Mundo Hispano 2019-08-03
Gén 42:1-38
7. JOSé SE
REENCUENTRA CON SUS HERMANOS, 42:1-45:14
Esta sección se relaciona
nuevamente con Canaán y la familia de Jacob. Mientras José gana prominencia,
poder y fecundidad, su familia pasa por varias crisis. La más aparente es la
del hambre, aunque también están presentes el sufrimiento de Jacob por la
pérdida de José y el apego excesivo por Benjamín. El sentimiento de
culpabilidad no resuelto de los demás hijos y el temor de ser descubiertos
controlan todas las relaciones familiares, las que ciertamente causan
desconfianza y ansiedad en todos. La familia de la promesa estaba paralizada en
el cumplimiento de su propósito patriarcal. La unidad familiar estaba rota, la
vocación redentora sin impulso y ahora la misma sobrevivencia estaba en
peligro.
En los encuentros entre hermanos,
que tienen lugar en los dos primeros años de hambre, se cumplen parcialmente
los sueños de preeminencia de José, aunque reconocido sólo por él. José tuvo
que “reinar” sobre todo un imperio, antes de ser permitido “reinar” sobre su
familia. En estos encuentros se pueden notar acciones de manipulación de poder
y dureza como también de extrema generosidad y ternura. Aparecen expresiones
apasionadas de temor, tristeza, ansiedad y culpabilidad como asimismo de
confianza, alivio, perdón y alegría.
(1) Los
hermanos de José van a comprar trigo de Egipto, 42:1-6. La atención
del testimonio bíblico vuelve a Canaán, la tierra de la promesa patriarcal.
Esta tierra, como todas las otras regiones, padece el hambre que afecta a Jacob
y su familia. Este toma la iniciativa de enfrentar la situación buscando lo
necesario. A diferencia de Abraham quien descendió a Egipto (12:10), o de Isaac
quien intentó ir a Egipto en tiempo de hambre (Gen_26:2),
Jacob no va a Egipto ni piensa en mudarse allá. Envía a sus hijos tan sólo para
comprar alimentos para la sobrevivencia.
Jacob retiene a Benjamín consigo,
para salvaguardarle de cualquier desgracia. Aquí se nota el dolor que todavía
Jacob guarda por José y el apego extremo que siente por Benjamín, único
sobreviviente conocido de Raquel, su esposa favorita. Es interesante notar que
estos 10 hermanos que parten para Egipto fueron los que vendieron a José
justamente a Egipto.
Los hijos de Jacob se unen a la
caravana de personas que acuden a Egipto en busca de alimentos. Sin saberlo,
llegan a Egipto y se enfrentan con José, ahora gobernador y el responsable de
la venta de todos los alimentos. Asimismo, sin saberlo, los hermanos se postran
ante el gobernador, rindiéndole honor, cosa que habían rehusado reconocer
anteriormente y que causara la desgracia de José.
(2) José
reconoce y trata con hostilidad a sus hermanos,Gen_42:7-25. A diferencia
de la ignorancia de los hermanos, José reconoce enseguida a sus hermanos y a su
memoria vienen sus sueños acerca de ellos. Justamente el relato de esos sueños
fueron factores decisivos en desencadenar odio y envidia que tanta angustia
causara a la familia. Varias son las reacciones posibles en un encuentro de
esta naturaleza, desde una venganza cruel hasta un reconocimiento feliz. Sin
embargo, José aparentemente siguiendo un plan, actúa de la siguiente manera.
Primero, evita ser reconocido. Habían pasado más de 20 años desde que se
apartaron los hermanos. Los años, seguramente el vestido y afeite de José, su
posición inverosímil y lo imposible de encontrar a un hermano perdido, hicieron
difícil la posibilidad de reconocimiento por parte de los hermanos. José se asegura
de su simulación, hablando a través de un intérprete, preguntándole de donde
venían y tratándoles con hostilidad y desconfianza. Segundo, les acusa de
espías, falta que en todo país y generación es muy grave y castigada con la
muerte. El límite de Egipto con Canaán era el más vulnerable de invasión y el
lugar por donde normalmente atacaban los imperios de Mesopotamia. De allí que
la acusación de espías, actividad imperdonable, era lógica y de esperar al
saber que ellos eran de Canaán.
Los hermanos se defienden de esta
acusación identificando a la familia con mucha precisión y asegurando su
honestidad. Se reconocen como siervos del gobernador, una sumisión completa a
José, y mencionan a los demás miembros de la familia ausentes: un mismo padre
en Canaán, un hermano menor que ha quedado y uno desaparecido. Más adelante los
hermanos explican a Jacob que la razón de dar todos los datos familiares se
debió a las insistentes y precisas averiguaciones de José (Gen_43:6-7). De cualquier manera, los hermanos respondieron
esta vez con honestidad.
Tercero, aprovechando todos los
datos familiares recibidos, José los apresa a todos con la condición de que uno
de ellos regrese a Canaán y traiga el hermano menor como prueba de veracidad y
garantía de vida. Aparentemente, este plan no se llevó a efecto tal vez por la
solidaridad fraternal y el reconocimiento que el pedido por Benjamín era
difícil de cumplirse (Gen_44:20-23).
Lejos de que esto irrite más al gobernador, éste finalmente adopta una
propuesta más benigna que permite una salida condicional y honorable para ambas
partes. Sólo uno de ellos quedará preso y el resto podrá regresar a Canaán con
los alimentos con el compromiso de traer al hermano menor y así verificar su
honestidad. El hermano que es escogido como rehén es Simeón, quien a la vista
de todos ellos es sometido al encarcelamiento. Es interesante notar que José
basa esta propuesta en dos principios fundamentales: primero su temor a Dios.
Esta actitud de reverencia y responsabilidad de todo ser humano, en toda
posición social o política ante el Ser Supremo, es básica y orientadora en toda
relación humana que pueda ser beneficiosa. Los hermanos de José, conocedores
del verdadero Dios, no habían actuado anteriormente en el temor de Dios. El
segundo principio mencionado es el humanitario: el hambre de la familia de
estos hombres. Hay una responsabilidad ineludible en el bienestar de la
humanidad por parte de esta autoridad gubernativa. Lastimosamente hoy día
ninguno de estos principios son los que guían a gobiernos y naciones en
posición privilegiada de recursos. ¡La humanidad sigue esperando a un rey
justo!
¿Perdonar? ¡Jamás! Después de muchos años los hermanos de José
aún vivían prisioneros de sus sentimientos de culpa. Ellos habían vendido a su
hermano pensando que nunca más volverían a saber de él; por lo tanto, nunca
imaginaron que habría alguna oportunidad para el perdón ni la reconciliación.
Alguien ha dicho que quién sabe cuántas veces Rubén habría dicho a sus
hermanos: "Yo se los dije." Los hermanos de José habían sufrido
mucho.
Muchas veces esperamos que
quienes nos han ofendido den el primer paso de venir a buscar nuestro perdón,
pero la experiencia de José nos ilustra que los puentes hacia la reconciliación
los debemos poner nosotros con iniciativa y deseo.
Antes de la resolución de esta
situación se produce un reconocimiento de culpa por parte de los hermanos. A su
memoria viene la acción cruel de haber vendido a su hermano ignorando la
súplica de angustia del joven. Pero más que reconocimiento de una acción, viene
el sentimiento de culpabilidad y el efecto de desgracia que esta culpa acarrea
en ellos. El sentimiento de culpabilidad se agrava con la mención de Rubén,
quien trató de persuadir a sus hermanos de no cometer tal acto malicioso. Aquí
el reconocimiento no es simplemente en su perjuicio familiar o social sino en
su efecto religioso. El acto es identificado como pecado y ni el hecho de haber
ocultado tan cuidadosamente ni el paso de los años ha eliminado el castigo que
el pecado lleva consigo: ¡su sangre nos es demandada! Hace veinte años que
están soportando esta carga tan pesada y que hasta ahora no deciden resolver
con su padre. El efecto de este sentimiento de culpabilidad ha de acompañar a
estos patriarcas hasta aún después de la muerte de Jacob (Gen_50:15-16).
Este reconocimiento de
culpabilidad afecta profundamente a José, quien no reprime sus sentimientos,
sino que los expresa a espaldas de sus hermanos para evitar ser reconocido y
continuar así con su plan original que hasta ahora no es revelado.
Finalmente, José ordena que
generosamente se les conceda las provisiones no tan sólo para sus casas sino
también lo necesario para el camino. La generosidad se extiende en hacer
devolución secreta de todo el dinero pagado por los alimentos. Así culmina este
primer encuentro entre José y sus hermanos. El problema del hambre se resuelve
temporalmente, pero surge un problema más grave a esta familia: un hermano está
de rehén y la vida del hermano menor queda en peligro.
(3) Los
hermanos regresan a Canaán con los alimentos,Gen_42:26-38. El regreso a
Canaán, lejos de ser un evento de satisfacción y alivio, trae sobresaltos,
conflictos y temores que no pueden ser resueltos fácilmente. El primer
incidente de sobresalto ocurre en la posada cuando uno de los hermanos descubre
el dinero de compra devuelto en su costal. Este hecho lo ponía en falta ante el
gobernador. Por causa del fuerte sentimiento de culpa que arrastran, reconocen
que esta acción es causada por Dios. Una vez en la casa paternal, cuentan
detalladamente a Jacob todo lo ocurrido y conversado. Con fuerza se identifica
al gobernador como “aquel hombre, el señor de la tierra” y a Benjamín cuya
presencia en Egipto es condición insustituible para libertar a Simeón y seguir
comprando alimentos. Los dos hijos favoritos de Jacob están en juego y en
situaciones opuestas: José, el que creen estar muerto, está vivo y con poder de
vida sobre todos ellos. Benjamín, el que está vivo, está en peligro de muerte.
Pero el temor se apodera de ellos
al descubrir, juntamente con Jacob, que todos tienen en su poder el dinero de
la compra. No podían entender cómo había ocurrido esto, pero sí comprendían que
ello podría significar una situación más precaria todavía frente al gobernador.
Jacob se apresura no precisamente a explicar, sino a hacerles responsable a los
diez hijos por la vida de los tres hijos con peligro. Menciona primero a José,
a quien lo pronuncia como desaparecido en una ocasión pasada, luego a Simeón
cuya vida en el presente está en grave peligro y finalmente a Benjamín quien en
un futuro cercano estaría en el mismo peligro. Reconoce que el efecto final de
todas estas desgracias es contra él. Es interesante que Jacob señala como
responsables de la desaparición de José a los hermanos. Tal vez esta mención no
se debió a la sospecha en contra de ellos, sino al hecho de que José había sido
enviado por Jacob justamente para encontrarse con sus hermanos y traerle
noticias de ellos. De cualquier manera, esta fue una apertura y oportunidad
para que los diez hermanos confesaran la verdad y solucionaran por lo menos en
parte el problema de culpabilidad que arrastraban. Pero nada de eso ocurre. Por
el contrario, Rubén elude esta oportunidad, desviando el problema a la
provisión futura de alimento que implicaría la ida de Benjamín a Egipto. Como
garantía de la vida de Benjamín ofrece a Jacob la vida de sus dos hijos.
Jacob reafirma su posición de no
permitir que Benjamín vaya con ellos. La desaparición de José antes y la
perspectiva de la pérdida de Benjamín causarían un daño y sufrimiento
desconsolador e irreparable en Jacob.
Con la
conciencia perturbada Los
hermanos de José nos ilustran cómo se pueden agolpar de repente sobre nuestra
conciencia todos aquellos actos pecaminosos que hemos cometido. Es entonces
cuando la agonía del alma no encuentra otra salida sino aceptar la justicia y
el castigo de Dios. El cuadro es triste y por lo tanto una advertencia que
debemos evitar llegar a esa condición antes que sea demasiado tarde.
1. Tenían la conciencia
perturbada por no haber escuchado a su hermano cuando les pedía compasión (v.
21).
2. Tenían la conciencia
perturbada por no haber escuchado a su hermano Rubén cuando intercedía a favor
de su hermano (v. 22).
3. Tenían la conciencia perturbada
por haber tenido que dejar a su hermano Simeón en Egipto (v. 25).
4. Tenían la conciencia
perturbada por causa del dolor que todo ésto había provocado a su padre ya
anciano (v. 36-38).
5. Tenían la conciencia
perturbada porque no aceptaron completamente el perdón que José les ofreció (Gen_50:15-17).