Mundo Hispano 2019-08-12
Gén 50:1-26
(4) Muerte y
sepultura de Jacob, 49:29-50:13. La narración de la muerte y sepultura de Jacob
es bastante extensa y detallada. Por ello nos sirve para encontrar
orientaciones sabias al enfrentar esta experiencia común a los seres humanos.
Una vez terminada la bendición, último acto significante de un patriarca, Jacob
reconoce que el final de su peregrinación terrenal ha llegado. Y como ser
humano y como hombre de fe hace todas las preparaciones necesarias para
enfrentar la última experiencia humana terrenal. El primer acto de preparación
tiene que ver con su sepultura, y reitera ser sepultado en Canaán. Ello refleja
el cumplimiento de una tradición familiar. Hay una sepultura familiar y la
muerte se mira como una reunión con los antepasados. Es interesante notar que
Jacob da una lista de todos los antepasados sepultados allí y se empeña en
describir correctamente el lugar del sepulcro y el derecho de propiedad
familiar adquirido legítimamente. Esta reiteración refleja además la fe en las
promesas de Dios: Canaán será la tierra de Israel. El segundo acto de
preparación tiene que ver con la transmisión de la visión o promesa patriarcal.
Se asegura que el propósito divino continúe en su descendencia. Por ello,
termina de dar todas las instrucciones necesarias a sus hijos. El tercer acto
de preparación tiene que ver con el aspecto físico de la muerte. La narración
resalta que Jacob enfrenta la muerte espiritual y físicamente con dignidad. Cuando
se dio cuenta que “su hora había llegado” usó su última energía para volver a
acostarse en la cama y recibir a la muerte sin resistencia, remordimientos o
temor. Para aquel que había aceptado y cumplido el llamamiento de Dios, y quien
había vivido en la fe en Dios, la muerte no era aterradora. Era el “acabar una
carrera” con el gozo puesto en el premio por excelencia. Cuánta necesidad hay
hoy día de permitir que la gente enfrente la muerte con dignidad. Por causa de
la falta de aceptación completa de esta limitación humana, y por causa de los
efectos del pecado, nuestra sociedad resiste a la muerte y usa recursos y
técnicas costosos para prolongar, no la vida, sino la agonía de la muerte. La
muerte jamás será vencida en el laboratorio científico, sino en la fe en el
poder de Dios quien resucitó a Jesucristo de entre los muertos (1Co_15:54-57).
Y usted, ¿quién es?
1Co_49:1-28
En cierto sentido más que
bendiciones las palabras de Jacob a sus hijos fueron oráculos o profecías, es
decir ciertas predicciones de lo que les iba a acontecer en los días
postreros (v. 1). Jacob conocía bastante bien a cada uno de sus
hijos y resume sus cualidades y debilidades para formular lo que de acuerdo con
su manera de ser podría ocurrirles en la vida. Tratando de crear un paralelismo
entre los hijos de Jacob y nosotros nos vendría bien la pregunta: ¿A quien de
ellos me parezco yo?
1. Inestable
como Rubén (v. 3).
Rubén era principal en
dignidad y principal en poder. Con muchos recursos personales y materiales.
Lleno de posibilidades. Su debilidad era tener un carácter inestable como las
aguas. Se dejaba controlar por las circunstancias del momento sin importarle
mucho su destino. Esa inestabilidad lo condujo a cometer un pecado que su padre
nunca pudo olvidar y que al fin le costó el derecho de ser el hijo primogénito
(1Ch_5:1). Rubén nunca fue a su padre
ni a Dios para pedir perdón. Su orgullo pudo más que su humildad.
2. Violento
como Simón o Leví (v. 5).
Sus armas eran instrumentos de
violencia y en su desenfreno lisiaron bueyes. Su furor fue fiero, y
su ira cruel. El carácter iracundo, grosero, agresivo siempre conduce a actuar
más allá de lo que podría juzgarse como justa venganza. El daño hecho a su
hermana Dina debía ser señalado, pero sin duda ellos obraron con exceso.El
resultado de su violencia produjo que tuvieran que vivir separados de sus
hermanos y esparcidos entre las tribus de Israel. El carácter iracundo siempre
conduce al aislamiento y a tener que vivir separado pues irrita al que lo posee
y daña a quienes lo rodean.
Aún así, la muerte significa una
separación y causa dolor y tristeza en los seres queridos. La manera propia de
enfrentar estos sentimientos es expresarlos y pasar necesariamente por el
proceso de duelo que incluyen actos emotivos y rituales. José, y toda la
familia, expresa su dolor con llanto, recurso natural dado por Dios para
descargas emotivas (catarsis). Los rituales canalizan cultural y religiosamente
las expresiones y acciones que ayudan a la aceptación final y reajuste
necesario ante la pérdida. Primeramente se realiza en Jacob el ritual egipcio.
Se lo embalsama, actividad destacada de los egipcios por el cual el cadáver
queda conservado en lo que conocemos como momia. Este acto estaba reservado
sólo a faraones, príncipes o personas egipcias muy importantes. Jacob es
considerado alguien digno de tal privilegio. Luego, se cumplen con él los días
de luto propio de los egipcios: 70 días.
3. Alabado por
su valentía como Judá (v. 8). Los
hermanos de Judá lo alaban porque con dignidad y valor ha sabido someter a sus
enemigos. Un ejemplo de esa valentía esta ilustrada en Num_10:14. De su simiente saldrán los reyes de
Israel y Jesucristo el Rey de reyes y Señor de señores. Su control durará hasta
que venga Siloh. Según esta expresión podría traducirse: "Hasta que
venga aquel a quien pertenece el cetro"; además, la palabra
"Siloh" también quiere decir "descanso y paz". Eso nos
permite otra posibilidad de traducción: "Hasta que venga aquel a que trae
descanso y paz." Sin duda, lo mejor es juntar ambas traducciones para
decir: "Hasta que venga aquel a quien pertenece el cetro, pues él trae
descanso y paz."
4. Próspero
como Zabulón (v. 13).
Puerto de
navíos es una rica figura del lugar donde el comercio fluye y se intercambia
entre naciones. Al ser el punto de encuentro marítimo, la región de Zabulón,
gozaría de los beneficios económicos. Hasta Sidón: Sidón era un punto en
la geografía, pero en los equivalentes morales un lugar de inmoralidad. El
peligro de la prosperidad económica es que facilita el desorden moral. Si
podemos usar nuestra prosperidad económica para ser de ayuda a quienes se
encuentran zozobrando en un mar de ansiedades entonces seremos un consolador y
seguro puerto de navíos como Zabulón.
5. Tímido y
conformista como Isacar (v. 14).
Vio que el
lugar de descanso era bueno... Una persona fuerte como un asno, pero
inclinada a buscar siempre lo que no exige mucho esfuerzo y las cosas fáciles. Y
se sometió al tributo laboral: Isacar no estaba dispuesto a cambiar la
comodidad aunque ello le costara un poco más. Muchas personas hoy prefieren
dejar que las cosas se resuelvan por sí mismas en lugar de enfrentarlas con
valor, aunque eso signifique perder un poco de comodidad.
6. Astuto como
Dan (v. 16).
Como víbora
junto al sendero: Una persona que sabe aprovechar el momento de la
oportunidad y sacar la mayor ventaja a su favor. Saben cuál es la mejor manera
de derrotar a sus enemigos y emitir el juicio adecuado en medio de las
divergencias. Los que son como Dan saben relacionarse con las personas de tal
manera que las pueden llegar a controlar. Esta capacidad, bien usada, puede ser
muy útil en el liderazgo cristiano.
7. Afortunados
como Gad (v. 19).
El nombre Gad significa
"buena fortuna" o "afortunado", aquel hombre que a pesar de
ser atacado por un batallón tiene la dicha de revertir el orden para ser él
quien llega a controlar la pelea y vencer. La persona que frente a los problemas
no se acobarda ni corre, sino busca la manera de atacarlos por atrás y
finalmente sale victorioso.
8. Satisfecho
como Aser (v. 20). Aser es
símbolo de esos bienaventurados que tiene cubiertas todas sus necesidades
personales, pero que a la vez tienen la capacidad de compartir lo que poseen
con otras personas. En cierto modo todos los cristianos debiéramos sentirnos y
ser como Aser. Satisfechos por la obra amorosa del Señor para con nosotros y
dispuestos a compartir a Jesucristo con otras personas.
9. Libre y
feliz como Neftalí (v. 21).
Libre como una venada suelta.
Otras traducciones dicen: "Como una encina frondosa que arroja ramas
hermosas." Expresa la libertad de quien ha estado en cautiverio pero ahora
disfruta con todo su ser su nueva oportunidad de vivir. Feliz como la que tiene
hermosos venaditos. Otra traducción hace hablar a la venada diciendo que
"pronunciará dichos hermosos". La felicidad es tal que un animal
llega a hablar y proclamar su gozo. Neftalí es el símbolo de aquellos que
disfrutan su nueva vida en Cristo y reflejan con todo su ser el gozo de la
presencia del Espíritu de Dios.
10. Fructífero
como José (v. 22).
La razón de su prosperidad no
radica en sí mismo sino en que el Dios de su padre le ayudará (v. 25).
Este es el deseo de Jesús, que cada uno de sus discípulos sea fructífero. El
secreto es mantenernos bien vinculados al Señor.
11. Agresivo
como Benjamín (v. 27).
En el sentido negativo la
agresividad puede ser hiriente y traer lágrimas y dolor a otras personas. Este
fue el caso de Benjamín. En el sentido positivo la agresividad puede ser ese
impulso hacia la lucha por lo noble, lo bueno, lo que merece tomar los riesgos
para ofrecer a otros algo nuevo y digno. Que Dios nos ayude a evitar ser como
Benjamín y a canalizar nuestra agresividad para el bien.
Este resumen de los hijos de
Jacob resalta las cualidades que cada uno manifestaba. Representa un desafío
para nosotros para buscar imitar lo bueno y evitar lo malo en cada uno.
Seguramente Jacob pudo reflexionar sobre las influencias que habían dejado sus
huellas en cada uno de los hijos.
Por más llamativo y cuidadoso que
haya sido el privilegio egipcio, quedaba lo más importante: la sepultura hebrea
en Canaán. Y José toma la iniciativa en dar cumplimiento a este acto. El primer
paso necesario es obtener el permiso oficial de traslado. Aquí podemos notar
también algunas características sobresalientes de José como un líder. Por más
privilegios que él haya tenido, y por más necesario y comprensible sean que él
sepulte a su padre, solicita el permiso correspondiente de su autoridad
superior. Aun en un acto familiar, vestido de dolor y digno de compasión, José
se hace sujeto a la autoridad y no da lugar a desconfianzas. Dos cosas son
resaltantes en el pedido de permiso. Primero, él no lo pide directamente al
faraón. Ruega a sus “colegas”, a los de la corte, que lo hagan por él. Puede
ser que la situación era muy emotiva y que tal vez él no tuviera la energía
emocional para ello. Pero más bien refleja un comportamiento correcto y
prudente que explica cómo José se mantuvo en el pináculo de poder, en un
ambiente político donde abundan las intrigas y detracciones. José aparentemente
servía sin competencia ni abusos. Lo hacía en “colaboración” y respeto con los
otros funcionarios del faraón. Este era un momento que él necesitaba la ayuda
de sus colaboradores y en sumisión se hace reconocedor que él aún con toda la
autoridad que tenía, “necesita” del concurso de los demás. La humildad y la
prudencia no son generalmente las armas que se usan en retener cargos
políticos, sino la competencia, la intriga, la eliminación y el abuso de poder.
En José, como en Daniel, no se podía “hallar ningún pretexto, ni corrupción ni
negligencia” porque era fiel en todo (Dan_6:4).
Segundo, José declara que el permiso que pide se debe a un juramento hecho a su
padre y es temporal. El se compromete a regresar a Egipto y seguir sirviendo al
imperio. En la cultura egipcia, los antepasados eran considerados en muy alta
estima y el faraón comprendería muy bien este pedido de José. El regreso era
una garantía al faraón que José seguía reconociéndose como súbdito. El faraón
concede el permiso, provee todo lo necesario para un cortejo digno y ordena que
las más altas autoridades, representativas de todas las esferas gubernativas de
Egipto, escoltas y sirvientes acompañen a José en esta sepultura. Así como José
reconoció la investidura del faraón, éste reconoce la alta investidura de José
y lo trata con toda dignidad.
A pesar de toda la esplendidez
imperial, Israel debe recibir el ritual y sepultura propios de su pueblo. En
cumplimiento, toda la familia se traslada con José a Canaán, excepto los niños
y el ganado que garantizan un regreso seguro (Exo_10:8-11).
La ruta que sigue el cortejo es muy significante, ya que no es la directa, sino
la ruta a Canaán por el este, lo cual significó el cruce de la península de
Sinaí. Esta es la ruta que tomarán los hijos de Israel para conquistar Canaán.
En un sentido, Jacob ya estaba anticipando esa conquista. Al llegar al Jordán y
antes de cruzarlo, se cumple el ritual hebreo de lamentación y siete días de
duelo. La única referencia de ubicación de este lugar es que queda al lado
oriental del río Jordán. Aparentemente los cananeos se impresionan por la
lamentación intensa e identificando a la caravana como egipcia, ponen al lugar
un nombre recordatorio del evento: Abelmizraim.
Y por último se realiza la
sepultura hebrea. Son los hijos —no los médicos egipcios— quienes finalmente
sepultan a Jacob. Y la sepultura es en el sepulcro patriarcal de Macpela,
Hebrón, no las monumentales sepulturas de Egipto.
(5) José
asegura la sobrevivencia de la familia de Jacob en Egipto,Exo_50:14-21. Una vez muerto Jacob, la vida
de la familia no termina. Todos regresan a Egipto y reinician sus actividades.
José, por haber sido designado en lugar del primogénito, queda como el
patriarca de la familia. Además, por su posición política, él tenía autoridad y
poder sobre todos, incluyendo su propia familia hebrea. Esta situación alarma a
sus hermanos, quienes temen un acto de venganza por parte de José. La tradición
familiar de los patriarcas estaba llena de conflictos que muchas veces quedaban
“apaciguados” por respeto al pa- triarca. Los hermanos de José toman la
iniciativa y esta vez, son ellos los que enfrentan a José y procuran una
solución final y definitiva. Hasta ahora en la narración no hubo un acto
específico de expresión de arrepentimiento o pedido de perdón por parte de los
hermanos a José. Fue siempre éste el que había tomado la iniciativa en la
reanudación del relacionamiento. Movidos por el temor causado por un
sentimiento de culpa que hasta ahora no pudieron resolver, se unen y acuerdan
un “plan” para con José. Pero este plan no es de destruir a José, sino el de
pedir perdón y buscar una reconciliación completa. Tal vez la intención
original fue simplemente el conseguir un “perdón o favor político” que les
permitiera sobrevivir en una sociedad donde no podrían tener autoridad o
representación. Es interesante que los hermanos atribuyen a José dos posibles
actitudes que fueron las que les hicieron maquinar en contra de él: rencor y
deseos de venganza. Así se presentan ante José y manifiestan dos propuestas de
solución. La primera es un pedido de perdón que póstumamente lo ponen en los
mismos labios de Jacob su padre. Así el pedido tiene más autoridad, más fuerza.
Ellos no se sienten todavía capaces de peticionar directamente a José, sino que
necesitan un intermediario o “padrino”. Mucho de esto hay todavía en nuestro
pueblo latino. No hemos llegado a la madurez de enfrentar las situaciones
directamente y con dignidad. El pedido de perdón es por la maldad —dimensión
social— o el mal que el pecado ocasiona, y por el pecado —dimensión religiosa—
contrario a Dios. Aquí hay pesar no sólo por la consecuencia del pecado, común
en muchos pedidos de perdón de líderes religiosos y políticos hoy día que han
caído en faltas: “Pido perdón por el mal que mi acción ha causado.” Esto no es
arrepentimiento de pecado, sino pesar por la consecuencia del pecado. Pero hay
también expresión de un arrepentimiento por el pecado, por la acción misma que
está fuera de la voluntad de Dios, no importa si causa o no consecuencia en
otros. La segunda propuesta es un ofrecimiento de sumisión: se postran y se
declaran siervos de José. Aquí hay una imitación perfecta de lo que Jacob hizo
con Esaú y que José y los hermanos vieron con sus propios ojos cuando niños (Exo_33:1-8).
La primera reacción de
reconciliación es la expresión de fuertes emociones por parte de José y de sus
hermanos. En todo conflicto personal se acumulan fuertes sentimientos que
impiden muchas veces la actuación racional y la resolución. Estos sentimientos
deben ser ventilados apropiada y previamente al intento de una comunicación
razonada. La otra reacción es la que corresponde únicamente a José. Con
entereza él resuelve la situación de la siguiente manera. Primero, les conforta
en lo que es más urgente: no temáis (v.19). Este es uno de los
sentimientos más fuertes y paralizantes del hombre que está en desobediencia a
Dios. Segundo, les informa cuál es el lugar o llamado que él ha tenido en la
vida: él no está en el lugar de Dios, sino que fue escogido como instrumento
para mantener vida. El seguirá actuando consecuentemente con ese llamado.
Afirma su liderazgo patriarcal y su cargo imperial, pero les asegura que esos
cargos los tiene para responsabilizarse del sustento a ellos y de la generación
que les sigue. Tercero, ubica a los hermanos en el lugar que les corresponde.
En verdad, ellos pensaron hacer mal y lo que hicieron fue una maldad. Sólo Dios
pudo cambiar la consecuencia de esa maldad. Es Dios quien tiene el control
último de todas las circunstancias y hace cumplir su propósito a pesar del
pecado humano. Aquí José reafirma su “filosofía de la historia”. Por eso, ya no
tiene en cuenta la consecuencia de esa maldad, pero no puede resolver el
sentimiento de culpabilidad de sus hermanos. Cada uno tendrá que enfrentarse
con Dios por sus pecados, porque sólo Dios puede perdonar los pecados. Todo lo
que él puede hacer por sus hermanos es fortalecerles espiritualmente, ser
proveedor de todo lo necesario para el diario vivir, y reafirmarles su amor y
cuidado que hará que no sufran consecuencias en el presente o en el futuro
inmediato por causa del pasado.
(6) José
confirma el cumplimiento del Pacto y pide que sus restos sean llevados a
Canaán,Exo_50:22-26. Esta última
sección se concentra en José y describe tres aspectos muy importantes en el
desarrollo del cumplimiento del Pacto. Primero, se menciona a los hijos, nietos
y bisnietos indicando que la familia de José —y de los otros hermanos— seguían
multiplicándose en Egipto. Indica también la satisfacción que un gran hombre
tuvo en su vida familiar. A pesar de toda la fama y ocupación política, no
descuida la importancia de la familia. Para José, no es el honor o la memoria
política lo que finalmente cuenta sino la continuación de su descendencia.
¡Cuántos hombres grandes en la historia, que han dejado riquezas y fama, han
visto a su familia desintegrarse aún durante sus propias vidas! La fe bíblica
en todos sus testimonios dan suprema importancia a la familia.
Segundo, hace la conexión
correcta con los antepasados. Hay una promesa de Dios que pertenece a esta
descendencia. Esa promesa fue hecha a los patriarcas y su cumplimiento es
inalterable, porque Dios es fiel. Es resaltante que ese cumplimiento no tiene
una agenda política. Políticamente él pudo haber conseguido el apoyo imperial
de Egipto, invadir Canaán y establecer a su pueblo allí. Las circunstancias
históricas eran favorables y el pueblo había crecido mucho. Pero él afirma
enfáticamente que es la intervención directa de Dios en tres actos propios de
él —visitación, favor y ayuda— la que hará posible que el pueblo sea liberado
de Egipto y establecido en la tierra prometida. Para José, un gran político y
un famoso estadista, el cumplimiento de las promesas de Dios para su pueblo,
llámese Israel o la iglesia, no depende de acontecimientos históricos
favorables. Tampoco se asegura con la sobrevivencia holgada de un pueblo, ni se
garantiza con una supremacía política. Ese cumplimiento depende sóla y
exclusivamente de la fidelidad de Dios quien se dignó en hacer un Pacto con
Abraham, Isaac y Jacob y un Nuevo Pacto en Jesucristo. José no juega a ser el
libertador ni se apresura al éxodo. Su llamado fue el de “preservar la vida”.
Por más que se haya apropiado de la visión del éxodo, decide esperar
completamente en Dios y en el tiempo que Dios ha elegido para esa liberación.
Tercero, José reconoce que está
llegando al final de su vida y transmite la visión o promesa patriarcal a la
descendencia, los hijos de Israel. Ahora ya el primogénito perdió su
importancia primera porque la descendencia escogida es ya un pueblo numeroso. A
través de un juramento solemne José compromete a los hijos de Israel a dos
cosas: que mantengan su fe y esperanza en el Dios de los patriarcas que ha
declarado su propósito para este pueblo. Y pide también que cuando llegue el
día de la liberación, sus restos sean llevados a Canaán. El no pide un “permiso
oficial” ni firma “un decreto oficial” para que se lo sepulte en Canaán. El
prefiere esperar y participar con el pueblo en el éxodo. Por un lado, esta es
una decisión de fe, basada en la seguridad de la fidelidad de Dios; por la
otra, es un acto de compromiso para las generaciones siguientes: ellos deben
salir de Egipto.
La sección termina con el relato
de que José muere y es sepultado en Egipto. Se cumplen en él los rituales
propios a su cargo y dignidad egipcia. Así termina el libro de Génesis con un
ataúd en Egipto, esperando el siguiente capítulo en la historia de la
salvación: el éxodo. Y pasarán muchos años y mucha aflicción antes que se cumpla
la promesa de Dios. Pero ese cumplimiento llega. Dios visita a su pueblo y los
restos de José son llevados a su sepulcro final en Canaán (Exo_13:19; Jos_24:32).
Una filosofía
de vida José tuvo dos criterios para
normar su vida y sin duda fueron su filosofía (Jos_50:19-20):
1. Se vio a sí mismo como un
siervo de Dios y no pretendió ocupar el lugar que no le correspondía. Toda la
prominencia política y el poder que podía ejercer no lo hicieron perder la
perspectiva de la posición que ocupaba con respecto a Dios.
2. Se vio a sí mismo como
instrumento para facilitar el plan de Dios para el bien de su pueblo. José se
sintió honrado de poder hacer una contribución significativa al pueblo de Dios.