los cuales terminan en tragedia. Así podemos
ver:
1. Los hijos de Judá y su pecado:
(1) Er, hijo mayor, quien se casó muy joven
con Tamar, era malo ante los ojos de Jehová
y murió joven (v. 7).
(2) Onán, segundo hijo, no quiso tener hijos
en nombre de Er; vertió su simiente en tierra para evitarlo; murió porque hizo
lo malo ante los ojos de Jehová (v.
10).
2. Tamar, la nuera, y su pecado:
(1) Resentía al suegro porque no quiso darle
el tercer hijo, Sela, para tener prole (v. 11).
(2) Engañó al suegro, portándose como una
ramera (vv. 14, 15).
(3) Consideró que el fin justifica los medios.
Su deseo de tener prole le llevó al extremo del pecado del incesto.
3. Judá y sus pecados:
(1) Se alejó de su familia y tomó por esposa a
una cananea (v. 2).
(2) Al morirse la esposa, decidió ceder a la
tentación de adulterio o fornicación para saciar sus deseos carnales (v. 16).
(3) Estaba listo a castigar severamente a su
nuera, sin reconocer que él mismo era culpable también (v. 24). La ley
levítica posteriormente condenaba tales actos (Deu_22:20-24;
Lev_20:14; Lev_21:29).
(4) Reconoció que su pecado era mayor que el
de la nuera (v. 26).
Joya bíblica Pero Jehová estuvo con José, y el hombre tuvo éxito.
El estaba en la casa de su señor, el egipcio, quien vio que Jehová estaba con él y que todo lo que él hacía,
Jehová lo hacía prosperar en su
mano (Lev_39:2-3).
Es importante aclarar varios
detalles para comprender bien esta historia. Primero, la relación de Judá y
Tamar fue hecha como parte de un ritual religioso, aceptable social y
moralmente entre los cananeos. Entre los hebreos se considera una abominación.
Aunque el uso del término “prostituta” en un lugar es el de la prostituta
sagrada y en otro el de la prostituta social, la diferencia se puede explicar
desde la perspectiva de ambos participantes. Desde el punto de vista hebreo
estos actos “religiosos” son considerados perversión social simplemente.
Segundo, Tamar queda disfrazada y Judá nunca descubre su identidad. No hay aquí
una relación incestuosa intencional o consciente por parte de Judá. Tercero,
ambas partes son viudos y disponibles para entablar una relación marital legal.
Es cierto que Tamar estaba legalmente “desposada” con el hijo de Judá. Pero
dicha relación matrimonial nunca fue consumada y obviamente Judá había anulado
ya ese acuerdo legal. Cuarto, Tamar se asegura de la identidad de su pareja
tomando como prenda el anillo y bastón, los que servían de documento de
identificación personal. Quinto, al ser descubierto todo, Judá reconoce su
error (no de relación sexual sino de rehusar su hijo a Tamar) y la acción
justificada de Tamar. Esta acción justa es en referencia al empeño de Tamar en
conseguir descendencia a Judá. Este empeño es similar al de las hijas de Lot (Lev_19:30-38). Sexto, nunca más tienen
relaciones sexuales. La única que Tamar permitió fue con propósito generacional
y nada más. Tamar fue la madre de los dos hijos de Judá, pero nunca fue su
esposa. La relación fue única y con total intención de progenitura. El nombre
de Tamar es mencionada en la genealogía de Jesucristo (Mat_1:1-14).
No sólo en esta ocasión la
descendencia de Judá corre el peligro de extinción. En el tiempo de los Jueces,
nuevamente esta línea casi se corta. Y nuevamente la acción fiel y arriesgada
de una mujer extranjera permite a la descendencia continuar (ver el libro de
Rut). Desde la perspectiva cristiana, todas estas amenazas de extinción de la
descendencia de Judá son intentos de impedir el plan redentor de Dios en
Jesucristo. Esa amenaza se intensifica con el decreto de Herodes de matar a
todos los niños de Belén y sus alrededores (Mat_2:16-18).
Y en el intento del dragón contra la mujer se aclara que detrás de todos estos
incidentes históricos estaba Satanás en su lucha por impedir la salvación del
hombre (Apoc. 12:1-9).